CONTABILIDAD ARTÍSTICA

Hoy vamos a compartir con vosotros una pequeña y maravillosa sorpresa de esas que, de vez en cuando, nos depara nuestro Archivo. Se trata de un libro almocraz del convento de la Concepción de Escalona, realizado entre 1726 y 1802. Como ya explicamos en otra ocasión, el “almocraz” es un libro en el que se anotan todas y cada una de las rentas de que disponía el convento, así como sus pagos o las incidencias reseñables. Es, pues, un instrumento básico de gestión económica. Este libro en concreto, sin embargo, había sido incluido dentro del fondo documental de los protocolos notariales hasta que hace pocos días hemos descubierto el error.  

Pero lo que nos ha llamado la atención es que el mayordomo o quien se encargase de las cuentas del convento (quizá una de las monjas) demuestra tener, además, una considerable imaginación y no pocas dotes artísticas. En efecto, al principio de varias de las hojas adorna las letras con pequeños dibujos realmente deliciosos. El libro está en mal estado de conservación, como podéis comprobar, pero aun así no nos hemos resistido a fotografiar, con todo cuidado, algunos de esos dibujos. Tened en cuenta que cada dibujo mide alrededor de dos o tres centímetros cuadrados, y que solo parecen haberse utilizado los mismos útiles que para la escritura vulgar: tinta sepia y una pluma de ave o un cálamo.

Letras adornadas

Empezamos con algunas letras adornadas con motivos geométricos o vegetales con las que se inician los epígrafes: “Títulos de este convento”, “Memorias de Angulo”, “El Prado”.

Letras adornadas
Letras adornadas

Después, las caras, a veces enfrentadas, para las que viene muy bien la O, pero observad el diálogo de estas dos en “Herustes” (sic) o las de dos perros (eso parecen) que se ladran mutuamente en mitad de una M.

Letras adornadas con soles y lunas

Otros motivos clásicos son los cuerpos celestes: soles y lunas, por cierto bastante mal encarados.

Letras adornadas con animales
Letras adornadas con animales
Letras adornadas con escenas

Pero donde nuestro artista echa el resto es, sin duda, en las escenas con animales, llenas de vida: el caracol al principio de Madrid o el pájaro que introduce a Su Excelencia. Repite en dos ocasiones el tema de la cigüeña luchando con la culebra. Es deliciosa la escena en la que un padre abraza a su hijo mientras su perrillo retoza, todo ello para formar una simple O, y no menos las dos moscas, una de ellas encerrada en la O y la otra que parece darle ánimos desde fuera.

Letra adornada con escena
Letra adornada con escena

Y dejamos para el final las dos escenas que más nos gustan. En primer lugar, el gato que maúlla frente a la casa (quizá porque le han echado de allí), enmarcado por dos figuras humanas danzantes de sabor realmente moderno. Por último, un dibujo que son dos. Por un lado el gato que corre tras el ratón con las garras ya preparadas, y junto a ellos una cara bifronte, como el dios Jano, tutelar de los archivos, y además con sendas antiparras. ¿Y si fuera el archivero de la comunidad?

LA BOTICA DEL HOSPITAL TAVERA

Entre la documentación del Instituto de Segunda Enseñanza de Toledo encontramos un pequeño pero muy interesante grupo de papeles correspondientes a la actividad del presidente de la Comisión provincial de Monumentos entre 1937 y 1939, Eduardo Juliá, quien además fue en esa época director del Instituto. Uno de esos documentos es un detallado inventario de la situación de la botica del Hospital Tavera fechado en septiembre de 1938 y firmado por Antonio del Castillo,  director de la Academia de Infantería —entonces provisionalmente instalada allí—; sor Teresa Enríquez, superiora de la comunidad de monjas carmelitas que había regentado el hospital; el alcalde de la ciudad Fernando Aguirre y el propio Juliá.

La botica en cuestión ha llamado siempre la atención de expertos y de simples visitantes e incluso hoy es uno de los principales atractivos de un edificio plagado de ellos. Eso motivó el informe, por supuesto, pero también había dado lugar a que el local hubiese sido fotografiado en bastantes ocasiones con anterioridad. Algunas de esas fotografías están hoy también en nuestro archivo, de manera que podemos unir la descripción textual con las imágenes para hacer un breve recorrido por este singular espacio. Las fotografías no están fechadas, pero es muy probable que todas sean anteriores a la guerra civil.

Así, en estas dos fotografías realizadas por Pedro Román se nos muestran la mesa o el mortero donde los boticarios realizaban su trabajo. El informe, por su parte, nos indica que la mesa mantenía en su sitio los tinteros y las salvaderas de estilo talaverano, además de algunos instrumentos modernos. En otras partes del informe se indica que los morteros también estaban en buen estado.

Otras fotografías nos presentan sus estanterías, decoradas con azulejos y llenas de tarros de vidrio coloreado y, sobre todo, de primorosa cerámica talaverana. El informe llega a contabilizar los tarros, según su clase y su ubicación. Nosotros no hemos comparado detalladamente estos datos con las imágenes, pero es evidente que se han perdido pocos.

Y, en fin, tenemos también el famoso “ojo del boticario”, un armario que, tras sus puestas de modesta celosía, oculta una espléndida cajonera decorada en el centro con el escudo del fundador del hospital. Aquí se guardaban los ingredientes o preparados más valiosos o peligrosos, de los que el boticario debía tener especial cuidado. Como es lógico, el informe también lo describe con detalle, y aquí sí señala algunos desperfectos reseñables. Hay que tener en cuenta que estos informes, bastante habituales en ese momento, unían a su finalidad de gestión del patrimonio histórico y artístico un matiz político, puesto que todos los destrozos localizables se achacaban sistemáticamente al bando contrario. Sin embargo, en la ciudad de Toledo, salvo la zona cercana al Alcázar y algunos otros puntos, los estragos de la guerra sobre estos materiales fueron relativamente escasos. De hecho, como hemos podido comprobar, la botica del Hospital Tavera y sus frágiles materiales habían permanecido casi intactos.

ESCUELAS DE LATINIDAD

Ahora que empieza el nuevo curso nos hemos fijado en unos documentos de septiembre de 1827 que nos informan con detalle de la situación de las “escuelas de latinidad” en lo que entonces era la provincia de Toledo.

Estas escuelas, junto con los Estudios de Gramática o de Humanidades, equivalían en el antiguo régimen a lo que hoy llamamos Enseñanza Secundaria, muy orientada a la preparación para la universidad. Serían suprimidas por las reformas liberales de la primera mitad del siglo XIX, otorgando a la enseñanza secundaria un carácter propio, cada vez menos dependiente de las universidades, todo ello no sin momentos de retroceso. Uno de estos momentos fue la restauración del absolutismo en 1823 tras tres años de gobierno liberal. En este contexto se publica el “Reglamento General para las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades”, que establecía las condiciones para que pudieran funcionar estos establecimientos. En consecuencia, se revisaron todas las escuelas de latinidad del país, incluyendo informes precisos no solo sobre la titulación y aptitudes del responsable, sino también sobre su “purificación” política.

Informe

Esta tarea fue coordinada por las Universidades. Por eso contamos nosotros con expedientes detallados sobre cada uno de los “preceptores” de estas escuelas en Toledo y su circunscripción, completados con resúmenes más o menos extensos. Así, en este relativo a la zona de Talavera de la Reina se nos dice que en la propia ciudad talaverana solo hay un preceptor de Gramática, José Gorrón y Contreras, natural de Madrid y vecino de Torrijos. Pero más adelante nos informa que en Guadalupe hay tres: dos sacerdotes —uno de ellos vinculado al monasterio— y un tal Rafael Pulido, “fraile secularizado” que está considerado “constitucional exaltado” y que, además, no solo enseña gramática sino que “enseña más de 20 discípulos de 1ª letras, filosofía y moral”. Un sujeto a vigilar, sin duda.

Resumen de informe

Hay que decir que otros resúmenes correspondientes a otras zonas no son tan exhaustivos. Así, tenemos uno del partido de La Mancha que se limita a consignar los nombres de los preceptores y el pueblo de actuación. Llama la atención que en Ciudad Real o en la propia Almagro —que contaba con Universidad propia— solo existiese una escuela de latinidad, mientras que Moral de Calatrava o Manzanares contaban con dos.

En el informe general para toda la provincia se registran 28 preceptores con título oficial, más otros 12 sin título. Muchos de estos preceptores no oficiales son frailes exclaustrados que encuentran en esta ocupación una forma de sobrevivir fuera de sus conventos, como el ya citado Rafael Pulido o Francisco García Simón, antiguo franciscano que se ha instalado en el pequeño pueblo de Escarabajosa, hoy Santa María del Tiétar (Ávila). Es interesante fijarse en los señalados como políticamente peligrosos, como Buenaventura Domínguez Bustamante, de Cebolla, que “no está purificado ni quiere intentarlo” y además “tiene la nota de haber sido adicto con exaltación al sistema constitucional”; o Manuel Justo Morales, de Navalmoral de Pusa, que no solo está “impurificado” en primera instancia, sino que es sospechoso de pertenecer a “asociaciones reprobadas”. Por último, destaquemos a algunas buenas almas que comparten sus conocimientos prácticamente por amor al arte. Así hace Manuel Luis Calvo, el boticario de Sonseca, quien “se dedica a enseñar latinidad… a los que se le presentan”. O Félix Hervás, presbítero, que compagina su labor de maestro de primeras letras con la enseñanza de latinidad “a los más adelantados” en Mocejón; una situación parecida a la de Francisco Sánchez, de Huerta de Valdecarábanos. Más clara es la anotación de Eulogio Fernández, clérigo de primera tonsura en La Guardia, quien “enseña por afición a 4 niños”.

Terminemos señalando que solo cinco localidades contaban con más de una escuela: dos había en Lillo, Villamayor de Santiago y Mora; y tres en Toledo y Guadalupe, aunque en la localidad cacereña dos eran extraoficiales, como hemos visto.

HORARIO DE INVIERNO

Patio del AHPTO

A partir de la semana que viene, ya abandonamos el horario de verano. Sin embargo, debido a problemas de falta de personal, de momento solo podremos abrir la Sala de Consultas una tarde a la semana. Será la tarde de los miércoles. Así que nuestro horario será:

– Lunes, martes, jueves y viernes: de 9’00 a 14’00 horas
– Miércoles: de 9’00 a 19’00 horas

La Sala de Exposiciones abrirá todos los días laborables de 9’00 a 15’00 horas.

Esperamos que en breve plazo podamos solucionar la falta de personal y recuperar nuestro horario habitual.

UNA EJECUTORIA Y LA COMPATIBILIDAD DE LOS OFICIOS DE ESCRIBANO PÚBLICO Y JURADO

A medida que avanzamos en nuestras tareas archivísticas, realizamos nuevos e inesperados descubrimientos, como es el caso del documento que ahora mostramos. Nos ocupamos de una ejecutoria a favor del Colegio de Escribanos de Toledo, es el resultado del pleito mantenido con el Ayuntamiento y Cabildo de jurados de la ciudad con el Colegio, para hacer valer el derecho de los escribanos públicos de ejercer a su vez el oficio de jurado.

Exteriormente es un documento poco frecuente en nuestro archivo, su aspecto es de libro, pero se trata de una ejecutoria encuadernada en terciopelo granate. El terciopelo que fue una lujosa tela, hoy se presenta un tanto ajado. Se debió realizar este tipo de encuadernación para darle toda la relevancia a un documento trascendente para el Colegio de Escribanos.

Las encuadernaciones como esta de terciopelo y otras realizadas en tela, eran utilizadas por la realeza y por la nobleza por imitación, sobre todo para encuadernar documentos relativos a su linaje, libros de regalo, de dedicatorias o de carácter religioso como biblias o libros de horas. La tela le da una imagen de distinción social, exclusividad y prestigio. Y es que la naturaleza de los documentos influye en la encuadernación que tienen. Esta es de tipo sencillo, pues ya en el siglo XVIII las encuadernaciones de esta clase, con telas de estilo neoclásico se habían simplificado bastante respecto de las más ricas que se utilizaron durante el Renacimiento y el Barroco. El terciopelo recubre las cubiertas de cartón, y tiene a su vez sencillos cierres metálicos que, en encuadernaciones más lujosas, podían ser de metales preciosos. El documento en sí está escrito en papel y conserva el sello de placa característico.

Respecto a su contenido, la ejecutoria emitida por Felipe V el 5 de abril de 1728, representa la sentencia tras el pleito mantenido en la Real Chancillería de Valladolid, entre las partes ya mencionadas. El Colegio de Escribanos de Toledo quería defender sus privilegios respecto a poder ocupar sus miembros también el cargo de jurados en la ciudad. Alegaban que, desde tiempo inmemorial, los escribanos habían compatibilizado ambos oficios, y así había sido. Según relata el texto de alegaciones de la parte contraria, una ordenanza municipal de los jurados prohibía ocupar de modo simultáneo ambos oficios y ello provocó el enfrentamiento con el consistorio toledano y desencadenó el pleito. Los escribanos apelaron a sus privilegios originales que desde el siglo XV amparaban la compatibilidad de cargos. Fueron numerosos los escribanos que durante la época Moderna habían ocupados ambos, aunque no exentos de problemas, algunos llegaron a tener pleitos ya a principios del siglo XVI por la tenencia de juradurías, aunque finalmente los ganaron. En muchas ciudades castellanas para los escribanos públicos fueron compatibles ambos cargos, pero no en todas, por ejemplo, en Sevilla, desde 1492 sus ordenanzas prohibieron expresamente a los escribanos ocupar cargos concejiles.

Los escribanos ponían todo su empeño en ocupar las juradurías porque se habían convertido en instrumentos de ascenso social. Los jurados desde su origen se erigen en la representación vecinal en el gobierno de la ciudad, aunque evolucionaron y fueron perdiendo su carácter de representación popular, para convertirse plenamente en el siglo XVIII, en un elemento más de las oligarquías urbanas.

La ejecutoria expone un complejo entramado de alegaciones que se extienden en un total de 162 folios, que no vamos a desarrollar aquí. Representa un ejemplo de lo que fue el ejercicio de los oficios públicos durante toda la Edad Moderna, se plantearon innumerables conflictos por la tenencia de los mismos, porque proporcionaba unos pingües beneficios a quienes los obtenían, a lo que había que sumar el prestigio social. Al mismo tiempo que la práctica de la venta de cargos, sobre todo en la Corona de Castilla, permitía a la monarquía surtirse de importantes remanentes económicos.

INTERCAMBIAMOS DOCUMENTACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE TALAVERA DE LA REINA

El pasado jueves 27 de agosto, tuvo lugar un encuentro en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, para un intercambio de documentación entre su archivo y el nuestro.

En este caso se trata de una transferencia bilateral, puesto que ambos archivos remitieron y recibieron documentación. Nuestro director, Carlos Flores Varela y el archivero municipal de Talavera, Rafael Gómez Díaz, habían preparado previamente esta documentación que ha ingresado en sus nuevos destinos, y han firmado las actas de recepción ante los representantes del consistorio talaverano y del Delegado de Cultura, Educación y Deporte, tal como podemos ver en las imágenes del acto de entrega, incluidas en las noticias de prensa de donde procede la que mostramos:

fotoprensa

https://cadenaser.com/emisora/2020/08/28/ser_talavera/1598603903_816232.html

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/talavera/abci-talavera-recupera-actas-municipales-entre-anos-1721-y-1727-202008271857_noticia.html

El AHPTO ha remitido al Archivo Municipal de Talavera un tomo sin encuadernar de actas capitulares que contiene los acuerdos del consistorio talaverano de los años 1721 a 1727. Este volumen fue localizado e identificado por el director, en el curso de los trabajos archivísticos de revisión del fondo documental del Corregimiento de Talavera de la Reina. Este fondo ingresó en el archivo en 1976 procedente del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción número 1 de la misma ciudad, en una voluminosa transferencia que incluía toda la documentación del Antiguo Régimen que se conservaba hasta entonces en dicho juzgado.

Estas actas capitulares quedarían traspapeladas con la documentación del Corregimiento en el momento de su desaparición, 1835, y del mismo modo permanecieron mezcladas en el archivo con el resto de la documentación judicial, hasta que se detectó su presencia en octubre de 2018. Como se pudo comprobar más tarde, en efecto, esas actas capitulares faltaban del Archivo talaverano, según nos informó su archivero.

El tomo de actas capitulares está en buen estado de conservación con leves señales del uso y del paso del tiempo, no conserva la encuadernación y está formado por siete cuadernos, uno por año con un total de 406 páginas. Como curiosidad, cada cuaderno anual se inicia el día de San Miguel, el 29 de septiembre y termina el mismo día del año siguiente. El contenido de este volumen, son todos los acuerdos tomados por el consistorio talaverano sobre cuantos asuntos eran de su competencia.

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Por la otra parte, en el Archivo Municipal de Talavera se encontraba cierta documentación notarial que pertenece a nuestros fondos documentales y que ahora, con esta entrega, quedan complementados.

Hemos recibido, por un lado, varios protocolos notariales comprendidos entre 1545 y 1918. Se da la circunstancia que ahora con este ingreso, contamos con el protocolo más antiguo que se conserva de Talavera, de 1545. Los protocolos son un tipo de registro que contiene las escrituras matrices protocolizadas que pasaron ante el escribano público, sobre distintos asuntos de las que daban fe de distintos actos, entre ellos, testamentos, contratos y pagos, en este caso entre vecinos de la ciudad de la cerámica. Y en segundo lugar nos ha llegado también documentación del Cabildo de Escribanos Públicos de Talavera de la Reina desde 1570 a 1805, entre los que constan varios los libros de acuerdos del Cabildo, que enriquecen y se añaden a la serie de los que ya teníamos y unas ordenanzas impresas de 1745, que suponen el conjunto de normas reguladoras de ese colegio profesional de los antiguos notarios de esa ciudad.