EL TRASVASE TAJO-SEGURA

Entre la documentación del Gobierno Civil de Toledo encontramos una carpeta especial que contiene dos gruesos tomos de texto y uno más con planos y que está rotulada como “Anteproyecto general de aprovechamiento conjunto de los recursos hidráulicos del centro y sureste de España. Complejo Tajo-Segura”. Es decir, el proyecto del tan polémico trasvase Tajo-Segura.

Por supuesto, no se trata del único ejemplar de este proyecto que se conserva, ni mucho menos. Incluso el Centro de Estudios Hidrográficos ha digitalizado el suyo y es consultable en Internet. El que conservamos nosotros es simplemente la copia enviada al Gobierno Civil de Toledo. Como es sabido, se trata de la obra hidráulica más importante de España por magnitud y también por trascendencia económica, social y política. El proyecto, cuyos antecedentes se remontan a la década de 1920, fue realizado en 1967 por los ingenieros José María Martín Mendiluce y José María Pliego Gutiérrez, con la colaboración de otros colegas. Como es lógico, la primera parte se dedica a consideraciones generales sobre la situación hídrica de nuestro país (a mediados de los años 60, claro), para concluir la necesidad de trasvasar agua desde las cuencas excedentarias a las deficitarias, estas últimas situadas en el Levante y el sureste; el mapa que reproducimos lo expresa perfectamente. Así que se proponen dos actuaciones, ambas destinadas a la cuenca más deficitaria, la del Segura. La primera actuación se inicia en la desembocadura del Ebro, desde donde también se proponen derivaciones al sur de Cataluña, y la segunda actuación es nuestro famoso trasvase desde la cabecera del Tajo.

Plano general del trasvase Tajo-Segura

El grueso del documento se centra en este trasvase, cuya obra central es suficientemente conocida y, además, transcurre fuera de los límites de nuestra provincia. Por eso nos limitamos a ofreceros el mapa general de su recorrido.

Pero sí queremos destacar que, dentro del proyecto, se incluyen varios “anejos”, uno de ellos dedicado a los “Nuevos regadíos en Toledo”. Este apéndice fue elaborado por el ingeniero Guillermo Carrillo Vargas, quien terminó su trabajo en septiembre de 1967. Como conclusión principal, se propone el desarrollo de regadíos a lo largo del curso del Tajo por nuestra provincia con agua procedente de los sobrantes de Madrid, pero no por aportes desde los embalses de la cabecera. Se estima que, con ello, podrían ampliarse mucho los regadíos entonces activos, en la zona del Alberche y en la denominada “De la Sagra” (desde Aranjuez a Toledo), y además ponerse en marcha otras dos zonas aguas abajo del embalse de Castrejón y alrededor de Torrijos. Como sabemos, la mayor parte de estas previsiones no han llegado a cumplirse.

LOS PRIMEROS INVESTIGADORES DEL AHPTO

Aunque el AHPTO empezó a funcionar probablemente en 1932, no sabemos mucho de su actividad durante los primeros años porque su documentación administrativa fue destruida durante la guerra civil. Así que tampoco sabemos quiénes fueron los primeros usuarios de nuestro centro. Solo a partir de 1937 empezamos a encontrar indicios a través de los informes y memorias elaborados por sus directores pero, por lo general, no hacen referencia a ningún usuario o, directamente, afirman no haber recibido a ninguno.

Hay que esperar al informe anual de 1943 para encontrar la primera referencia a un investigador. En realidad, a tres investigadores. El primero de ellos fue el historiador del arte Diego Angulo Íñiguez, al que, sin embargo, no se le pudo atender porque realizó una petición muy genérica. Pero también se indica que hubo otras dos consultas que sí se respondieron adecuadamente, en ambos casos, parece, con el mismo documento: el testamento de Juanelo Turriano, que se convierte, así, en el primer documento de nuestro centro en haber sido consultado, por lo menos hasta donde tenemos noticia. Por desgracia, el informe no menciona el nombre de la persona que realizó estas consultas.

En los años sucesivos, los informes insisten en las carencias de material, personal e infraestructuras, además de las dificultades de compartir el espacio con el Museo y la Biblioteca. Pero no mencionan nuevos investigadores. Solo en 1956 encontramos referencias al uso de los documentos en las “Respuestas al interrogatorio formulado por la Inspección de Archivos de la zona Centro-Sur” firmado por la entonces directora del centro Ana María Vigón, que luego fue muchos años directora del Archivo General de la Marina y cuya fotografía hemos obtenido del Portal de Archivos Españoles, PARES. Afirma esta archivera que han atendido al genealogista boliviano Adolfo de Morales y Sánchez-Tagle, al que se facilitaron “protocolos de la segunda mitad del siglo XVI”. También se dice que, por mediación de la archivera Consuelo Gutiérrez del Arroyo, se envió a “un investigador alemán” la transcripción de un documento que podemos identificar con el contrato firmado por El Greco en 1591 para el retablo de la iglesia de Talavera la Vieja. Al año siguiente, la directora ya afirma haber recibido cinco investigadores, sin mayores especificaciones, lo que parece indicar una cierta normalización en el uso del archivo.

Poco después, en 1959, el Ministerio de Educación establece la obligatoriedad de disponer de una “tarjeta especial de identidad” para poder consultar los fondos de los archivos, tarjeta que se podría expedir en los mismos archivos. Esto hizo que empezaran a recogerse sistemáticamente, por primera vez, los datos de los usuarios del nuestro centro, incluyendo una fotografía. El primer usuario del que tenemos datos registrados es Fernando Jiménez de Gregorio, conocido historiador de la zona occidental de nuestra provincia. La primera mujer registrada del mismo modo, pocos meses después, fue María Luisa García-Pando García, catedrática de instituto, que dice estar realizando una “recopilación de datos sobre inmuebles”. A partir de aquí, la mayor parte de los historiadores de nuestra provincia han pasado por el AHPTO y conservamos su información. Sirva este post como homenaje a todos ellos y ellas.

NOTICIA DE LA COFRADÍA DEL CORPUS CHRISTI DE TALAVERA

Entre la extensa documentación que conservamos en el AHPTO procedente de las desamortizaciones del siglo XIX encontramos un buen número de documentos de cofradías y hermandades religiosas. En su mayor parte son documentos que se mantuvieron en la Delegación de Hacienda, responsable de la desamortización, fundamentalmente porque podían justificar derechos económicos como rentas, alquileres o propiedades. Entre todas estas cofradías abundan las dedicadas al Santísimo Sacramento, casi en cada lugar de la provincia. Pero nos hemos fijado en la de Talavera de la Reina por dos motivos: porque es la que ha conservado documentos más antiguos, y porque es la única que utiliza explícitamente la denominación “Corpus Christi”.

Texto en letra antigua. Se ha resaltado la frase "en nombre del cabildo y cofradía del Corpus Christi de  esta dicha villa".
«…en nombre del cabildo y cofradía del Corpus Christi de esta dicha villa…»

La primera mención que encontramos está en una escritura de censo que otorgan Gutierre González Doncel y su mujer doña Gracia a Bartolomé Martínez, colegial de Santa María, y a Pedro Sánchez, colegial de El Salvador “en nombre del cabildo y cofradía del Corpus Christi de la dicha villa”, sobre unas casas que tienen “entre los derfanales [¿?] mayores de la dicha villa” en la collación de Santa María. Es de 29 de mayo de 1459 y, como puede observarse, está muy afectada por la corrosión provocada por la tinta ferrogálica.

Fragmento de documento con escritura antigua. Está resaltada la frase "de la santa y noble cofradía que es dicha y llamada en esta dicha villa la la [sic] cofradía del cuerpo de Cristo"
«…de la santa y noble cofradía que es dicha y llamada en esta dicha villa la la [sic] cofradía del cuerpo de Cristo…»

La siguiente mención está en el testamento de Antón Sánchez de Ribera, fechado el 27 de julio de 1465, quien deja la llamada Huerta de Villegas “a los mis hermanos señores cofrades de la santa y noble cofradía que es dicha y llamada en la dicha villa la la [sic] cofradía del Cuerpo de Dios”.

Poco después, el 7 de octubre de 1467, la cofradía arrendará la misma huerta a María González, viuda de Diego Sánchez de Villegas, y a su yerno Toribio González, ambos vecinos de Talavera. El censo será vitalicio, por 800 maravedíes “y cincuenta duraznos” al año. En este documento, unido a la licencia del deán para realizar el arrendamiento y al juramento de ambas partes de cumplir lo acordado, encontramos ya algunos detalles interesantes.  Así, aparece un “prioste”, que lo es Pedro López, canónigo de la Colegiata. Los cofrades son todos clérigos talaveranos, empezando por el propio deán Alfonso Núñez, con varios clérigos de la Colegiata y otros de las iglesias de Santa Leocadia, Santa Eugenia, San Pedro, Santiago el Nuevo y San Martín. En la huerta se incluye “una casa y una cocina techada y tejada con teja y enhiesta y adobada y bien reparada, y la dicha huerta con su aceña y entruesga, todo moliente y corriente”; la “entruesga” era la rueda dentada de un molino. Y a la hora de jurar, lo hicieron “los dichos clérigos por las órdenes de recibieron y los dichos María González y Toribio González por el Nombre de Dios y de Santa María y sobre la señal de la Cruz que con sus manos derechas corporalmente tangieron [quiere decir que hicieron la señal con sus propios dedos] y a las palabras de los Santos Evangelios donde quiera que más largamente sean escritos”.

Inicial miniada, con figura de pez, de "In Dei nomine"
Inicial miniada de «In Dei nomine»

Junto con estos documentos encontramos otros que no se refieren directamente a la cofradía del Corpus Christi, sino más bien a esta “huerta de Villegas”. Pero no nos resistimos a reproducir aquí el dibujo con que se inicia una carta de juramento, asociada a la venta de la finca en cuestión y hecha en julio de 1454. Esta especie de pez representa la inicial de “In Dei nomine”, la invocación con que empieza el documento. Bien podría servir para una “tarasca” de alguna procesión de estos días.

ARCHIVEROS EN GUERRA

Mañana, día 9 de junio, es el Día Internacional de los Archivos. Nosotros lo celebramos con nuestra exposición sobre el 90 aniversario del archivo, que permanecerá hasta septiembre. Pero hoy queremos hacer un homenaje especial a los archiveros que se ocuparon de nuestro centro durante la guerra civil. Además de Francisco de Borja San Román, esta labor correspondió a Isaac Soler Langa y Samuel Ventura Solsona. Su paso por Toledo fue breve, y todo indica que en circunstancias personales bastante complejas, además de las dificultades de la guerra. Pero conservamos de ellos sendas “memorias” en las que exponen su trabajo y que nos permitirán, de paso, conocer algo a sus autores. 

La memoria redactada por Soler Langa es en realidad solo una minuta manuscrita que no tiene fecha, aunque junto a él se conserva la copia de un oficio de remisión fechado en noviembre de 1937 que alude, sin duda, a esta memoria y a otra que no hemos conservado. Digamos, ante todo, que Isaac Soler Langa, zaragozano de nacimiento, había pasado por el archivo de la Delegación de Hacienda de Huelva y por la biblioteca de la Universidad de Granada antes de ser destinado al archivo de Hacienda de Toledo en diciembre de 1934. En 1938 obtuvo la plaza de archivero de la Diputación de Zaragoza y diez años después pasaría a la biblioteca de la Universidad de Zaragoza. En su informe, hace hincapié en los destrozos causados por las acciones bélicas en la zona del Hospital de Santa Cruz ocupada por el Archivo, pero también recalca que los protocolos notariales estaban intactos. Incluso nos dice su cifra exacta: 4.742 volúmenes. Por otro lado, en el oficio comunicando la remisión del informe alude a “haber sido arrebatada del pueblo de Illescas, donde se conservaba, la carta dotal de don Miguel de Cervantes y que fue llevada a Madrid”. Como sabemos, esta carta dotal nunca salió de su protocolo original, primero en Esquivias y luego en Illescas, y hoy se conserva en nuestro archivo. Pero es posible que Langa se refiera, sin saberlo, a la copia facsímil realizada en el siglo XIX y cuya historia hemos contado en otro lugar.

La siguiente memoria, mucho más detallada y ya escrita a máquina, sí está fechada, en diciembre de 1938, y firmada por Samuel Ventura Solsona (su retrato lo hemos obtenido del Portal de Archivos Españoles en Red, PARES). Este arqueólogo y archivero castellonense obtuvo su primer destino en 1921 en el Archivo General de Indias, donde permaneció hasta el estallido de la guerra civil, momento en que se trasladó a Castellón de la Plana, colaborando activamente con la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Patrimonio Artístico. No sabemos cuándo ni por qué llegó a Toledo, pero aquí le encontramos en diciembre de 1938 y ya no estaba en julio de 1939. Teniendo en cuenta las fechas y su actuación anterior (Castellón fue ocupada por los franquistas en abril de 1938), y que tras la guerra fue depurado y trasladado forzosamente a Tarragona, es probable que su paso por Toledo fuese una especie de castigo, aunque tampoco hemos encontrado pruebas de ello. Sea como fuere, su informe describe minuciosamente los locales que ocupa el archivo, aludiendo en repetidas ocasiones a un croquis que, por desgracia, no se ha conservado. Pasa más brevemente por la descripción de los protocolos notariales que conserva, pero enseguida nos cuenta sus andanzas por la provincia en busca de más fondos documentales. No podemos detenernos en ello, pero Ventura insiste en la urgencia del traslado de los protocolos de los distritos notariales de Escalona, Torrijos e Illescas.

Oficio de remisión e informe sobre la situación del AHPTO en 1939.
Oficio de remisión e informe sobre la situación del AHPTO en 1939.

En julio de 1939 se reincorpora a su plaza Borja San Román. Enseguida, realiza un informe de situación que, como es natural, sustancialmente resume los datos aportados por sus dos predecesores. Junto al informe, conservamos la minuta de su oficio de remisión en el que nos informa de su vuelta a Toledo, celebra la conservación de todos los protocolos pero se lamenta de la pérdida de la documentación administrativa desde el inicio de los trabajos en 1933 hasta julio de 1936. A partir de aquí, se abre una nueva etapa en la historia del AHPTO.

VEN A VERNOS EL DÍA DE LOS ARCHIVOS

El próximo jueves 9 de junio es el Día Internacional de los Archivos. La Viceconsejería de Cultura ha elaborado este bonito cartel para conmemorarlo. Nosotros lo celebramos con nuestra exposición sobre el 90 aniversario del AHPTO, pero además ese día os invitamos a venir a vernos con más calma. Tendremos dos visitas guiadas, a las 12:00 y a las 13:00 horas. Además de la exposición, os enseñaremos nuestro edificio, incluyendo la Sala Mudéjar, algunos documentos y los depósitos donde se conservan. No es imprescindible reservar por correo electrónico o por teléfono, pero si lo hacéis nos ayudaréis a organizarnos mejor. ¡Os esperamos!

COSAS QUE SE ENCUENTRAN

Una copla manchega dice: “Andandillo, andandilllo, se encuentran cosas”. Pues nosotros, a lo largo de 90 años de existencia, también hemos encontrado “cosas”, es decir, objetos que no esperábamos encontrar, entre los documentos que ha ido llegando a nuestro archivo. Algunos de ellos ya los hemos presentado aquí, como el dibujo de un caballero dieciochesco alanceando un toro o el conjunto de documentos de dos logias masónicas de Nueva York. De estos últimos, hay una curiosa foto de sus componentes, todos con sus mandiles rituales sobre los trajes de gala, que podéis ver en nuestra exposición sobre los 90 años del AHPTO.

Cruz de Caravaca (fragmento)

En esta misma exposición hemos rescatado algunos objetos más. Así, el fragmento de una Cruz de Caravaca de metal, que apareció en agosto de 1994 entre los folios de un protocolo notarial, en concreto el correspondiente a Juan de Soria, notario de Talavera de la Reina, y al año 1621. Agradecemos al investigador D. Mariano Maroto que nos comunicase este hallazgo. Lo consideramos el documento más pequeño del archivo porque mide poco más de un centímetro de altura, aunque propiamente no es un documento.

No menos singular, pero sí más bonito, es el recorte de la silueta de un caballero en pleno galope, con su sombrero y pluma. Es un objeto muy delicado porque está hecho de papel barba tintado y recortado, pero aun así no hemos querido dejarlo atrás en nuestra exposición. Lo cierto es que no estamos seguros de cómo llegó hasta el AHPTO. Hasta donde hemos podido averiguar, apareció junto a una bula de Gregorio XIII, de 1572, que confirma determinadas indulgencias para los que acudiesen a rezar a la capilla del Colegio de San Bernardino, adscrito a la Universidad de Toledo. Pero no podemos saber si su presencia junto a este documento no es más que una casualidad. Por cierto, que en la bula en cuestión encontramos una interesante nota, fechada en 1843, en la que un colegial afirma que la “reformé fielmente… pues apenas se podía leer». De hecho, se aprecian perfectamente en el documento las letras repintadas por este “restaurador” de hace doscientos años.

Bandolera de guarda rural, con su placa en el centro.

Entre los fondos que conservamos se encuentran los de las Cámaras Agrarias locales de muchas localidades de nuestra provincia. Son documentos de gran valor para la historia local del siglo XX, en especial para los pequeños pueblos. Bien, pues entre sus competencias estaban algunas relacionadas con la denominada “policía rural”. Así que, entre los documentos correspondientes a la Cámara Agraria de La Torre de Esteban Hambrán apareció la bandolera del guarda rural. Obviamente, no tiene fecha y apenas podemos decir que es de la segunda mitad del siglo pasado.