DIGITALIZADO EL ARCHIVO DE LA SOCIEDAD RECREATIVA PROTECTORA DE MORA

Ayer martes se presentó el proyecto de digitalización del archivo de la Sociedad Recreativa Protectora de Mora. Quizá recordaréis que en febrero de 2017 esta asociación depositó su documentación en nuestro archivo. Pero el asunto no quedó ahí, sino que, en este tiempo se ha digitalizado todo este fondo y ahora es, por fin, accesible a todos a través de la web del Centro de Documentación de la Fundación Anastasio de Gracia-FITEL.

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Participantes en la presentación del proyecto: Carlos Flores, director del AHPTO; José María Uría, coordinador del Centro de Documentación de la fundación AGFITEL; Pilar Cuevas, viceconsejera de Administración Local y Coordinación Administrativa; José Antonio Ortiz, presidente de la Sociedad  Recreativa, y Andrés Martínez, presidente del grupo CECAP (Foto: JCCM/Álvaro Ruiz)

Antes de nada, hay que dejar constancia de todo este proyecto que ahora se culmina es fruto de la colaboración entre varias instituciones públicas y privadas: la propia Sociedad Recreativa que ha generado la documentación y la ha conservado hasta hace un par de años; el Archivo de Castilla-La Mancha, que aportó las instalaciones y supervisó la digitalización; el Grupo de Entidades Sociales CECAP, que realizó la digitalización con personas en riesgo de vulnerabilidad; la Fundación AGFITEL, que ha coordinado todo el proyecto y que aloja las imágenes en su web con acceso abierto, y también el AHPTO, que hemos organizado la documentación y la conservamos. No siempre es fácil poner de acuerdo a tantos organismos durante tanto tiempo, y eso hay que reconocerlo.

Pero quizá haya que recordar en qué consiste esta documentación. La Sociedad Recreativa “La Protectora” se fundó en la localidad de Mora, en plena Mancha toledana, en 1867, con la finalidad de ofrecer ayuda mutua a sus afiliados, en especial en materia de asistencia médica y de lo que hoy llamaríamos asistencia social. Este tipo de asociaciones fueron relativamente frecuentes en aquella época, cuando los gremios y cofradías ya no resultaban tan eficaces y todavía no se habían desarrollado los sistemas públicos de protección social. Lo peculiar de esta Sociedad es que ha seguido funcionando de manera ininterrumpida hasta hoy, algo de lo que muy pocas entidades similares pueden presumir. Naturalmente, ha evolucionado según los tiempos —hoy tiene fundamentalmente una finalidad cultural— y no siempre su existencia ha resultado fácil. Un ejemplo puede ser la amenazante carta de 1923 en la que el Gobernador Civil amenaza al presidente de la Sociedad si no desconvoca una reunión o dimite él mismo. También es cierto que en otras ocasiones la relación ha sido más fluida: el año anterior, el alcalde invita al presidente de la Sociedad a acudir a la recepción oficial con motivo de la visita de los condes de Mora.

Es cierto que, como pasa generalmente en los archivos, lo más interesante no son documentos concretos, sino el conjunto. Así, las series de carácter económico, como los libros de caja o los “extractos de tesorería”, excepcionalmente completos, pueden ser material para múltiples estudios de carácter social e incluso político. Pero a nosotros nos han llamado la atención los anuncios y edictos, algunos de los cuales todavía conservan los restos del adhesivo con el que se fijaron a la puerta o la pared del local de la Sociedad. Terminemos con dos ejemplos de estos anuncios que bien pueden ilustrar el carácter de esta asociación, en la que atención a los problemas sociales no impide celebrar las alegrías de la vida. En 1923 se advierte que los que acudan al baile —de Carnaval, se entiende— deberán quitarse la máscara en la puerta, para que el portero pueda comprobar que efectivamente son socios y no se “cuele” nadie. Y en 1935 la sociedad ofrece empleo directo a cualquier moracho que lo necesite en un momento de fuerte crisis socio-económica.

OLOR A GASOLINA

A finales del siglo XIX, el automóvil se había convertido en uno de los inventos más sensacionales. Pero enseguida estuvo claro que necesitaba de cierta infraestructura que nadie había previsto. Por ejemplo, el repostaje. Parece que el primer repostaje de la historia tuvo lugar en agosto de 1888, durante el considerado también primer viaje interurbano en coche, protagonizado por Bertha Benz, esposa del ingeniero Karl Benz, uno de los padres del invento y fundador de la conocida marca Mercedes-Benz. En su camino entre Mannheim y Pforzheim, Frau Benz se detuvo en la farmacia de Willy Ocker, en Wiesloch, y compró una botella de ligroína, un derivado del petróleo utilizado entonces como producto de limpieza. Los sabrosos detalles de este viaje son muy conocidos: la intrépida conductora lo realizó a espaldas de su esposo, con la excusa de ir a ver a su madre pero, en realidad, con la intención de promocionar la nueva máquina ante su escaso éxito comercial. Durante el viaje, que se considera, también, una de las mejores acciones de márquetin de la historia, tuvo que afrontar numerosos problemas técnicos, incluyendo el del repostaje, que afrontó con ingenio y decisión, lo que ayudó mucho a las mejoras que la marca introdujo en sus modelos posteriores. No deja de resultar irónico que años después las mujeres necesitasen el permiso de sus maridos para conducir. En todo caso, hoy la ruta de Bertha Benz es un importante atractivo turístico.

Coche repostando frente a la Puerta de Bisagra

Durante bastantes años, el combustible para los automóviles se vendía en droguerías y farmacias. En Málaga todavía se hacía así en 1922.  No obstante, el primer edificio construido expresamente para esta función se ubicaba en Seattle y se abrió en 1907. Desgraciadamente, no hemos podido encontrar datos precisos sobre las primeras gasolineras en España ni en Toledo. Solo sabemos que el primer surtidor de gasolina establecido en Mallorca lo fue en 1910. En Toledo, la primera noticia datable que hemos encontrado es esta fotografía del surtidor situado frente a la Puerta de Bisagra. Al fondo, fijado a un lado de la puerta, se encuentra un cartel que anuncia “La Voz Médica”, una revista que se publicó entre 1922 y 1936. Por otro lado, el surtidor presenta el logotipo de la empresa la empresa “Petróleos Porto Pí”, fundada en 1910 y absorbida por CAMPSA en 1927, año que coincide con el final de la producción del Ford T, como el que aparece repostando y con matrícula de pruebas. Por tanto, la fotografía debe datarse entre 1922 y 1927.

En poco tiempo los simples surtidores se convertirían en amplios establecimientos dedicados a todo tipo de apoyo a los automovilistas, como se puede ver en la fotografía de la “Estación de Servicios Sandoval”, en Albacete, datable hacia los años de 1930. O en la gasolinera de la carretera de Madrid, en Toledo, que, a juzgar por el coche estacionado en ella, podría datarse en los años 1940-1950. Esta evolución desde el simple repostaje a la atención al viajero se mantiene hasta hoy, cuando en las estaciones de servicio el combustible es casi una excusa, aunque se mantenga el olor a gasolina.

DE TALAVERA A ÁVILA

La carretera que va desde Talavera de la Reina a Ávila es la más antigua construida en nuestra provincia de la que tengamos nosotros documentación. Esto no significa que haya sido realmente la más antigua, porque sin duda en algún archivo de oficina permanecerán aún los expedientes de construcción de otras carreteras. Pero esta es la más antigua que conservamos en el AHPTO. De la abundante documentación de este expediente nos vamos a fijar en el plano general, que incluye además los perfiles de las dos opciones que se barajaron y de las que hablaremos enseguida. Pero antes, hay que reconocer el estupendo trabajo realizado por nuestra compañera Mª Dolores García-Ajofrín, que ha conseguido meter en una sola imagen un documento de más de dos metros y medio de ancho.

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Esta carretera fue incluida en el Plan General de Comunicaciones de septiembre de 1860. La memoria descriptiva de la obra es muy clara sobre los motivos que impulsan a realizarla: “Hoy con el mal camino que existe y por el cual se dificulta además notablemente el tránsito por marchar constantemente por terreno muy quebrado, pasan en gran abundancia, llegando hasta Santander, las legumbres y frutas tempranas de toda la vera de Plasencia, los aceites de tierra de Talavera y gran cantidad de ganado vacuno, lanar y de cerda de la mayor parte de Extremadura”. La nueva vía estaría llamada a mejorar este comercio e incluso a aumentarlo.

El proyecto fue firmado por el ingeniero Manuel Aramburu el 31 de mayo de 1861 y recibió el visto bueno ministerial en diciembre del mismo año. Digamos que Manuel Aramburu y Pelayo fue un destacado ingeniero, especializado después en obras ferroviarias. Por su intervención en las obras de conexión ferroviaria entre España y Francia por Cataluña, por cuenta de la compañía Crédit Mobilier, llegó a recibir la Legión de Honor del país vecino, y también fue caballero de la Orden de Carlos III.

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Como hemos dicho, el proyecto presenta dos posibilidades. La más oriental sale directamente de Talavera de la Reina y pasa por Segurilla y Montesclaros, mientras que la otra arranca de la carretera general de Extremadura, hoy A-5, cerca de Casar del Ciego (Casar de Talavera) y pasa por Gamonal y Velada. Ambas propuestas acaban en el río Tiétar, ya en la provincia de Ávila. El propio Aramburu presenta la segunda opción como la más conveniente, no sólo porque tiene menor dificultad técnica, sino también por la utilidad económica. Como sabemos, la carretera siguió efectivamente el trazado por Casar, Gamonal y Velada.

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Aun así, como se ve por el perfil, la obra no era sencilla, debiendo salvar importantes desniveles y atravesar numerosos vados. El presupuesto total ascendió a casi tres millones de reales. De acuerdo con la legislación de la época, esta carretera se clasificó como de segundo orden y se identificó por las localidades de origen y de destino, es decir, “de Talavera de la Reina a Ávila por el Puerto del Pico”. Tras la guerra civil, se diseñó un Plan General de Obras Públicas que, entre otras cosas, estableció una nomenclatura uniforme para todas las carreteras; podéis verlo resumido en este blog. A nuestra vía le correspondió integrarse en una carretera más grande, la “carretera comarcal” C-502, que se prolongaba hasta Toledo pasando por La Puebla de Montalbán. Sin duda, con el cambio de nombre se ganó en racionalidad pero se perdió en gracia.

En 1987 el tramo de esta carretera que iba desde las cercanías de Ávila hasta el Casar de Talavera (es decir, nuestra vieja «carretera de Talavera a Ávila») fue desgajado del resto de la C-502 e integrado en una carretera de mayor rango, la N-502, que termina en Espiel (Córdoba). Así continúa hasta hoy.