PURO TEATRO

El pasado lunes se celebró el Día Internacional del Teatro. Con este motivo, hemos querido rendir un pequeño homenaje a las compañías de aficionados. Se trata de grupos no profesionales que, con mucha más ilusión que medios, sacan tiempo y fuerzas de otras ocupaciones para dedicarlo a montar una obra de teatro, muchas veces con fines benéficos o por el simple placer de subirse a un escenario.

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La fotografía que os ofrecemos aquí, procedente del fondo “Rodríguez”, nos muestra al grupo de teatro “Perpetuo Socorro” en una representación en Talavera de la Reina el 22 de diciembre de 1958. No hemos sido capaces de identificar ni la obra ni el lugar de la actuación, de manera que, si alguno de vosotros puede aportar algún dato al respecto, se lo agradeceremos.

El segundo documento nos muestra que, en época de dictadura, incluso algo que hoy nos parece tan inocente como un grupo de teatro aficionado estaba sometido al control más exhaustivo. En 1974 algunos vecinos también de Talavera de la Reina deciden constituirse en grupo de teatro aficionado con el nombre de “El Remo Pequeño Teatro”. Para ello, deben ser autorizados por la Delegación Provincial del Ministerio de Información y Turismo, que pide al Gobernador Civil informe policial de los miembros de la Junta Directiva de la Asociación. Y aquí tenemos el informe en cuestión, detallando las circunstancias de cada uno. Hay que decir que en el expediente del que hemos entresacado este documento se conservan también las correspondientes fichas policiales elaboradas para realizar este informe. Solo cuando se ha comprobado que todos los implicados carecen de significación política, se autorizan las actividades de este grupo teatral.

Por cierto, que el grupo “El Remo” continuará actuando al menos hasta fines de 1977, y el 21 de diciembre de ese año llegaron hasta la portada del periódico “La Voz de Talavera”. Después ya no hemos podido obtener más datos sobre ellos.

El AHPTO en el Portal de Archivos Europeo y otras noticias de la semana

En primer lugar, es una satisfacción comunicaros que el AHPTO ya tiene sus fondos descritos en el Portal de Archivos Europeos (APE, por sus siglas en inglés). La información es la misma que ya existía en el Censo Guía de Archivos Españoles e Iberoamericanos, pero este portal tiene dos ventajas fundamentales:

  • Aumenta exponencialmente la visibilidad del archivo en Europa y en todo el mundo.
  • Incorpora herramientas de búsqueda mucho más potentes y sencillas, similares a las utilizan los buscadores de Internet más habituales, lo que facilita buscar documentación tanto en un solo archivo, como en varios archivos a la vez.

Hay que decir que la incorporación de los AHP a este portal es una iniciativa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y que se trata de un proyecto de ámbito nacional, de modo que poco a poco irán apareciendo todos los AHP españoles. Por cierto, que los demás AHP de Castilla-La Mancha también han incorporado su información a este portal. En fin, no podemos dejar de agradecer su esfuerzo a los compañeros del Centro de Información Documental de Archivos (CIDA), que han volcado todos nuestros datos.

Otra buena noticia es la publicación de los indicadores de servicio de todos los archivos históricos provinciales de la región, incluido el nuestro. Como podéis comprobar, cumplimos ampliamente los compromisos de calidad del servicio que nos hemos impuesto, y eso siempre es una satisfacción, lo que no quita para que estemos decididos a mejorar aún más.

Finalmente, os transmitimos la invitación a la conferencia de nuestra compañera Almudena Serrano, directora del AHP de Cuenca, sobre la documentación de la Iglesia Católica en el AHP de Cuenca. Será el próximo miércoles día 29, a las cinco de la tarde, en ese mismo archivo.

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El testamento de Garcilaso

Hoy es el Día Internacional de la Poesía, y queremos celebrarlo recordando a uno de los grandes renovadores de la poesía española: Garcilaso de la Vega.

Garcilaso nació en Toledo entre 1498 y 1503. De familia noble, entró al servicio de la corte de Carlos I, donde combinaría las funciones cortesanas con las militares, y donde trabó amistad con Juan Boscán, quien le introduciría en las nuevas formas poéticas que venían de Italia. Participó en varias acciones bélicas, entre ellas el cerco a Toledo durante la guerra de las Comunidades. En 1525 casó con Elena de Zúñiga, también noble toledana, dama de la hermana del emperador. No entraremos en detalles sobre su apasionante vida, mezcla de guerras, intrigas cortesanas, amoríos y, por supuesto, poesía. Sus poemas solo se publicarán tras su muerte, como apéndice a los de Boscán, pero rápidamente su fama y su influencia superarían en mucho las de su amigo. Lo cierto es que Garcilaso asimiló enseguida las nuevas formas que venían de Italia y supo adaptarlas al español con una inspiración y delicadeza aún no superadas.

En el AHPTO tenemos, en un mismo expediente, tres firmas de Garcilaso y una de Juan Boscán. En primer lugar, el testamento de Garcilaso, firmado y fechado en Barcelona el 25 de julio de 1529, justo antes de embarcar para Roma con el emperador. Junto a él encontramos una lista de obligaciones, mandas y deudas, escritas de su propia mano y también firmadas por él. Otros documentos unidos a estos nos explican que, el mismo día de otorgar el testamento, Garcilaso lo entrega, cerrado y sellado, al notario barcelonés Fernando de Barreda, que certifica esta entrega en presencia de varios testigos que firman, entre los que figura el propio Juan Boscán. Garcilaso moriría en Niza, a consecuencia de una acción militar, en octubre de 1536. Menos de tres meses después, el testamento cerrado fue entregado a su viuda, vecina de Toledo, y ante ella y en presencia del notario Payo Rodríguez Sotelo, se procedió a su apertura y lectura. Enseguida Payo Rodríguez lo incorporó a su protocolo de ese año, y por eso conservamos en Toledo este documento.

Os ofrecemos aquí la última página del testamento y el detalle de las firmas de Garcilaso y Boscán en el certificado de entrega ante el notario Barreda.

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Todos estos documentos han sido publicados varias veces. La última, en la obra “Cartas, documentos y escrituras de Garcilaso de la Vega y de sus familiares”, del investigador polaco Krzysztof Sliwa, publicada por el centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares en 2006.

Los dos expedientes de Juan

En ocasiones, las combinaciones de documentos de fondos documentales diversos ayudan a entender mejor y completar los datos. Este es el caso de Juan, uno de los muchos represaliados de la guerra civil española, y cuya historia podría ser la de muchos otros.

Las referencias más antiguas que tenemos de él en el AHPTO proceden del fondo del Ayuntamiento de Orgaz. Dentro de este fondo encontramos expedientes de calificación política de presos del vecino Destacamento Penal de Mora. Los Destacamentos Penales fueron, junto con las Colonias Penitenciarias Militarizadas, las formas de canalizar el trabajo forzado de los presos republicanos; la propia documentación se refiere a ambos tipos de instituciones como “campos de concentración”.

El expediente de Juan se encuentra entre esta documentación, y por él sabemos que Juan, panadero de profesión, natural y vecino de Mora, fue militante de la UGT desde 1934, cuando apenas tenía quince años de edad, y al iniciarse la guerra se alistó como voluntario en la 47 brigada del ejército republicano. Fue detenido en fecha indeterminada, y llegó hasta el campo de concentración de San Martín de Pusa, de donde fue liberado el 13 de abril de 1939, para ser detenido de nuevo quince días después y llevado al campo de Mora. El 8 de septiembre del mismo año se firma su clasificación, aunque, curiosamente, esta no consta en la documentación.

Aquí os mostramos la primera página de su “ficha clasificatoria”, de 8 de septiembre de 1939, y  la declaración del propio interesado sobre su actividad durante la guerra, hecha diez días antes.

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Pero Juan tiene también su expediente dentro del fondo de la prisión de Ocaña. Por él sabemos que el 21 de enero de 1941 Juan es trasladado desde el campo de Mora a la Prisión Provincial de Toledo en concepto de “procesado”, es decir, en espera de sentencia. Durante los meses siguientes, el director de la prisión pide informes al alcalde y a la Guardia Civil de Mora sobre la conveniencia de que Juan viviese en el pueblo mientras llega su sentencia; en ambos casos, los informantes lo desaconsejan. La sentencia llegaría finalmente el 4 de marzo de 1942, condenándolo a 12 años de prisión. El 9 de septiembre de ese mismo año es trasladado al “Reformatorio de Adultos” de Ocaña —el centro tuvo este nombre desde 1914 hasta 1948— para cumplir la sentencia, y aquí perdemos la pista documental de Juan.

Aquí tenéis el certificado de su sentencia, de 4 de marzo de 1942, y una página del registro de movimientos del preso.

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Practicando en nuestro archivo

Este mes recibimos a Javier Cano, alumno del Máster de Archivística de la UNED, que está realizando sus prácticas con nosotros y se quedará algunos meses. De momento, nos está ayudando en la descripción del fondo del Gobierno Civil. Sea bienvenido y esperamos poder enseñarle algo de esta asombrosa profesión de archivero.

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La historia de Magdalena: doce años de esclavitud para una mujer corriente.

La historia que os ofrecemos hoy no tiene nada de especial. Sucedió hace más de cuatrocientos años, pero ha seguido ocurriendo en términos muy similares hasta hace muy poco en Europa y todavía sucede en otras partes del mundo. A veces nos deslumbramos con los documentos referidos a personajes importantes y olvidamos que la auténtica riqueza de los archivos es que son la memoria de la gente vulgar, como Magdalena. Pero precisamente saber que lo que le pasó a ella ha seguido pasando a muchas personas nos impulsa a no olvidarlo.

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El 17 de enero de 1592 Yuste López, vecino de Fuensalida entrega a su hija Magdalena, “de edad de ocho años poco más o menos” para el servicio de Bartolomé del Castillo, vecino de Toledo, durante doce años, a cambio de darle “mantenimiento de comer y beber y vestir y calzar”. Además, el nuevo patrón le enseñará a tejer tafetán “según él lo sabe” y se especifican las prendas que le deberá proporcionar: una saya de paño, un manto “de seda y lana”, dos camisas, dos tocas, dos cofias, dos gorgueras, calzas, calzones, y un sombrero, entre otras. Finalmente, Bartolomé entrega a Yuste 22 reales en ese mismo acto.

A renglón seguido, pero con una letra claramente diferente (y mucho más sencilla de leer), Yuste López se da por contento con el pago y se compromete “de no vos la quitar por más ni por menos, ni por el santo, ni por otra razón alguna”. También asegura “que [Magdalena] no se irá ni ausentará del dicho servicio antes del dicho tiempo ser cumplido”, so pena de perder el tiempo de servicio ya realizado. Incluso, si la chica abandona el servicio de su nuevo patrón “me obligo de la traer doquier que esté, dentro de la jurisdicción de Toledo, sabiendo donde está”. A continuación, Bartolomé del Castillo ratifica las condiciones anteriores y, tras las fórmulas jurídicas habituales, se firma el contrato ante el notario Luis Méndez de Aguilera y los testigos que se mencionan.

Hoy en día no dudaríamos en calificar esto como una venta en condiciones de esclavitud, aunque tenga fecha de caducidad. Pero en el siglo XVI era muy habitual, hasta el punto que, en la esquina superior izquierda,  el notario anota rutinariamente el tipo de escritura: “[contrato de] servicio”. Magdalena, cuyo padre no está seguro de su edad y que hasta se equivoca al mencionar su nombre —en la segunda línea se aprecia claramente que el escribano había apuntado “Ynés”, para rectificar enseguida y anotar el nombre verdadero— es tratada como una posesión que puede ser vendida, e incluso se toman medidas muy ilustrativas si ella tuviese la osadía de tomar decisiones por su cuenta.

Una historia normal en su época y, con algunos matices, todavía demasiado habitual en demasiadas partes del mundo, pero que se conserva en los archivos para que no se pierda su memoria.