CARTA AL FRANCÉS

4 de septiembre de 1811. En Navalmoral de Toledo (localidad que, como veis, nos está dando mucho juego últimamente) están que trinan. A finales de julio habían recibido un Real Decreto exigiéndoles 453 fanegas y 9 celemines de trigo, y 223 fanegas y 9 celemines de cebada, o lo que es lo mismo, casi 20 toneladas de trigo y 7,3 de cebada, que debían depositarse “en los almacenes de Talavera”. En el mes transcurrido desde entonces ya había entregado un tercio del trigo, y lo que faltaba se estaba retrasando por la escasez de caballerías para el transporte, seguramente por culpa de la guerra. Pero ahora ha aparecido en el vecino Navalmoral de Pusa un “Comisario de Guerra” con el encargo de requisar suministros para el ejército francés y, extralimitándose claramente, ha requisado también “con auxilio militar” dos tercios de la cosecha de Navalmoral de Toledo. El representante de nuestro pueblo, indignado, reclama ante el “subprefecto” de Talavera, José Sánchez Yebra.

Reclamación de Navalmoral de Toledo
Reclamación de Navalmoral de Toledo

El caso es muy interesante porque se mezclan varias jurisdicciones en tiempo de guerra. En efecto, en este momento la administración josefina había establecido una división territorial de España basada en “prefecturas” y “subprefecturas”. La prefectura del “Tajo-Alberche”, con capital en Toledo, era la que administraba Navalmoral de Toledo, mientras que Navalmoral de Pusa dependía de la subprefectura de Talavera, que a su vez estaba subordinada a la prefectura “del Tajo” con capital en Cáceres. Como sabemos, ambos Navalmorales estaban prácticamente unidos, de manera que a los ojos de un recién llegado parecían el mismo pueblo. Además, el prefecto de Toledo había complicado la situación al ordenar que se enviase el grano del pueblo “toledano” a Talavera, sin duda para abastecer mejor desde allí al ejército.

Fragmento de contestación del subprefecto de Talavera (montaje)
Fragmento de contestación del subprefecto de Talavera (montaje)

Al margen del escrito del representante de Navalmoral tenemos la minuta de la contestación del subprefecto de Talavera exigiendo que se haga saber al Comisario de Guerra que Navalmoral de Toledo no está bajo la jurisdicción de Talavera sino bajo la de Toledo y que está cumpliendo con lo que, por esta vía, se le ha pedido en materia de impuestos, “y que si sus apremios dependiesen de la autoridad militar, se entiendan con sus jefes en los recursos que le convengan, puesto que los civiles no tienen conocimiento ni versación de las medidas de que estén encargados los comandantes de las columnas”. El enfado del funcionario es evidente y refleja las tensiones entre los burócratas civiles al servicio del rey José, que intentaban administrar el país (o al menos la zona que controlaban) con relativa normalidad, y las autoridades militares francesas, bastante menos sutiles y tendentes a incautarse de todo lo que necesitasen sin muchas contemplaciones.

Carta de Navalmoral de Toledo al General Gobernador, en francés (montaje)
Carta de Navalmoral de Toledo al General Gobernador, en francés (montaje)

Consciente de ello, el abogado de Navalmoral de Toledo se dirige también a la máxima autoridad militar en la zona, el General Gobernador (cuyo nombre no hemos conseguido averiguar), pero esta vez en francés. Hace un resumen de la historia y, finalmente, le pide “que le dit village ne doit payer que le contingent établi par le Préfet de Toléde”. En nuestro Archivo no tenemos muchos documentos en otros idiomas, así que, naturalmente, esta carta nos ha llamado la atención. Con todo, no sabemos cómo acabó este asunto pero, teniendo en cuenta las circunstancias, es probable que el cereal incautado acabase en los cuarteles y campamentos del ejército francés a pesar de todas las protestas y escritos.

MAPAS, PLEITOS, ERMITAS Y APARICIONES

Navalmoral y Navalucillos, ambos apellidados “de Toledo”, andaban siempre enfrentados por temas de lindes, sobre todo por el control de la ermita de Nuestra Señora de Herrera y su entorno. En 1772 Navalucillos pidió revisar la mojonera y, naturalmente, se reavivaron los problemas. El pleito, largo y farragoso, llegó a la Chancillería de Valladolid y no terminó hasta 1807, casi un cuarto de siglo después. Conservamos los documentos que fue guardando la parte de Navalmoral en un expediente que, curiosamente, se intitula “Papeles sobre el pleito de Herrera. Viaje de don Jacinto de Prado y cuentas que dio”. Pero lo que nos ha sorprendido no es la duración del proceso, sino que, entre estos papeles, encontramos nada menos que tres planos de la zona, algo nada habitual.

Portada del expediente
Portada del expediente

El primer mapa que encontramos puede fecharse probablemente en 1783 y fue realizado por el receptor judicial Antonio Concejo. Se destaca la ermita pero también los molinos y batanes, testimonio de las minas de hierro que dieron fama y nombre al lugar y que, por esta época, ya no debían funcionar.

Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1783)
Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1783)

El segundo mapa es más bien un croquis, donde ya no aparece la ermita pero sí los molinos y batanes. Obsérvese que el punto de partida es “Piedralucillos”, lugar que al parecer es reconocido por ambas partes como linde.

Croquis de la zona de la ermita de Herrera
Croquis de la zona de la ermita de Herrera

El tercer mapa es, con mucho, el más detallado, y quizá pueda fecharse en 1800. Se reflejan, además de la ermita y los molinos, otras construcciones y todos los pasos sobre los ríos o entre los montes, junto con caminos, fuentes y hasta un pequeño olivar.

Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1800)
Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1800)

Y, aunque no esté en nuestro archivo, no podemos dejar de presentar también el espectacular mapa, pintado al óleo, que hizo Domingo Collazo en 1779 para este pleito y que hoy se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid.

Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1779)
Mapa de la zona de la ermita de Herrera (1779). Fuente: Archivo de la Real Chancillería de Valladolid

Pero, como sucede muchas veces, entre los largos discursos y complicados argumentos legales, a veces encontramos algunos sabrosos comentarios. Por ejemplo, se nos informa “que Nuestra Señora de Herrera se apareció a uno del Carpio antes que estuviesen poblados Navalmoral y Navalucillos, que la llevaron en procesión y hicieron casa”. Pero también, a modo de comparación, se alude a “un caso casi idéntico”, de mediados del siglo XVII, narrado así: “apareciose Nuestra Señora de Bienvenida en un sitio que está en medio del término de Alcolea a un pastor del Puente del Arzobispo. Por ser pequeña la primera villa y ser los del Puente más vecinos y más poderosos y el pastor su convecino, edificaron una suntuosa hermita [sic], la dotaron y adornaron…”. Bonitas historias que aparecen donde menos se esperan.

Fragmento del expediente
Fragmento del expediente

MAGÁN Y LA ACEQUIA DEL JARAMA

La Real Acequia del Jarama, hoy Canal del Jarama, se inicia en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid y se extiende durante 72 kilómetros en las riberas derechas de este río y del Tajo, donde desemboca en el término de Mocejón. Tiene su origen en la intención de Felipe II de poner en regadío amplios terrenos entre Madrid y Toledo, sobre todo alrededor de Aranjuez, pero la presa que da origen al canal no se construyó hasta 1677. Desde entonces, la construcción de esta Real Acequia tuvo períodos de aceleración y también largos parones, y no llegó a terminarse hasta nada menos que 1968, casi dos siglos completos. En este mapa podéis ver su curso actual que, en su tramo final, pasa bajo los cascos urbanos de Villaluenga de la Sagra y de Mocejón.

Mapa del Canal del Jarama
Mapa del Canal del Jarama. Fuente: blog “ser13gio”,

Uno de los períodos de actividad constructiva de la acequia fue la primera mitad del siglo XVIII, con la llegada de los primeros reyes borbones. Y, como siempre que se hace una obra, aparecen los damnificados. En efecto, en 1754 el concejo de Magán se queja ante el administrador de la Acequia, residente en Seseña, de que en su construcción se ha partido el único prado comunal del pueblo, de manera que queda un trozo de nueve fanegas (unas 5,75 Has.) que “ya no es útil para yerbas y sí para sembrados”. Además, al hacer un puente para cruzar la acequia, se ha movido el trazado del antiguo camino que unía su pueblo con el vecino Mocejón, que también pasaba por el prado en cuestión, inutilizándolo aún más. De manera que piden dos cosas: que se les permita “romper” (es decir, cultivar) el prado para utilizarlo como tierra de sembradura, y que se construya otro puente que dé servicio al camino antiguo. Ambas peticiones les son concedidas.

Fragmento el expediente
Fragmento del expediente

Desgraciadamente, en esta ocasión todo este expediente no incluye ningún croquis ni dibujo. Pero sí hemos localizado un espléndido mapa de algunos años antes, en concreto de 1717, que se encuentra en el Archivo General de Simancas y que muestra uno de los proyectos de continuación de la obra. Como se puede ver en el detalle que os ofrecemos, este proyecto traía la acequia al norte de Magán y entre esta localidad y la de Olías del Rey, para desembocar un poco más debajo de donde lo hace actualmente. Es obvio que este proyecto no fue realizado.

Plano del proyecto de construcción de la Real Acequia del Jarama (1717, detalle). Fuente: Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas de los Archivos Estatales

Como casi siempre, los documentos de archivo aportan información colateral de interés. Así, las alusiones a permisos similares en Mocejón o en Villaseca de la Sagra, este último lugar que “[h]oy tiene los únicos sembrados de toda la tierra”, señal de que la acequia estaba efectivamente empezando a servir para mejor cultivar esta zona. Es interesante también la insistencia en que la petición no afecta a los derechos de pasto, muestra de la importancia todavía de la ganadería y de la fuerza de la Mesta. O, en fin, el detalle de que el concejo de Magán pretende utilizar el arrendamiento del antiguo prado para pagar un censo que tiene contraído con la catedral de Toledo, hipoteca que evidentemente pesaba como una losa sobre las magras arcas del concejo margano.

Fragmento del expediente
Fragmento del expediente

LA CODORNIZ Y EL DIARIO MADRID, SECUESTRO Y RETIRADA DE PRENSA

Cada 3 de mayo se celebra a nivel mundial el día de la libertad de prensa, hoy traemos a escena documentos de nuestro archivo sobre la confiscación y retirada de algunos ejemplares del diario Madrid y de la revista de humor gráfico La Codorniz, cuando no existía tal libertad de prensa en la época franquista.

Los hechos tuvieron lugar en distintos momentos, el primero en 1956, cuando en la comisaría de Policía de Toledo, se recibió un oficio del Juez Decano de Instrucción de Madrid, para retirar de la venta los ejemplares del 18 de noviembre, del número 783, de la revista La Codorniz. Los agentes de policía se personaron en el centro de periódicos de Toledo, propiedad de Antonio Pareja Braojos, para retirar los 12 ejemplares que quedaban, pues ya habían sido vendidos otros 16. Según el telegrama recibido para parar su venta, la causa fue la publicación de un dibujo titulado “He aquí nuestra cortísima historieta titulada el billetito”, del que no hemos podido encontrar imágenes.

Esta revista de humor gráfico que se publicó en España entre 1941 y 1978, era dirigida en ese momento por Álvaro de Laiglesia y se autoproclamaba como “la revista más audaz para el lector más inteligente” y posteriormente también como “decana de la prensa humorística”.  Durante su periodo de existencia tuvo problemas con la censura en reiteradas ocasiones, puesto que la Ley de prensa de 1938, no dejaba mucho margen a la libertad de expresión, que promulgada en plena Guerra Civil, consideraba a la prensa como vehículo transmisor de los valores oficiales del régimen para el adoctrinamiento político.

En cuanto al secuestro del número 9054 del diario Madrid de 30 de mayo de 1968, fue bastante más sonado. Entre las diligencias que se llevaron a cabo, se confiscaron 28 ejemplares también del centro de periódicos de Antonio Pareja, quedando estos a disposición de los Delegados Provinciales de Información y Turismo, ministerio que había ordenado el secuestro. Asimismo, desde la comisaría de Policía de Talavera se remitieron 40 ejemplares del mismo que, en este caso, no llegaron a ser recibidos en la librería Herranz del Camino, que era su destino. Un funcionario de policía los recibió en la estación de autobuses, donde se esperaba su llegada, puesto que viajaban en autobús con la empresa La Sepulvedana, y allí mismo fueron requisados.

En total se destruyeron 68 ejemplares en la provincia. El secuestro administrativo estaba previsto en la vigente Ley de Prensa e Imprenta de 1966, disposición que había suavizado las medidas respecto a la de 1938, aunque preveía sanciones para quien publicase en contra del ordenamiento jurídico franquista y los principios fundamentales del Movimiento. El secuestro fue ordenado por el entonces ministro Manuel Fraga, y además lo suspendió durante cuatro meses. La sanción a este periódico fue la más dura prevista en la ley, que en principio preveía dos meses de suspensión, pero que se sumaron un total de cuatro meses por otro artículo anterior.

La causa fue el artículo titulado: “Retirarse a tiempo: No al general De Gaulle”, que firmaba Rafael Calvo Serer. Expresaba en su texto, que es incompatible un gobierno personal o autoritario con las estructuras de la sociedad industrial, y con la mentalidad democrática de la época en el contexto del mundo libre, lo que suponía un claro ataque y cuestionamiento del régimen en España. En Francia los acontecimientos apuntaban a las protestas contra el general De Gaulle, recordemos el movimiento de “Mayo del 68”, la acción de estudiantes, sindicatos e izquierda contra el general, así como otras manifestaciones en Europa. Esto le lleva a expresar que España mantiene una semejanza de situaciones políticas y sociales con el país vecino. El artículo fue lo suficientemente explosivo para los oídos del régimen y derivó en las medidas de suspensión. En el siguiente enlace podemos acceder al texto completo del artículo causante, con interesantes testimonios al respecto:  

Según declaraciones de Antonio García Trevijano, apoderado del diario Madrid en 1968, este artículo tenía como finalidad, provocar el cierre del diario debido a su estado de quiebra inminente. De este modo, no habría quiebra y el desprestigio sería para el régimen. Sin embargo, no surtió el efecto deseado en el Gobierno, sino que provocó la suspensión del periódico. Este intento de cierre político para poder cobrar la indemnización es una versión algo débil, puesto que el diario Madrid siguió saliendo a la calle durante unos años más. Otras opiniones apuestan a que la intención con este artículo era dejar clara, por parte del periódico, su posición anti-franquista, y hacer notar al régimen que existía una oposición democrática. Al margen de las causas, hay que reconocer que “No al general De Gaulle” obtuvo lo que pretendía, la provocación.