En 1773 Carlos III ordena que en las ciudades que tengan comerciantes y no tengan consulado, se elabore la lista de todos los comerciantes existentes en la localidad, distinguiendo los españoles de los extranjeros. Así se hizo en todas partes, y en nuestro Archivo conservamos un expediente con las listas completas de Ocaña entre 1773 y 1783.

Las listas de por sí ya son suficientemente interesantes. Las realizan, en años alternos, los dos únicos mayoristas de la localidad: Francisco Hayden, de origen irlandés, y Manuel del Río. Se insiste en que este último no es propiamente comerciante, pero debe incluirse en la nómina “pues su fábrica de curtidos sólo conduce al beneficio público” y evita la entrada de artículos extranjeros. De hecho, en 1776 Del Río consigue la protección real para sus fábricas de curtidos y de jabón duro. La documentación nos informa de que la fábrica de curtidos la compró a Martín González Salvador “hace muchos años”, mientras que la de jabón fue establecida en 1745 y desde entonces ha contribuido con cerca de 500.000 reales al erario público. Además, “la de curtidos tiene todas las oficinas correspondientes y los operarios precisos para su servidumbre, cuyos géneros son suelas, baquetas, cordobanes y badanas con abundancia y de especial calidad. Y en la de jabón hay una caldera de seiscientas cincuenta arrobas con todas las oficinas precisas, siendo el jabón duro que en ellas se labra de especial calidad, cuyos derechos y el de sus ingredientes producen anualmente a mi Real Hacienda veinte y cinco mil reales poco más o menos”. Se le ordena que no use “por ningún caso ni motivo de cabezas de cobre cerradas sin sangradores”, sino que funcione de acuerdo con las ordenanzas del sector.

Pero resulta que formar parte de esta lista tenía sus ventajas, entre ellas que los empleados de estos comercios mayoristas estaban exentos de las levas militares, lo que luego se llamarían “quintas”. Así que la insistencia en que Del Río y su fábrica fuesen considerados comercios mayoristas no era inocente. En 1776, este industrial afirma que tiene empleado a su sobrino Manuel Cecilio Huelves (cuyos descendientes, por cierto, serían prominentes políticos y alcanzarían la nobleza). Precisamente este mismo Huelves se había visto implicado el año anterior en una reclamación del síndico del concejo de Ocaña porque pretendía librarse de la leva alegando ser tenedor de libros en otra fábrica de jabón, la de Sebastián de Bonilla. El representante municipal alega que los fabricantes de jabón no pueden ser considerados comerciantes, que la lista había sido elaborada de forma fraudulenta, que el examen de las escrituras de los libros de caja de la empresa demuestra que Huelves no escribió nunca nada en ellos y, sobre todo, que “en ningún tiempo han necesitado de tales dependientes los comerciantes de aceite y jabón”. El asunto se resolvió porque, finalmente, el sorteo de los mozos obligados al servicio militar le resultó favorable pero, como hemos visto, al año siguiente ya tomó las correspondientes precauciones consiguiendo que su tío, Manuel del Río, le emplease en su fábrica de curtidos bajo protección real. Todo un montaje para evitar el servicio militar.
Lista de comerciantes minoristas españoles Lista de comerciantes minoristas extranjeros
No queremos terminar sin aludir a los comerciantes al por menor, ajenos a todo esto pero que también aparecen puntualmente registrados. Durante estos años hay seis comerciantes al por menor, cinco de ellos dedicados a “varios géneros ultramarinos, de lanas y ferretería y fábricas de estos reinos”, y el otro dedicado a “cacao y azúcar y toda clase de especiería”. Además, en relación aparte se indica que hay un comerciante francés, Pedro del Val (llamado a veces Manuel), también dedicado a los ultramarinos.