VETERINARIOS

El último sábado de abril es el Día Mundial de la Veterinaria. Así que hemos buscado algunos documentos sobre los veterinarios o “albéitares”, que este fue durante mucho tiempo su nombre.

Lo cierto es que prácticamente todos los documentos que hemos encontrado se refieren a denuncias por lo que hoy llamaríamos intrusismo profesional. Por ejemplo, en julio de 1834 Juan Francisco Sánchez y Antonio Arguedas, en nombre de “los demás profesores de veterinaria y albeitería” de Talavera de la Reina, se quejan de “los errores y defectos sustanciales que ha cometido Pedro Pérez, que, titulándose herrador, se ha fijado en la puerta llamada de Cuartos de esta dicha villa”. Dicen que Pérez no sólo carece de autorización para ejercer la veterinaria, sino que además es manifiestamente incapaz para ello. Los demandantes ya denunciaron el asunto al Ayuntamiento, que prohibió ejercer al herrador, pero él siguió trabajando como si nada. Los denunciantes aluden veladamente a algún tipo de corrupción (“difícil es acertar con el apoyo que cuenta para semejante osadía”) y acaban amenazando con acudir a instancias superiores. Al final tenemos las firmas de todos los veterinarios de la ciudad, siete en total. El Ayuntamiento volvió a ordenar a Pérez que cese en su actividad y parece que esta vez sí que obedeció.

Texto manuscrito: "Juzgado de Instrucción de Navahermosa. Año 1925 (Navalucillos). Rollo del juicio de faltas por denuncia de Carmelo Díaz Fernández contra Aniceto López Sánchez por ejercicio sin título de la Veterinaria. Nº 6"
Portada del pleito por ejercicio ilegal de la veterinaria en Los Navalucillos, 1925

Este tipo de problemas aparecieron cuando se crearon las primeras Escuelas de Veterinaria en España a finales del siglo XVIII. Hasta entonces, los albéitares eran profesionales prácticos, que aprendían trabajando junto a un maestro y no tenían más título que su propia experiencia. Muchas veces se confundían con los herradores y, ante la falta de veterinarios titulados, fueron ellos los que siguieron cuidando de los animales durante mucho tiempo. Como es lógico, cuando aparecían los veterinarios era fácil que también surgiera el conflicto. Por ejemplo, en este caso de Los Navalucillos en 1925.

Texto parte impreso y parte manuscrito: "Auto. Señores Presidente, Sánchez [ilegible], Domínguez. En la ciudad de Toledo, a ocho de septiembre de mil novecientos cuarenta y dos. Visto este sumario, procedente del Juzgado de Instrucción de Madridejos, y Resultando: que el presente sumario fue incoado por aparecer indicios de que el herrador Luis García Gallego, vecino de Camuñas, ha ejercido actos propios de veterinario pero sin atribuirse  la cualidad de ser profesor en tal materia..."
Sentencia en el pleito por intrusismo profesional en Camuñas en 1942

Generalmente, estos problemas se solucionaban sin demasiado alboroto. Tras la guerra civil, el Estado empezó a ordenar de forma más eficaz la sanidad animal, de manera que se extendieron los veterinarios titulados por todo el territorio y, a la vez, fueron desapareciendo los antiguos herradores. Todavía podemos encontrar algún conflicto, como este de Camuñas en 1942. Aunque los jueces de la Audiencia Provincial declaran que el imputado “ha ejercido actos propios de veterinario, pero sin atribuirse la cualidad de su profesión en tal materia”, sin embargo, dejan el asunto sin condena alguna. La benevolencia de los magistrados indica que se trataba de un caso ya residual.

CAPELLANÍAS Y BECAS EN CUERVA

La iglesia parroquial de Cuerva alberga, entre otras cosas, una excelente pintura de Luis Tristán dedicada a la Última Cena. Esta pintura se encuentra en una capilla, llamada “de las reliquias”. En esta capilla los hermanos Rodrigo Niño Laso de la Vega, conde de Añover, y Pedro Laso de la Vega, conde de Los Arcos, instituyeron una capellanía para asegurar el adecuado uso litúrgico de forma permanente. Además, la capellanía se asoció a la institución de seis becas para chicos naturales de Cuerva, Añover o Batres para que estudiasen en el “Colegio de Gramática” que había fundado, también en Cuerva, el mismo conde de Añover y cuyo edificio aún permanece en pie.

En nuestro archivo conservamos el libro de los cabildos de esta capellanía desde su fundación en 1620 hasta 1767, mediante el que puede seguirse su actividad puntualmente. En el primer cabildo, que viene precedido de un frontispicio impreso con cierta solemnidad, el mismo conde de Los Arcos “les dio e hizo merced de sus capellanías, dando a cada uno de su mano su nombramiento”. Se incluye la lista de los doce capellanes y de los seis muchachos becados para el colegio. Digamos que como “presidente” de la capilla queda el doctor Alonso de Alcocer, cura propio de la parroquia, asistido como capellán mayor por el licenciado Francisco Albarrán.

La implicación de los condes de Los Arcos con esta capilla es evidente. Ya en el primer cabildo que acabamos de comentar es el propio conde el que otorga de su mano los nombramientos y, además, lee las obligaciones de los capellanes. En varias ocasiones asiste personalmente a los cabildos y firma el acta, como esta de 1622. Incluso llegan a pegarse en el propio libro de cabildos documentos originales de los condes dirigidos a los capellanes. Por ejemplo, este de 1632, que mantiene el sello todavía en su sitio, donde se nombran tres colegiales becados, quejándose el patrono de que no se le han presentado más que un candidato por plaza, contraviniendo lo que dicen las constituciones de la capilla.

Texto manuscrito. Al margen, se lee: "Nota. Suspende su Excelencia a varios capellanes".
La suspensión de todos los capellanes

No faltan las ocasiones en las que el conde hace algo más que quejarse. En 1707 ordenó nada menos que la suspensión de todos los capellanes. Por desgracia, en esta ocasión no se ha conservado “el decreto… que queda fijado con obleas en la hoja siguiente”. En efecto, en la página siguiente están los restos de las obleas en cuestión, pero no el documento, que debió desprenderse en algún momento. Así que no sabemos más detalles sobre los motivos de este despido masivo, del que solo se exceptúan el capellán mayor y otro capellán.

Texto manuscrito.
Cartel de la convocatoria de becas

En fin, terminamos con el cartel original, también pegado en el libro de cabildos, del anuncio de la provisión de becas para el colegio de 1752. El mismo documento deja claro que se hicieron seis copias para los pueblos de Cuerva, Navahermosa, Las Ventas [con Peña Aguilera], Batres, Añover de Tajo y Añover de Tormes (Salamanca). Como es preceptivo, se pide que los chicos sepan leer, escribir y ayudar a misa.

LA ESTATUA DEL PADRE MARIANA

Hace algún tiempo ya os hablamos de Juan de Mariana, uno de los más ilustres intelectuales del siglo XVII español, que desarrolló casi toda su carrera en Toledo pero había nacido en Talavera de la Reina. En el AHPTO le tenemos especial cariño porque una de las fachadas de nuestro edificio linda con la plaza que lleva su nombre en Toledo. Pero es en su ciudad natal donde, además de dedicarle una céntrica plaza, existe una estatua en su honor. Su erección fue compleja y tortuosa hasta el punto de que el historiador Luis Francisco Peñalver le dedicó un libro entero en 1996, donde podéis consultar muchos más detalles y documentos, procedentes la mayoría del Archivo Municipal de la ciudad.

Monumento en mitad de una plaza, tras el que se ve una palmera. Sobre una basa alta rodeada por un cerca de hierro baja, está la estatua de un varón con capa, un libro cerrado en una mano y una pluma en la otra.
Monumento a Juan de Mariana en Talavera de la Reina. Créditos: Zarateman, CC0, via Wikimedia Commons.

En el AHPTO conservamos el expediente de una parte de todo este proceso: la cesión del solar para levantar el monumento. Se inicia el 28 de diciembre de 1872, cuando el Ayuntamiento de Talavera pide al Ministerio de Hacienda que se les ceda un solar que el Estado ha puesto a la venta en la Puerta de Cuartos. “Dicho solar”, dicen los próceres, “según la tradición y la opinión constante transmitida de generación en generación, fue la casa en que nació el varón esclarecido Juan de Mariana, historiador de España y honra de esta Nación” y por eso pretenden levantar allí un monumento a tan ilustre convecino. Incluso, si es necesario, se ofrecen a pagar las 170 pesetas en que está tasado el solar. Firman los concejales con su alcalde, Justiniano Luengo, a la cabeza. Al margen, la minuta de la resolución favorable del Director General Tomás Rodríguez Pinilla.

Texto manuscrito: "“Dicho solar, según la tradición y la opinión constante transmitida de generación en generación, fue la casa en que nació el varón esclarecido Juan de Mariana, historiador de España y honra de esta Nación. el Ilustrísimo Ayuntamiento y el pueblo de Talavera todo desearían conservar ese terreno y edificar en él un pequeño monumento".
«…la casa en que nación el varón esclarecido Juan de Mariana.»

Con esto empieza el papeleo. La Administración Económica de la provincia dice el 3 de febrero de 1873 que, para cumplimiento de la legislación vigente, es necesario elaborar una memoria, un proyecto y su correspondiente presupuesto. Al día siguiente, aprovechando que el arquitecto provincial está de visita en la ciudad, el alcalde ordena que se le pida que realice el informe aludido. Pero ya se alude a que “dependiendo la construcción del monumento que se proyecta del resultado que ofrezca la suscripción voluntaria ya iniciada, no es factible hoy precisar su importancia ni otros detalles”. Es decir, que todo dependerá del dinero que se consiga recaudar.

Plano titulado "Plano del solar de la casa del P. Juan de Mariana en talavera de la Reina". es un solar cuadrangular, con un rebaje  en la esquina superior derecha. Tiene escala de metros, fecha y firma del arquitecto.

El 13 de febrero el arquitecto, Mariano López Sánchez, emite el informe en cuestión. Es breve y conciso. Constata que el solar tiene una superficie de 253 m2 y un valor de 157 pesetas y diez céntimos, pudiendo producir una renta anual de nueve pesetas. Se acompaña un plano. Además, el arquitecto hace un segundo informe, esta vez destinado a la Administración Económica, en el que resalta “la escasa importancia y ningún valor real” del solar, que solo tiene interés por su relación con Juan de Mariana, y también la dependencia del proyecto del dinero que pueda recaudarse de la suscripción abierta por el Ayuntamiento.; incluso se sugiere que el Ayuntamiento podría utilizar el local para otros propósitos además de la erección del monumento.

Texto manuscrito: "Villa de Talavera de la reina. Año de 1873. expediente solicitando la comisión del solar que fue casa en que nació el P. Juan de Mariana a fin de construir un monumento que perpetúe la memoria de tan célebre historiador".
Portada del expediente

El 27 de febrero se remite todo el expediente a la Administración Económica, que acaba dando su visto bueno. Nuestros documentos terminan aquí, pero el Ayuntamiento talaverano tardó más de veinte años en reunir el dinero suficiente y encargar la estatua al escultor Eugenio Duque, instalándola finalmente en otro lugar, la plaza que lleva el nombre del ilustre historiador, junto a las Casas Consistoriales, donde puede contemplarse hoy.

LOS GITANOS: UNA HISTORIA DE DISCRIMINACIÓN

El día 8 de abril es el Día Internacional del Pueblo Gitano. Desde que los primeros gitanos llegaron a la Península Ibérica a finales de la Edad Media, su situación de discriminación de hecho o de derecho ha sido casi constante. En realidad, es un pueblo marginado en buena parte del mundo, asociado a una imagen de pobreza y delincuencia, pero también de exotismo y hasta cierto misterio.

Estas dos fotografías, procedentes del fondo Rodríguez, pueden ilustrar bien esta doble imagen de los gitanos. Por un lado, dos jovencitas posan para el fotógrafo Pedro Román, que intenta suavizar la miseria evidente con algunas flores en sus manos y en su regazo. Por otro lado, una curiosa escena de lo que parece ser el interior de una tienda fabricada con telas militares (del Regimiento de Infantería de Saboya nº 6, que con ese nombre funcionó entre 1833 y 1931) donde una familia, supuestamente gitana, toma el té como si se tratase de una jaima.

Cuadro que representa, en primer plano, un grupo de personas con vestimentas orientales arrodillados en actitud suplicante. Frente a ellos, a nuestra izquierda, un clérigo y un noble parecen conversar. Al fondo del conjunto, una galería de apariencia románica tras la que se ve una mujer ricamente ataviada rodeada de pajecillos y soldados.
Long, Edwin; The Suppliants: Expulsion of the Gypsies from Spain; Royal Holloway, University of London

Uno de los momentos de mayor represión contra el pueblo gitano en España fue la “Gran redada” de julio de 1749, cuando el rey Fernando VI y su ministro el marqués de la Ensenada, tan bien considerado por otros proyectos, ordenaron encarcelarlos y llevarlos a la extinción mediante la separación estricta de los hombres y las mujeres para evitar su reproducción. Afortunadamente, pronto se vio que el plan genocida no funcionaría y fue abandonado en la práctica. Sin embargo, la derogación formal de esta legislación no llegaría hasta 1783 y, durante estos años, los gitanos tuvieron muy limitados sus movimientos y posibilidades de vida. En este contexto se inscribe la siguiente historia.

Fragmento de documento manuscrito, con algunas frases subrayadas en rojo.
«…de viaje a los baños de Fuen Caliente… unos dolores huniversales [sic]… pues por sí no se puede manejar ni aun subir en una cavallería [sic] menor…»

En agosto de 1759 los hermanos Luis y Francisco Montoya, gitanos de más de 80 años de edad, obtienen permiso de las autoridades de su pueblo, Villanueva de los Infantes, para visitar las aguas termales de Fuencaliente y tratar de aliviar sus muchos achaques, tal como les ha aconsejado el médico. Para un viaje tan largo, contarán con la asistencia de sus respectivas hijas, María y Mariana, y de un sobrino llamado Luis de Montoya “el menor”. Pero al llegar a Carrión de Calatrava un agente de la Santa Hermandad les pide los permisos para viajar y, como no los tienen porque eran verbales, detiene a los varones y los encarcela en Toledo. En un primer momento, las dos mujeres se refugian en un convento de la localidad, pero enseguida siguen a sus parientes.

Fragmento de un documento. Se ven dos firmas: "Mariana Montoya" y "Palomeque". También se ve el principio de una rúbrica notarial: "ante mí"
Firma de Mariana Montoya

Precisamente son las declaraciones de ambas mujeres las que inician el proceso judicial para liberar a los dos ancianos. Ponen el acento en los “dolores universales” que sufren, de manera que “por sí, no se pueden manejar ni aun subir en una caballería menor”. Es interesante que Mariana Montoya sea la única de su familia que firma al final de su declaración, es decir, que sabe escribir.

Fragmento de un manuscrito en el que están resaltadas las siguientes frases. "Que yo el dicho Luis de Montoia el menor, aunque soy pariente, no soi lexítimo jitano, y vivo en dicha villa con la mayor azeptazión... De donde jamás he salido ni he tenido ni tengo cavallerías ni otros tratos en que se pueda atribuirme comercio con los jitanos, estando como estoy sujeto a mi travajo personal de la labranza..."
«…no soy lexítimo jitano [sic]… ni he tenido ni tengo… comercio con los jitanos [sic]…»

Siguen las declaraciones de los dos hermanos ancianos, insistiendo en su vida pacífica allá en Villanueva. Lo mismo declara el pariente Luis “el menor”, pero este recalca una y otra vez que “aunque soy pariente no soy legítimo gitano y vivo en dicha villa con la mayor aceptación… ni he tenido ni tengo caballerías ni otros tratos en que se pueda atribuirme comercio con los gitanos”. Incluso aportará hasta cuatro testigos que confirman que aunque es pariente de algunos gitanos por parte de madre “ni él lo es, como lleva declarado, ni en sus operaciones lo parece”.

Página de papel sellado manuscrito.
Informe médico

Por último contamos con el demoledor informe del médico y el cirujano de la Santa Hermandad: ambos ancianos sufren enfermedades paralizantes graves que les producen continuos dolores y les ponen en serio riesgo de morir, sobre todo “si hoy se mantuviesen en el mismo sitio frío donde se hallan”. Por fin, el 15 de octubre, el corregidor ordena que se les devuelva escoltados a Villanueva y sean entregados al gobernador, conminándoles a no volver a salir de aquella localidad.

EL ESCUDO DE LILLO

A veces encontramos pequeños tesoros entre nuestra documentación, como es el caso del escudo de este municipio toledano, que se halla como portada en el protocolo del notario de Lillo, Bernardo Manuel Ruiz. Es un estupendo dibujo del escudo heráldico de la villa de los años 1785-1787.

No vamos a entrar en su descripción, puesto que no somos heraldistas, y sólo ellos dominan la complejidad de su terminología y exégesis. Pero nos vamos a permitir hacer una somera identificación. A grandes rasgos, tenemos un escudo coronado y dividido en cuatro cuarteles, en los dos superiores aparece un león y un castillo, haciendo referencia a los reinos de Castilla y León, y en los inferiores, por un lado, a la izquierda un cuartel partido con un árbol y círculos o roeles, y en el lado derecho tres flores de lis, y dos lobos pasantes.

Lo curioso es que los elementos de este último cuartel son los que aparecen en el actual escudo de la villa, adoptado tras su aprobación en 1994, que está partido en dos cuarteles y mantiene los lobos y la flor de lis y que podemos ver aquí: (https://bitly.ws/3gNkZ).

Se recogió otra versión del escudo en “Heráldica Municipal de la provincia de Toledo” (https://bitly.ws/3gNgG). Éste parece que estuvo vigente como símbolo de la localidad hasta 1994, de él se tiene noticia al menos en 1964 con motivo del hermanamiento de la villa de Lillo con la del mismo nombre en Bélgica. Contiene algunos de los elementos del histórico: los lobos, representativos del linaje de los Ayala que ostentaron el señorío de la villa, ya lo detallaban las Relaciones del Cardenal Lorenzana de 1782. Con respecto al escudo del siglo XVIII, no incluye la flor de lis, que sí está representada en el actual.

Lo dejamos abierto a cualquier aportación que los expertos en heráldica municipal puedan hacer y que nos ayude a su comprensión.

Este dibujo se lo debemos al amanuense del notario, Luis Crisanto, que demostró ser un magnífico dibujante. En los folios siguientes decoró la portada del índice con el siguiente texto: “Abecedario de los ynstrumentos que contiene este registro publico. Actuados por Bernardo Manuel Ruiz, escribano del Rey nuestro señor, en todos sus reynos y señorios, publico del numero y Ayuntamiento de esta villa de Lillo. Hecho por su amanuense Luis Chrisanto Perez Don Fradique”. Manifestó además ser un estupendo calígrafo, pues encabezando el principio de cada una de las letras del índice, las dibuja de forma artística.

AGUADORAS Y AZACANES

Mañana es el Día Mundial del Agua. Acostumbrados como estamos a que en todas las casas haya varios grifos y el agua salga por ellos sin ningún esfuerzo, no nos hacemos a la idea de la dureza cotidiana que suponía, hasta hace no mucho tiempo, ir a buscar agua todos los días. Por eso, le vamos a dedicar nuestra entrada de hoy a las aguadoras y los azacanes.

La tarea de acarrear diariamente el agua a las casas correspondía casi siempre a las mujeres, que se afanaban a ello desde bien pequeñas. Las fotografías de Pedro Román ilustran esta situación, a pesar de que el fotógrafo procura suavizar la escena.

Fotografía que muestra a una mujer inclinada en además de ir a recoger un gran jarrón de agua del suelo. delante de ella, una niña con una jarra más pequeña en la cadera. Ambas están en una calle inclinada calle en cuesta. Tras ellas, algunas casas y al fondo las murallas de Toledo.

Y si las fotos anteriores, sin ocultar la miseria, pueden tener algo de pose, esta, en la que vemos a una niña y su madre (o quizá su abuela) afanándose por las calles de Toledo con sus cántaras de agua, creemos que es suficientemente significativa.

No todo el mundo se veía obligado a bajar al río a buscar agua. En algunos lugares existía la alternativa de las fuentes, mucho más cómodas. Aquí podemos ver la fuente situada en medio de una localidad desconocida y otra, con sus tres caños, a la vera de un camino, también en un lugar que no localizamos.

Fotografía que muestra en primer plano a un hombre sobre un burro que porta además dos cátaras de agua. Están a la orilla del río Tajo, en Toledo. Al fondo, el puente de Alcántara. Detrás del hombre, una mujer se inclina sobre un objeto no identificado.

En esta última fuente ya encontramos a los azacanes o aguadores, es decir, las personas que llevaban el agua desde las fuentes o desde el río hasta el interior de las ciudades y pueblos, ayudándose de un burro o incluso de bueyes y carretas. Además de las fuentes, en Toledo los azacanes llenaban sus cántaros del río Tajo, en la zona del Puente de Alcántara, como vemos en esta fotografía.

Imagen de la plaza de San Nicolás de Toledo. Al fondo, dos paredes en chaflán, una de ellas con puerta. En el segundo piso de ambas paredes, sendas ventanas. Las paredes están cubiertas con carteles de propagando electoral de las elecciones de 1936. A la derecha, portalón de la iglesia de San Nicolás. En medio de la plaza, tres carrillos con cántaras de agua. Uno de ellos, el situado más a la izquierda, está rodeado de mujeres. Entre los otros dos hay un hombre joven. Apoyados en la pared de la derecha, otros dos hombres jóvenes.

Una vez en la ciudad, los azacanes a veces utilizaban carrillos para portar las cántaras, como se puede ver en esta conocida imagen de la plaza de San Nicolás, fácilmente fechable en la primavera de 1936 por los carteles de propaganda electoral.

Imagen de muchas personas y algunas caballerías en una explanada. En primer plano, dos hombres, con sombrero y cigarros, parecen charlar. A su derecha, otro hombre, al parecer con discapacidad física, les mira mientras sujeta una cántara de agua y un jarrillo.

Pero otras veces sencillamente llevaban el cántaro a cuestas y soportaban el calor y la indiferencia de sus potenciales clientes. Así lo vemos en esta escena de dos tratantes conversando, seguramente en la feria de ganado que se celebraba frente a la Puerta de Bisagra de Toledo mientras el aguador espera por si alguno de ellos quiere comprarle un vaso de agua.

LA DESAMORTIZACIÓN Y SUS ESTADÍSTICAS

Como es sabido, la “desamortización” consiste en la expropiación de determinados bienes considerados improductivos, en especial bienes inmuebles, con la intención de ponerlos en producción. A lo largo de la historia de España y de otros países se han producido varios episodios de desamortizaciones que, por lo general, han tenido por objeto las propiedades de la Iglesia. La más conocida es la llamada “desamortización de Mendizábal”, que fue el ministro que la impulsó a través de varios decretos entre julio de 1835 y marzo de 1836, y que afectó fundamentalmente a las órdenes religiosas masculinas. Por este sistema, el Estado se incautó de una enorme cantidad de tierras, rentas y edificios y también de su contenido, incluyendo las bibliotecas, las obras de arte y los archivos.

Cuadro estadístico manuscrito. En el encabezamiento dice. "Comisión de Arvitrios [sic] de Amortización. provincia de Toledo. Año de 1837. "
Cuadro del estado de los conventos en 1837

Las desamortizaciones han hecho correr ríos de tinta. Pero aquí nos vamos a fijar en algunos de los documentos que elaboró la Delegación de Hacienda para gestionar tal cantidad de bienes llegados de golpe. Por ejemplo, esta lista, fechada en junio de 1837, de todos los conventos de la provincia que debían haber sido suprimidos. Además del nombre del convento y de la orden a la que pertenecía, se anotan los “días que los religiosos los desocuparon, autoridades o personas que recogieron los muebles de cada comunidad, quiénes las librerías, pinturas y demás efectos adjudicados al Ministerio de la Gobernación, quiénes las alhajas, vasos sagrados, ornamentos, y los que faltan remitir las copias de los inventarios”. Aparecen 101 conventos. Pero se observa que muchos tienen todavía sus enseres “en el convento” y los religiosos “existen” (se entiende, que viven en el convento), lo que significa que, en la práctica, no fueron suprimidos, al menos no inmediatamente. Hay que destacar, también, que el destino de la mayor parte de los enseres es el Gobernador Civil, pero que los objetos litúrgicos se entregan al cura del pueblo o al vicario eclesiástico, salvo algunas excepciones.

Lista manuscrita. en el encabezamiento dice: "Provincia de Toledo. Año de 1837. relación demostrativa del número de conventos suprimidos en esta provincia por virtud de Reales Decretos vigentes, pueblos donde se hallan situados, destino del edificio y demás que se expresa a saver [sic]".
Lista de conventos desocupados en 1837

Otra lista más escueta pero del mismo año relaciona solo 63 conventos suprimidos. La diferencia de número con la anterior puede explicarse porque aquí solo se relacionan los conventos efectivamente desocupados por los religiosos. Se señala para todos ellos su destino actual pero, salvo una docena, todos están abandonados o incluso arruinados. El resto se han dedicado preferentemente a cuarteles, aunque también encontramos algún otro uso, como convento de agustinos calzados, utilizado como cárcel y que, con el tiempo, llegaría a ser sede de las Cortes de Castilla-La Mancha. Solo en el de “Franciscanos Observantes” de Toledo (es decir, San Juan de los Reyes), se anota: “Con un mérito artístico, muy elegante y conviene su conservación”.

Cuadro estadístico manuscrito. La cabecera dice: "Registro general de censos en fabor. Provincia de Toledo. Inquisición. Real Fisco de la extinguida Inquisición de la ciudad de Toledo"
Cuadro de los censos percibidos por la Inquisición de Toledo, 1843.

Tanto o más interés que los propios inmuebles tenían las rentas que estos conventos percibían y que fueron incorporadas a los ingresos públicos. Por ejemplo, este cuadro, elaborado en agosto de 1843, que presenta los censos que correspondían a la Inquisición de Toledo. Se especifica su naturaleza, quién lo paga, las fincas afectadas, el capital inicial, sus réditos anuales, la fecha del pago, la de la escritura y el nombre y pueblo del notario de la escritura. Pero hay muchas de las que se ignoran las fincas, si se paga o no y los datos de la escritura de imposición.

Cuadro estadístico manuscrito. El encabezamiento dice: "Provincia de Toledo. Relación de los derechos a patronatos que tienen los conventos de religiosos de esta provincia formada en virtud de lo prevenido en el artículo 3º de la Real Orden de 31 de marzo de 1844".
Cuadro de las rentas de patronato de los conventos de Toledo, 1844

Algo parecido refleja este otro cuadro, de diciembre de 1844, que relaciona las rentas derivadas del patronato que cada convento tenía en alguna fundación laica. Aparece el nombre del convento, el del fundador o fundadora del patronato, los capitales afectados (en dinero o en fincas), el lugar, fecha y notario de la escritura de fundación y una alusión a los “Documentos que existen en el archivo de la Contaduría de Bienes Nacionales por los cuales se han sacado estas fundaciones”. Esto último generalmente es una alusión muy general (“una escritura”, “un testamento”) pero a veces da más precisión, como “Un testamento según libro becerro más moderno, folio 701” que corresponde a la renta de una casa en Toledo que era del convento de Santa Úrsula como patrono de la fundación que Alonso de la Serna y Juan de Segura habían fundado en Sevilla en 1580. Ciertamente, la contabilidad del Antiguo Régimen era compleja.

TRABAJO RURAL FEMENINO

Aunque las mujeres siempre han trabajado en el campo, hasta bien entrado el siglo pasado no era habitual que recibieran por ello un salario o que realizaran determinadas tareas consideradas masculinas. En este ámbito, como en los demás, la igualdad laboral se construye con mucha lentitud y dificultades. Un expediente judicial que conservamos en el AHPTO ilustra bien estos problemas durante la II República.

Tres hojas escritas con fragmentos del proceso por injurias contra el alcalde de Consuegra en 1933
Fragmentos del proceso

El 9 de julio de 1933 se reunió el pleno del Ayuntamiento de Consuegra para debatir el problema de la falta de mano de obra para afrontar las tareas agrícolas. El alcalde, Estanislao Sánchez Barba, propuso entonces que se permitiese a las mujeres participar en esas tareas, apoyándose en la legislación recientemente aprobada al efecto. Obsérvese que, como él mismo declara, esta legislación permite la contratación de mujeres solo cuando ya estén trabajando todos los varones disponibles, pero no antes. En todo caso, algunos concejales adujeron que había otras formas de solucionar la falta de mano de obra, como contratar a hombres de otros pueblos o permitir las horas extraordinarias. Todo, menos contratar a mujeres. El vecindario, que estaba presente, empezó rápidamente a soliviantarse llegando incluso a amenazar a gritos con “arrojar al alcalde por el balcón” y expresiones similares. El alcalde entonces propuso discutir el asunto en su despacho con una comisión y acabó rectificando su propuesta. El asunto fue denunciado por injurias y amenazas y acabó en la Audiencia Provincial, que absolvió a los vecinos acusados de los desórdenes. Merece la pena leer con detalle los fragmentos que os ofrecemos de algunas declaraciones para hacernos una idea de la crispación que suponía este asunto en la España de esta época.

Además de los esfuerzos legales y políticos, la II República intentó difundir en los propios pueblos y campos esta idea del trabajo agrícola igualitario. Así se observa en estas dos fotografías en las que, a pesar de su escasa calidad técnica, vemos a grupos de mujeres y hombres posando en actitud de realizar algunas tareas del campo. Si os fijáis, veréis la diferencia en el atuendo y la actitud de algunas de estas mujeres, ataviadas con sombrero de paja y vistiendo ropas muy similares, casi como un uniforme, y el resto de mujeres y hombres. Quizá las primeras fuesen más bien difusoras del trabajo femenino en el campo que auténticas campesinas del momento. Las fotografías probablemente estén tomadas en la localidad de Los Llanos (Albacete) y son del año 1936.

Fotografía de un grupo de mujeres alineadas, cada una con un cesto en la mano, en un campo de olivos
Olivareras de Toledo

Por último, traemos una fotografía tomada en un lugar indeterminado de la provincia de Toledo, probablemente por la misma época, de un grupo de mujeres solas que, al parecer, estaban trabajando en la recogida de la aceituna.

LOS PERGAMINOS DE LA COLEGIATA DE ESCALONA

En la signatura 32431 de nuestro archivo se encuentra una pequeña colección de siete pergaminos que parecen proceder de la antigua Colegiata de Escalona y están fechados en la primera mitad del siglo XVII. Probablemente llegaron aquí entre 1972 y 1975 pero, como ocurre en otras ocasiones, no sabemos exactamente cuándo ni por qué motivo. Eso sí, fueron restaurados hace algunos años y están en buen estado de conservación. Echemos un vistazo a algunos de estos documentos.

Documento manuscrito en pergamino y en latín.
Clemente VIII concede una capellanía en Escalona

El primero son las letras apostólicas de Clemente VIII concediendo una capellanía en la iglesia parroquial de San Vicente en Escalona al clérigo Francisco de Noja por renuncia de Tomás de Salaberte. Está fechado en San Pedro de Roma el 1 de noviembre del “año incarnationis Dominice” de 1603. El “año de la Encarnación” es una fórmula cronológica típicamente medieval, aunque, como vemos, siguió utilizándose en la cancillería pontificia largo tiempo. Consiste simplemente en iniciar el año el día de la Encarnación, es decir, el 25 de marzo, en lugar del habitual 1 de enero. En nuestro caso, esto no afecta a la datación: el documento está fechado el 1 de noviembre de 1603. Observad la solemnidad de las primeras palabras y la belleza de la caligrafía eclesiástica.

Fragmento de un documento manuscrito. A la izquierda hay un dibujo de una hoguera y bajo ella el lema "Deorsum nunquam".
Signo del notario Constantino Bonello

Un detalle llamativo en varios de estos documentos son los signos de los notarios apostólicos. Hemos recortado la imagen para que se aprecie mejor el signo del notario romano Constantino Bonello, colocado al final del testimonio de la renuncia que hizo Luis de Oviedo al arciprestazgo de Escalona a favor de Diego Roque Pacheco, quizá hijo natural del Marqués de Villena, Juan Gaspar Fernández Pacheco, a cambio de una compensación económica, en 1613. Como puede observarse, se trata de una hoguera con el lema “Deorsum numquam”, algo así como ”Nunca abajo”.

Documento manuscrito en pergamino. En su borde inferior, se aprecia el sello de cera roja pendiente con cazoleta y vínculo rojo. En la zona inferior del documento, a la izquierda, el dibujo del notario.
Sentencia en el pleito entre el marqués de Villena y el arzobispado de Toledo

La mayoría de estos documentos conservan trazas de haber tenido sello de cera pendiente, pero, desgraciadamente, el sello ha desaparecido. Hay un caso, sin embargo, que aún lo conserva. Se trata de la sentencia en el pleito entre el ya mencionado Marqués de Villena, Juan Gaspar Fernández Pacheco, con el arzobispado de Toledo sobre la fundación y dotación de la Colegiata, fechada el mismo año que el documento anterior. Como vemos, mantiene su sello redondo en cera roja con su cazoleta protectora. También es interesante el dibujo, utilizado por muchos notarios apostólicos, que representa tres piedras tras las que asoman dos llaves, todo ello alusivo a San Pedro. Sobre las piedras, que presentan inscritas las letras ILC (iniciales del notario, Iohannes Cartonius), hay una estrella de ocho puntas surmontada de una cruz. Bajo el conjunto, el lema: “In Domino confido”, es decir “Confío en Dios”.

Documento manuscrito en pergamino. En la parte inferior, dibujo del notario. Mantiene el vínculo de sello, pero el sello mismo se ha perdido.
Sentencia en el pleito entre la Colegiata y Alonso Ruiz de Ribera

De estructura similar, pero evidentemente de menor solemnidad, sin duda por la categoría del interviniente, es la sentencia en el pleito entre Alonso Ruiz de Ribera, clérigo de la diócesis de Toledo, con la Colegial sobre la capellanía de Celada, también de 1613. El dibujo tiene el mismo diseño que el anterior pero sin la estrella y, de nuevo, ejecutado con mucho menos cuidado. Y, en fin, tenía su sello pero esta vez se ha perdido.

EL DOCTOR FRANCISCO DE PISA

Francisco de Pisa (1534-1616) fue uno de los más importantes intelectuales toledanos del Siglo de Oro. Se formó principalmente en la Universidad de Toledo, donde fue catedrático de Sagrada Escritura y decano de Teología. Como sacerdote, fue párroco sucesivamente en San Lucas de Toledo, San Juan Bautista de Yuncos y Santas Justa y Rufina, de nuevo en Toledo. De allí obtuvo una canonjía en la Catedral, donde fue capellán mozárabe largos años. De entre sus muchas obras, destaca la “Descripción de la imperial ciudad de Toledo”, publicada en 1604. También fue conocido por sus reservas respecto de los libros de Santa Teresa de Jesús. Conservamos de él dos retratos, ambos de El Greco. El que os presentamos es el más conocido y se encuentra en un museo de Texas.

Retrato de caballero del Siglo de Oro, de pie, tras una mesa donde hay un libro abierto sobre el que posa sus manos.
Retrato del Dr. Francisco de Pisa, por El Greco (Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas). Dominio público
Fragmento de texto manuscrito, con las firmas de Francisco de Pisa y Pedro Rodríguez. Se ve parte del signo del notario.
Firmas de Francisco de Pisa y de su editor Pedro Rodríguez

Como decimos, su principal obra fue la “Descripción de la imperial ciudad de Toledo”, también conocida simplemente como “Historia de Toledo”, que vio la luz en 1604 en casa del impresor Pedro Rodríguez. Conservamos el contrato de impresión, similar a otros de la época, como el que en su día comentamos del padre Juan de Mariana; ambos contratos fueron comentados extensamente por Hilario Rodríguez. En la imagen podemos ver el final de este contrato, con las firmas de ambos intervienentes más, como siempre, la del notario. Por lo demás, parece que el editor no fue todo lo honrado que debía con el autor.

Texto manuscrito. Está subrayado: "...los doctores Francisco de Pisa, deán de Theología y Artes..."
«Francisco de Pisa, deán de Teología y Artes»

Estuvo vinculado largos años a la Universidad de Toledo, en cuyos documentos de la época aparece con frecuencia. Por ejemplo, aquí lo vemos en el encabezamiento de un claustro de septiembre de 1608. Como puede observarse, su nombre aparece justo detrás del maestrescuela con su título de “deán de Teología y Artes”; ambos (el maestrescuela y Pisa) son los únicos en los que se hace constar su cargo.

Su testamento fue publicado en su día por Juan Carlos Gómez-Menor. Se otorgó el 12 de septiembre de 1613 y fue posteriormente aumentado con un breve codicilo. Podemos destacar de este documento algunos detalles. Por ejemplo, Pisa llama a sus propiedades “mi hacenduela y pobreza y bienes temporales”. En realidad, más que pobre podríamos decir que era un sacerdote modesto. En todo caso, la mayor parte de sus bienes serán repartidos entre diversas órdenes religiosas, además de ocuparse de sus criados (en especial de una tal Polonia de los Ángeles), de las acostumbradas mandas para pobres y de aumentar la dotación de una cátedra de la Universidad. Pide que le entierren en la Capilla Mozárabe de la Catedral y nombra “por mi universal heredera, a mi ánima, para limosnas y obras pías, para que todo se distribuya y reparta”.