LOS ALUMNOS

Ayer día 24 fue el Día Internacional de la Educación. Con este motivo, hemos buscado algunas imágenes relacionadas con ello y nos hemos fijado en los alumnos.

Grupo de alumnos y sus profesores.
La promoción de 1883 del Instituto de Segunda Enseñanza de Toledo

Desde que se popularizó la fotografía empezó a ser costumbre en muchos colegios hacerse un retrato de grupo todos los alumnos de una misma promoción, costumbre que llega hasta hoy. Entre los documentos del Instituto Provincial hay una buena serie de este tipo de retratos. El más antiguo es este que os ofrecemos, de 1883. Como podéis ver, la foto es obra de Casiano Alguacil y se identifica al grupo como los “graduandos”, es decir, los que van a obtener el título de bachiller, lo que significa que tendrían unos 17 años. Son los adolescentes de la época. Ante ellos, con la dignidad propia del caso, el director del centro, Celedonio Longoria Álvarez, con sus imponentes patillas blancas, y otros dos profesores que no hemos sabido identificar.

Grupo de niños y niñas con sus profesores.
El primer curso del Instituto Provincial de Toledo en 1925

Unos años después, la ceremonia del retrato colectivo ya se extendía a los alumnos más pequeños, como este grupo de primer curso (unos 12 años) de 1925, donde ya aparecen las chicas. Eso sí, el director, que entonces lo era Constantino Rodríguez, sigue en medio del grupo, flanqueado por dos profesores y por las alumnas. La fotografía es del madrileño Luis Saus.

Precisamente hablando de la educación de las mujeres no podíamos dejar de mostraros estas dos imágenes. La más antigua no tiene fecha y parece representar a un grupo de niñas de un asilo en la ciudad de Toledo. La más moderna es de la Escuela Rural de Talavera la Nueva y puede fecharse en 1964. En ambas encontramos la clase de costura o de “labores”, algo considerado propio de la educación femenina hasta hace muy poco tiempo.

Grupo de niñas sentadas en el suelo, haciendo gimnasia, en una plaza, con su maestra al frente y un grupo de autoridades y de público observándolas.
Demostración de gimnasia de las niñas de la escuela de Talavera la Nueva (1964)

Con todo, la clase de costura seguramente no era el peor de los momentos para los colegiales de cualquier época. Tampoco debía serlo la de Gimnasia, como esta al aire libre también de Talavera la Nueva del mismo año y ante la mirada de las autoridades; quizá, más que clase era una especie de demostración.

Grupo de alumnos en clase, con su profesor, todos sentados. Ante ellos, otro alumno señala con un puntero en un mapa de Asia.
Clase de geografía en el Colegio «María Cristina» de Toledo

En todo caso, mucho más tensa debía ser, por ejemplo, la clase de Geografía. Aquí tenemos una en el Colegio de Huérfanos de María Cristina de Toledo, con el alumno más aplicado (esto lo imaginamos, ya que le iban a hacer una foto) recitando las capitales de Asia ante su profesor y sus compañeros, todos convenientemente uniformados. Por cierto, si os fijáis, detrás del profesor hay una ventana en cuyo marco aparecen algunos grabados con nombres, obra sin duda de algún caballerete dispuesto a inmortalizarse. Como vemos, en algunas cosas las aulas han cambiado mucho pero en otras no tanto.

Grupo de niños en el patio del colegio.
La hora del recreo en el Colegio «María Cristina»

Por ejemplo, tampoco ha cambiado demasiado la hora del recreo. Los mismos jovenzuelos uniformados de antes los encontramos ahora jugando mucho más desinhibidos en el patio de su colegio. Como es sabido, el Colegio de Huérfanos de Infantería “María Cristina” se inauguró en 1897 y funcionó hasta el final de la guerra civil, como explica Rafael del Cerro en este artículo. Sus instalaciones luego han sufrido muchas vicisitudes, aunque su nombre todavía se mantiene en algunos establecimientos de la zona.

ESPINOSO DEL REY, 200 AÑOS ATRÁS

Se suele considerar el 13 de enero de 1824 como la fecha de la fundación de la Policía Nacional. Ese día, Fernando VII promulgó un Real Decreto creando la “Policía General de Vigilancia y Seguridad Pública”. La primera de sus funciones, que hoy nos resulta sorprendente, era “formar padrones exactos del vecindario de los pueblos del Reino”. Cumpliendo esta norma, en febrero de 1829 se redactó la “Matrícula del número de vecinos que tiene esta villa” de Espinoso del Rey. Se trata de un cuaderno de tamaño cercano a nuestro actual DIN A-3, con sus hojas cosidas y en buen estado de conservación, del que tenemos dos ejemplares iguales. Aunque los conocidos como “Censos de la Policía” no suelen considerarse todavía documentos estadísticamente fiables, no cabe duda de que aportan mucha información, sobre todo para lugares pequeños como este.

"Villa de Espinoso del Rey. Provincia de Toledo. Partido de Talavera de la Reina. Año de 1829. Matrícula del número de vecinos que tiene esta villa en el año arriba fechado"
Portada del censo de Espinoso del Rey (1829)

Echemos un vistazo al interior. El documento está firmado por “el alcalde, encargado de policía” Vicente Fernández. Los vecinos se ordenan por calles y por número de casa: calle de la Pasadera, de la Huerta, de Olivares, del Rollo, Ancha y Acirate (un acirate es una “loma que se hace en las heredades y sirve de lindero”, según el DRAE). De cada uno, además del número de su casa y de su nombre, se especifica su edad, su estado, su ocupación, su lugar de nacimiento y el tiempo que lleva residiendo en Espinoso, con un espacio para posibles observaciones, aunque no se realiza ninguna. Como se trata solo de un recuento de vecinos, no se detalla cuántas personas viven en cada casa.

"6. Luis Sánchez Rubio. 62 [años de edad]. Viudo. Jornalero. [Natural] de esta villa. 62 [años de residencia en ella].
"Antonio Labrador, 20 [años]. Casado. Mozo de labor. De esta villa. 20 [años de residencia].
"7. Miguel Caules. 79 [años]. Casado. Pobre miserable. de esta villa. 79 [años de residencia]".
El más joven y el más viejo del pueblo

Por supuesto, no podemos aquí hacer un estudio completo del documento, pero sí nos fijaremos en algunos detalles. El vecino más joven es Lorenzo Alonso, que vive en la calle de la Huerta, tiene 23 años, es “mozo de labor” y nació en la misma villa (puesto que afirma que lleva también 23 años viviendo en ella). Tenemos también a Antonio Labrador, de 20 años y de la calle del Rollo, de la misma ocupación, pero este vive junto con Luis Sánchez Rubio, viudo de 62 años, quizá su padre o algún pariente. Los más ancianos son María Rivera y Miguel Caules, ambos de 79 años y residentes en la calle del Rollo; ambos son también calificados como “pobre miserable” y, mientras que María es viuda, Miguel todavía figura como casado. Da la casualidad de que  el  más viejo y el más joven vivían en casas contiguas y aparecen listados justo uno detrás de otro

"1º. Don Clemente Giménez Hervás. 53 años. Cura párroco. [Ocupación:] el de su ministerio. De Arenas. 30 años [de residencia]
"2º. Félix Agustín Ruiz. 45 [años]. Casado. Escribano del número y Ayuntamiento. De Pueblanueva. 15 [años de residencia]
"15. Martín Bermejo. 61 [años]. Casado. Pobre ciego. de esta villa. 61 [años de residencia]".
Los dos extremos de la escala social

En cuanto a las profesiones, la más abundante, con diferencia, es la de “jornalero”, con 47 vecinos. Le siguen 22 labradores y 18 madereros. De la importancia que tenía la explotación del monte da fe no solo este número de madereros, sino también los seis carboneros o incluso un “celador de montes”. Son muy abundantes los “pobres”, hasta 21 vecinos, a veces con algún calificativo añadido, como cuatro “miserables”, un ciego, un impedido y una pordiosera. Es significativo que siete de los nueve vecinos mayores de 70 años son calificados como pobres. En el otro extremo en la escala social el pueblo cuenta con dos sacerdotes, un escribano y un cirujano. Solo los dos eclesiásticos y el cirujano merecen el calificativo de “don”.

"1º. Francisca Maqueda. 54 [años]. Labradora. De San Martín de Valdeiglesias . 24 [años de residencia]".
Francisca Maqueda, labradora, natural de San Martín de Valdeiglesias

Las únicas mujeres que podían ser vecinas eran las viudas. Hemos contabilizado 19, de las que 14 son calificadas de “pobres”; además hay tres labradoras, una cuya ocupación reza “de su clase” y otra de la que no consta ocupación. Esto significa que el 90 % de los pobres del lugar son mujeres. La gran mayoría de ellas son naturales del pueblo y solo hay una labradora que es de San Martín de Valdeiglesias y una “pordiosera” que procede de Navalucillos; ambas llevan más de 20 años residiendo en Espinoso. Solo constan dos varones solteros: Juan Muñoz, jornalero de 58 años y Bernardo Crespo, albañil, de 38. Todos los demás varones son casados o viudos.

"14. María Sánchez Ramos. 68 [años]. Viuda. Pobre. De esta villa. 68 [años de residencia].
"Don Carlos Cortés. 47 [años]. Eclesiástico. [Destino:] el de su clase. De Alcuéscar. 01 [años de residencia]"
El más «exótico»: el sacerdote Carlos Cortés, natural de Alcuéscar

La inmensa mayoría de los vecinos son naturales del propio Espinoso del Rey. Hay 16 forasteros, pero entre ellos se cuentan las “fuerzas vivas” del lugar: los dos sacerdotes, el escribano, el cirujano y el sacristán. De ellos, solo el escribano vino de un lugar relativamente cercano, La Pueblanueva; los otros proceden respectivamente de Arenas de San Pedro, Alcuéscar (sin duda, el más exótico), La Guardia y Cenicientos. Junto a ellos hay que señalar la ya citada labradora que vino desde San Martín de Valdeiglesias. Finalmente, diremos que hay cuatro vecinos recién llegados, con apenas un año de residencia: el cirujano, uno de los sacerdotes, un “sirviente”  y un jornalero, seguidos del tendero (dos años) y el “traficante”, que lleva tres años en el lugar.

EL ARCHIVO FOTOGRÁFICO DEL I.N.C.

En febrero de 2020 la Oficina Comarcal Agraria de Talavera de la Reina envió al AHPTO un conjunto de documentos procedentes de la delegación del antiguo Instituto Nacional de Colonización (INC) que todavía permanecían allí. Entre ellos, llegó una caja rotulada como “archivo fotográfico” que incluía tres álbumes de fotos de pequeño formato y varios sobres conteniendo también fotografías de formatos diversos. La labor del INC se había centrado en los pueblos de colonización fundados por el propio organismo en la zona de Talavera de la Reina, y las fotografías que tenemos, naturalmente, también son casi todas de allí.

Mural en el stand del INC en la III Feria del Campo de Madrid
Stand del INC en la III Feria del Campo (1956)

La mayoría son en blanco y negro, aunque hay algunas en color. En general, no tienen fecha, pero algunas sí la tienen y otras reflejan acontecimientos concretos identificables, de manera que se pueden datar aproximadamente entre 1955 y 1970. Por ejemplo, hay un álbum dedicado expresamente al stand del INC en la III Feria del Campo, celebrada en Madrid en mayo de 1956, del que hemos seleccionado la fotografía de uno de los murales que lo adornaban, buen ejemplo del arte oficialista del momento.

Aparte de los reportajes, se trata casi siempre de fotografías técnicas, es decir, realizadas con la intención de mostrar el resultado de una obra o de una acción concreta. Por tanto, se fotografían máquinas (bombas, tractores) e infraestructuras (instalaciones agrarias, canales, carreteras); dos ejemplos pueden ser el puente sobre el río Sangrera en Las Vegas o el interior del matadero del Dehesón del Encinar, en Oropesa.

Pero también se intenta transmitir una visión idílica y tranquila de la vida en estas poblaciones, con imágenes de calles y plazas casi desiertas y de apriscos o rebaños de animales de magnífico aspecto. Os ofrecemos, a modo de ejemplo, la iglesia de Bernuy o el rebaño de vacas cerca de El Bercial. Y, por supuesto, no faltan las vistas aéreas, como esta de Las Vegas.

En general, aparecen pocas personas. No obstante, hay algunas excepciones, como la “familia de colonos” de Talavera la Nueva o esta animada vista de la calle principal de Alberche del Caudillo. Y no podíamos olvidar a las componentes del grupo de coros y danzas de la Sección Femenina de Talavera la Nueva, en una foto de 1964.

dos fotos. Una, con la maquinaria del interior de una almazara. La otra, con una vista de las tapas de las tinajas de una bodega.
Interior de las cooperativas «Ntra. Sra. de la Antigua» (Mora) y «Ntra. Sra. de la Soledad» (Fuensalida)

No obstante, el INC realizó acciones puntuales en otros lugares (las “obras de colonización local”) que también merecieron ser fotografiadas. Por ejemplo, las dos imágenes a color, realizadas en abril de 1966, del interior de la almazara de la Cooperativa Nuestra Señora de la Antigua de Mora y de la bodega de la Cooperativa de Nuestra Señora de la Soledad de Fuensalida; por cierto que ambas empresas continúan funcionando hoy.

LA IMPREVISTA MUERTE DE UN POBRE

Queremos felicitaros el año a todos, a nuestros seguidores, usuarios, investigadores y amigos con una nueva historia, entresacada como siempre de nuestros viejos papeles.

Hoy referiremos un suceso luctuoso que tuvo lugar en Olías del Rey, población cercana la capital toledana. Con la frase: “Autos de oficio de un pobre difunto” se encabezan unos cuantos folios de un breve proceso judicial iniciado por el alcalde del lugar un 7 de diciembre de 1784. Los alcaldes de los pueblos eran la primera instancia de la justicia y veían las causas ordinarias en el territorio de su término municipal.

Al alcalde, Manuel María de Basarán y Heredia, le fue comunicada la noticia a las ocho de la mañana, que a un pobre mendicante le había asaltado la muerte de forma repentina en casa de María de Ávila, una vecina de Olías. Los hechos sucedieron la noche anterior y se iniciaron una serie de interrogatorios para averiguar lo sucedido y saber si la muerte fue natural o violenta.

Se tomó declaración a María de Ávila, quién bajo juramento explicó que desde hacía dos años recogía a un pobre en su casa cuando venía al pueblo de tarde en tarde. Esta vez había aparecido por allí después de unos cuatro meses, el día 6 de diciembre en torno a las 9 de la mañana, y le comunicó que iba a dar una vuelta a la localidad para pedir limosna, y si mejoraba el día se iría luego a Toledo. No obstante, regresó al anochecer a casa de María que le dio un puchero para hacerse unas sopas de sebo, al que agregó unos pedacitos de pan que le habían dado como limosna, lo puso a hervir en la lumbre y luego le pidió una cazuela para tomarse el caldo. Dice María que a las pocas cucharadas comenzó a dar grandes arcadas, y al levantarse para salir al exterior a arrojarlo, cayó de boca al suelo. Parecía tener trabada la lengua y no poder hablar porque al llamarle no respondía, estaba cadavérico y sin pulso, por lo que iba a avisar al médico suponiendo que le había sobrevenido un accidente. Asustada salió a llamar a Gertrudis, su vecina, que acudió al instante. Esta, viendo su estado salió corriendo a buscar al médico y al cura, con el contratiempo de que no encontraron en su casa a ninguno de ellos. Acudieron después otras dos veces a buscarlos sin éxito, y como la noche estaba tenebrosa y cruda al ver que ya había fallecido no hicieron ninguna otra diligencia. María aportó sobre el fallecido la poca información sobre su identidad que conocía, se llamaba Pablo de la Cruz y era expósito, soltero, natural de Almagro y no poseía bien alguno.

Después declaró Gertrudis, diciendo que al ir a llamar al médico en el ir y venir debido al sobresalto, perdió la llave de casa de María. No la pudieron encontrar hasta por la mañana de madrugada, quedando la casa cerrada y estando el cadáver solo toda la noche.

Se requirió al médico del pueblo don Félix Lizana y al cirujano, Pedro Barrientos, para que reconociesen al fallecido que se encontraba aún en la cocina de María, inmediato a la chimenea. Lo describieron como un hombre de entre 45 y 50 años, con una barba muy crecida y cerrada de color negro. Iba vestido con unos calzones de paño pardo con remiendos, un jubón de cordellate pardo y unas polainas viejas de lo mismo, (el cordellate era tejido basto de lana cuya trama forma cordoncillo). Por zapatos llevaba unos pedazos de botas y una montera con muchos remiendos, y tenía a un lado un zurroncillo de pellejo de ganado lanar. El doctor dictaminó como causa de la muerte un accidente apopléjico que le había trabado la lengua.

No llevaba nada en el zurrón, ni papeles ni dinero que justificasen su filiación, ni rosario u otras cosas. Según relató María, los días que pasaba en su casa siempre asistía a misa y por la noche se encomendaba a Dios en sus rezos. Después de estas diligencias, el alcalde mandó que se le diese eclesiástica sepultura en la iglesia parroquial. Esa misma tarde el cura lo cumplió e hizo notar el sitio donde fue enterrado: “en la capilla o pórtico de San Pedro, detrás de la puerta que sale a la calle a mano izquierda”.

Pablo era uno de los mendigos que no tenía residencia fija y apelaba a la caridad de las gentes para su subsistencia, no sabemos de dónde venía, pero su intención era continuar de camino a Toledo. En la ciudad, el número de pobres era elevado a fines del siglo XVIII, a pesar de no contabilizar a los no residentes que iban de paso, como nos relata Ángel Santos Vaquero en: “Pobreza y beneficencia en el Toledo ilustrado. Creación de la Casa de Caridad”. También indica que muchos de los mendigos que proliferaban por la ciudad procedían de La Mancha, por ser una comarca que generaba mucha pobreza. Pablo era natural de Almagro, -villa que fue capital de esta comarca histórica durante un breve periodo de tiempo, entre 1750 y 1761- y recaló en Olías del Rey, lugar donde le sorprendió la muerte.

Entre nuestras fotografías hemos encontrado esta de un lienzo de Zurbarán, que representa al padre Martín de Vizcaya repartiendo pan a los pobres, se encuentra en el monasterio de Guadalupe e ilustra nuestra historia de hoy.