LA ÚLTIMA RESTAURACIÓN

El próximo día 27 es el Día del Restaurador y Conservador y con ese motivo vamos a conocer el último documento que hemos restaurado, un protocolo del siglo XVII procedente de Escalona. Pero antes, debemos explicar que el AHPTO no cuenta con instalaciones ni personal adecuado para este tipo de tareas, por lo que debemos encargarlas a algún restaurador externo, siempre que contemos con el permiso y el presupuesto adecuados, lo que a veces ocurre y a veces no. El año pasado tuvimos suerte y pudimos encargar el trabajo a la restauradora Carmen Jiménez Limones, sevillana afincada en Toledo y que lleva varios años colaborando con nosotros y con otros archivos, bibliotecas y museos de nuestra ciudad. Las fotografías de hoy son suyas y le agradecemos tanto el permiso para utilizarlas como el excelente trabajo que siempre hace.

Dos imágenes del mismo documento, una sin restaurar y otra restaurado.
Portada del primer cuadernillo, antes y después de la restauración

El documento en cuestión es, en realidad, un grupo de seis cuadernillos correspondientes a las escrituras del notario de Escalona Eugenio de Rivera, entre 1596 y 1610. Probablemente estos cuadernillos fueron cosidos con posterioridad para facilitar su manejo. Contamos con otros cinco protocolos más del mismo notario, que se alargan hasta 1624. Solo la comparación entre el estado original de la portada del primer cuadernillo y su estado actual, después de la restauración, resulta más que significativo.

Dos imágenes de un bifolio del interior de un documento, escrito con letra antigua. La imagen superior, sin restaurar y la inferior con el documento restaurado.
Interior del protocolo, antes y después de la restauración

La labor de los restauradores y restauradoras es sencillamente impagable. Pero, claro está, no es gratis. Es necesario un equipamiento y unas instalaciones complejas y costosas, pero, sobre todo, requiere una formación muy larga y difícil, con un nivel mínimo de posgrado universitario. Además, la mayoría de ellos están especializados en un tipo concreto de bien cultural. Esto significa que los restauradores de papel, como Carmen, no solo son unos profesionales extraordinariamente cualificados, sino que además son difíciles de encontrar.

Dos imágenes. A la izquierda, detalle de un bifolio con manchas de humedad y de hongos y un agujero. A la derecha, el mismo bifolio, en imagen completa, ya restaurado.
Interior del protocolo, antes y después de la restauración

Los restauradores de papel tienen que lidiar con todo tipo de situaciones. Lo más frecuente es encontrarse con los efectos directos o indirectos de la humedad y de la mala manipulación de los documentos. Por ejemplo, en estas imágenes de nuestro protocolo de hoy podéis ver cómo la humedad ha reblandecido el papel y lo ha hecho más atractivo para hongos y microorganismos que han producido unas características manchas marrones y violáceas, llegando incluso a perforar el documento. Naturalmente, la restauradora no puede restituir el texto, pero sí estabilizar el soporte y reforzarlo de manera que se pueda utilizar de nuevo y leer lo que ha quedado.

Dos imágenes. En la superior. un grupo de documentos roídos en su parte superior. En la imagen inferior, un bifolio con uno de los documentos anteriores ya restaurado.
Los efectos de los roedores

A veces, las malas condiciones de almacenamiento atraen a animales más grandes que los hongos y las esporas. En la imagen podéis ver lo que los roedores, probablemente ratones, han hecho con este pobre protocolo. Hay que decir que estos animales no suelen comerse el papel, sino que lo utilizan para fabricar sus nidos. Aquí Carmen ha reintegrado el papel que falta y lo ha reforzado.

Dos dibujos de marcas de agua. El superior representa tres círculos en columna, el inferior con una media luna inserta. La filigrana inferior es una cruz latina inserta en una lágrima invertida, y bajo ella las iniciales IMG.
Las filigranas

Por último, los restauradores de papel suelen prestar mucha atención a las marcas de agua o filigranas que dan indicios sobre su procedencia y fabricación. En este caso, se han identificado dos tipos. Por un lado, la cruz latina inserta en una lágrima y unas iniciales debajo o en los lados. Por otro lado, menos frecuente en nuestro documento, tres círculos dispuestos en columna, con una media luna inserta en el último de ellos. Ambos motivos son muy comunes en todo el sur de Europa durante los siglos XVI y XVII y, desgraciadamente, no permiten identificar la procedencia del papel.

LA CARTA CERRADA

Algunas veces encontramos entre la documentación documentos cerrados, generalmente cartas. Lo que ya no es tan frecuente es encontrar cartas cerradas desde el siglo XVIII. Por eso hoy os queremos hablar de esta que apareció en el fondo del Hospital del Rey.

Como veis, en su exterior está lo que parece ser la dirección, aunque lo cierto es que no menciona a nadie en concreto, sino que se refiere al enviado de la parroquia “ad intro scripta”, es decir, mencionada en el interior. Están también las firmas de dos personajes, F. Fafinelli y Hieronymus Herlius, y al final, la indicación “Ex Sacra Penitentiaria” y otra firma, la de B. Cimarelli. Todos estos personajes son completamente desconocidos para nosotros, pero es evidente que la carta viene de Roma. Además, había un sello de placa al dorso, apenas reconocible.

Lo primero era abrirla. Para eso pedimos ayuda a la restauradora Carmen Jiménez, quien con la habilidad y cariño que le caracteriza rompió la trabilla que cerraba el documento y pudimos ver el interior.

Documento en latín.

Estaréis de acuerdo con nosotros en que es un documento muy bonito. Pudimos reconocer algunos datos, como el emisor de la carta, que es el cardenal Fabrizio Paolucci (1651-1726), en este momento Penitenciario Apostólico además de cardenal de San Juan y san Pablo (como dice en la intitulación) y obispo de Ferrara. También localizamos la fecha: “Quinto kalendae aprilis, pontificatus  Domini Clementis pp. undecimi anno duodecimo”, es decir, el 28 de marzo de 1713. Pero hay que reconocer que nuestro latín está algo oxidado y tampoco estamos muy al día en diplomática eclesiástica, así que, de nuevo, recurrimos a la ayuda de nuestros amigos, esta vez la de los archiveros de la Catedral, Isidoro Castañeda y Alfredo Rodríguez. Ellos nos confirmaron lo que sabíamos y algo de lo que sospechábamos. Se trata, en efecto, de una dispensa para el matrimonio de dos consanguíneos que no se mencionan. Nuestros compañeros nos dicen que esto era algo relativamente habitual cuando se quería dar una solución discreta a estas cuestiones. El párroco afectado elevaba la consulta a Roma pero sin mencionar a los afectados, y la respuesta, necesariamente genérica pero suficiente, llegaba también sin dar nombres.

Lista manuscrita de correspondencia enviada.
Borrador de registro de correspondencia

El contexto del documento ratifica esta idea. En efecto, la carta apareció envuelta en otro documento que parece ser un borrador de registro o lista de correspondencia. Por ejemplo, puede leerse (como siempre, actualizamos la ortografía): “Con carta de 28 de mayo remiten a Madrid empeñados los números siguientes” y se listan algunos documentos numerados, como el 39 (“Concursus Melchor Gómez, cargan 18 doblones y 7 reales plata”). Nos interesan algunos de estos números porque pueden tratarse de otras peticiones de “indulto” para casarse en condiciones de consanguineidad. Así, el número 50 dice “In 4º, Manuel de Olías et Bernardina, 5, 2/3”. Parece evidente que, además de referirse al tamaño del papel, aquí sí se mencionan a los novios y también el coste de las gestiones. Otro ejemplo claro es el número 52, que además lleva anotado “Navalcán” y que dice “In 2º et 3º ff. Pedro Gómez et Gregoria, cum indulto, remitido, 6”. Desde luego, curioso documento el registro y no menos interesante el permiso, sobre todo por las circunstancias en que lo hemos encontrado.

DE RATONES Y CONSTITUCIONES

La Universidad de Toledo tuvo cuatro “constituciones” a lo largo de su historia, es decir, cuatro normas generales que regulaban su funcionamiento. En el AHPTO solo conservamos un ejemplar impreso de una de ellas, la promulgada en 1695 bajo el mandato del maestrescuela Juan Íñiguez de Arnedo. Y el caso es que, francamente, estaba hecha una pena. Así que, con el visto bueno (y el dinero) de la Viceconsejería de Cultura y Deportes, encargamos su restauración a Carmen Jiménez Limones, restauradora experta en estos menesteres y que ha realizado un trabajo impecable, como todos los suyos. Naturalmente, teníamos que compartirlo con todos vosotros. Por cierto, que agradecemos a Carmen su permiso para utilizar sus fotos en este post.

Como veis, el principal problema era un enorme agujero en la parte de atrás, que afectaba tanto a la cubierta como a las últimas páginas. Era evidente que se trataba de un ataque de roedores, probablemente ratones, que habían utilizado el cartón y el papel para construir sus nidos. Incluso los excrementos de estos simpáticos animalitos habían provocado manchas y oxidaciones más allá de donde llegaron sus dientes.

Otros daños menores eran los provocados por la mala manipulación, que provocó que se desencuadernase parcialmente, e incluso alguna que otra mancha de cera de las velas necesarias para leer.

Bien, pues todo eso ya está corregido, como podéis comprobar. Ni siquiera va a ser necesario manipular el documento, salvo ocasiones especiales, porque también ha sido digitalizado por completo.

Filigrana

Terminamos con una mención de las filigranas del papel. Se han localizado tres filigranas correspondientes a dos fabricantes de papel, pero solo os mostramos la más clara. Hemos manipulado un poco la imagen para que se vea mejor el dibujo y, de paso, para mostrar las marcas de las tramas utilizadas durante el proceso de fabricación del papel. Como muchos de vosotros sabéis, los hilos de esas tramas tienen los bonitos nombres de “puntizones” (los horizontales) y “corondeles” (los verticales). Desgraciadamente, nos hemos conseguido averiguar el fabricante al que corresponde esta filigrana, así que cualquier ayuda por vuestra parte será bienvenida.

DE RESTAURACIONES, UNIVERSIDAD Y GRECOS

Nada más empezar el año hemos tenido la alegría de recibir dos documentos, en formato libro, que han sido restaurados por el Centro de Conservación y Restauración de Castilla-La Mancha. Ambos pertenecen al fondo de la Universidad de Toledo. Uno de ellos es el séptimo libro de actas del claustro universitario, que abarca los años de 1817 a 1839. Pero nos vamos a detener un poco en el segundo libro.

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La cubierta del libro estaba fabricada en encuadernación mudéjar, que quedó muy dañada por el paso del tiempo y ha sido estupendamente restaurada. En ella puede leerse: “Letra y catálogo de la hacienda del ilustre señor don Bernardino de Zapata, capiscol y canónigo en Toledo, fundador del Colegio de San Bernardino, año de IUDLXIX”; esto sugiere que la cubierta se pudo reutilizar de algún inventario de bienes del fundador. Conviene recordar que este Colegio de San Bernardino, adscrito a la Universidad de Toledo, se fundó en 1568 por iniciativa del canónigo mencionado, y funcionó hasta la supresión de la Universidad en 1845.

En una hojita aparte, que probablemente estuvo pegada a la cubierta, encontramos su auténtico título, suficientemente expresivo: “Libro catalgo [sic] o almocraz y inventario de todos los juros, censos, tributos casas, tierra[s, vi]ñas, olivas y otras bi[enes] y rentas que tiene el insigne Colegio de San Bernardino de Toledo”.

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Y vamos con el interior. Tras el índice, encontramos una página de portada donde se aportan algunos detalles más, como que el inventario se realizó a fines de abril de 1576 por iniciativa del administrador del Colegio, el bachiller Francisco de Herrera, beneficiado de la parroquia de la Magdalena, y que incluye tanto los bienes que dejó Zapata a su muerte como los adquiridos con posterioridad. Después se enumeran todas y cada una de las rentas. Para cada una se reservan varias páginas, de manera que se pudieran anotar las circunstancias que les afectasen: cambios de titular, redenciones parciales o totales, etc.

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Hacia el final del tomo aparecen los inventarios de bienes, el primero realizado en diciembre de 1584. Se trata de un extenso documento, como corresponde tanto a la minuciosidad con que solían realizarse como a la abundancia de bienes del Colegio. Además, en los márgenes se solían apuntar anotaciones posteriores añadiendo algunos objetos o reseñando su pérdida. Se empiezan detallando los objetos litúrgicos para continuar con las reliquias, la habitación del rector, el refectorio, la cocina y la imponente biblioteca de más de 300 títulos, entre ellos, por cierto, uno marcado como “prohibido”.

Finalmente,  llegan las actualizaciones del inventario, con las cosas que se compraron con posterioridad. Y entre ellas se dice que “Hízose un retablo este dicho año [1604] por mano de Doménico que costó trescientos ducados con la figura de S. Bernardino, era por el señor licenciado Pedro de Navarra”. Es decir, la anotación de la factura y coste del espléndido “San Bernardino” del Greco, hoy en el Museo de su nombre.

RECUPERAMOS DOS PELÍCULAS TOLEDANAS DE LOS AÑOS 20

En abril de 2016 os informamos de que habíamos entregado a la Filmoteca Española 36 rollos de películas para su restauración. En aquel momento os contamos cómo llegaron esas películas al AHPTO, pero desconocíamos su contenido, sobre el que no podíamos más que hacer conjeturas. El pasado día 6 pudimos presentar, por fin, lo que se ha podido rescatar de todas esas películas, que ha resultado ser mucho más interesante de lo que creíamos. Por motivos de espacio en este blog, no podemos ofrecerla directamente aquí, pero sí podéis ver la película en nuestra página de Facebook.

Recordemos que las películas llegaron al AHPTO en 2009, después de haber pasado ocho años al raso en un solar que había pertenecido a la Escuela Central de Educación Física del Ejército de Tierra. Al parecer, al marcharse la institución militar en 2001, dejó abandonado un conjunto de documentos que incluía algunos libros de intendencia y estos rollos de película. Todo el conjunto fue recuperado durante una excavación arqueológica, cuyos responsables lo entregaron al Archivo. Los rollos de película permanecieron aquí hasta que en 2016 la Filmoteca Española se los llevó para comprobar las posibilidades de recuperar alguna filmación. Un año después teníamos una respuesta. Apenas se pudieron recuperar 100 metros de película de nitrato, unos seis minutos de grabación. Pero el contenido resultó realmente sorprendente. Se trataba de dos reportajes de sendas visitas ilustres al Alcázar de Toledo. La primera fue la de los reyes de Bélgica Alberto I e Isabel de Baviera, acompañados de Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, en febrero de 1921; a esta visita corresponde el fragmento mejor conservado y más largo, que incluye algunos de los ejercicios militares y gimnásticos que los cadetes de la Academia de Infantería realizaron en honor de los visitantes. El segundo fragmento, más breve y peor conservado, corresponde a la visita del mariscal Pétain en febrero de 1926, al que el rey Alfonso XIII impuso la Gran Cruz del Mérito Militar por su ayuda durante la reciente guerra de Marruecos.

Los detalles jurídicos han retrasado la presentación pública de estas películas otro año, pero al fin ayer pudimos proyectarlas en nuestra Sala de Exposiciones. Además de la presencia del Consejero de Educación, Cultura y Deportes y del Viceconsejero de Cultura, pudimos contar con la ayuda de dos expertos. Por un lado, Ramón Rubio Lucia, que es el restaurador de la Filmoteca Española que ha intervenido en este proyecto, quien nos explicó algunos detalles al respecto y también nos ilustró sobre la importancia del patrimonio fílmico español, especialmente el más antiguo, debido a las grandes pérdidas que ha sufrido por diversos accidentes. Por otro lado, el historiador del cine Fernando Martínez Gil remarcó el carácter estereotipado de estos reportajes, que presentan prácticamente el mismo esquema y hasta los mismos encuadres desde los primeros que conservamos hasta los años 50 del siglo pasado.

La recuperación de estas películas es sin duda una gran noticia. Y también hay que agradecer a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, propietaria de las cintas (aunque los originales se conservan en depósito en la Filmoteca Española), que nos permita reproducirlas. Que las disfrutéis.

Dos eventos para la próxima semana

La semana próxima se celebrará el Día de los Archivos. Este año, lo celebraremos no con un evento, sino con dos.

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El primero es muy especial para nosotros. Se trata de la presentación de dos fragmentos de reportajes cinematográficos, procedentes de la antigua Escuela de Educación Física del Ejército de Tierra y que estuvieron depositados en el AHPTO hasta hace poco. Los dos reportajes tratan de las visitas al Alcázar de Toledo de los reyes de Bélgica en 1921 y del mariscal Pétrain en 1926. Por sus fechas, son algunas de las primeras imágenes animadas que tenemos de la ciudad de Toledo, aunque circunscritas a los actos en cuestión. La Filmoteca Nacional ha restaurado estas películas y hoy disponemos de una excelente copia digital. El próximo miércoles, a las seis de la tarde, los presentaremos en la Sala de Exposiciones del AHPTO, con la asistencia del Consejero de Educación, Cultura y Deportes y con la ayuda de Fernando Martínez Gil, historiador especializado en cine (entre otras cosas) y de Ramón Rubio Lucía, que es el restaurador que ha conseguido recuperar estas películas. Entre todos, os contaremos la historia de su descubrimiento y llegada al AHPTO, las dificultades de su restauración y el contenido de las propias imágenes. Por supuesto, estáis todos invitados.

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El segundo evento será el viernes 8 por la mañana. Igual que en años anteriores, celebraremos una actividad conjunta con otros archivos de la ciudad de Toledo llamada «La Calle de los Archivos» tendremos visitas guiadas a horas fijas (las 10’00, las 11’00 , las 12’00 y las 13’00) en todos los archivos implicados, que son: Archivo Municipal de Toledo, Archivo de la Diputación Provincial, Archivo Diocesano, Archivo de la Catedral, Archivo de la Nobleza y AHPTO. La actividad es gratuita y no es necesaria inscripción previa; basta con presentarse en el archivo que cada uno quiera a las horas indicadas. Os esperamos, seguro que os gusta.

LAS CASAS DEL TOLEDO EN EL SIGLO XV, EN UN DOCUMENTO RESTAURADO

Hoy os presentamos un documento que acaba de ser restaurado por el Centro de Restauración y Conservación de Castilla-La Mancha, en concreto por la restauradora Carmen Jiménez Limones. Se trata de la “Medida antigua de las posesiones que tiene en Toledo el monasterio de Santa Clara”, según la inscripción que campea en su carpetilla. El documento en sí está fechado entre el 8 y el 12 de junio de 1456, hace casi exactamente 562 años.

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Vamos a verlo primero por fuera. Se trata de un cuadernillo de 11 folios, del tamaño habitual en la época, unos 22 x 30 cm. Está escrito en letra cortesana, y empieza abruptamente. Es evidente que falta al menos un folio al principio. Durante la restauración se ha comprobado que se utilizaron los últimos folios para volver a coser todo el cuadernillo, forzando sus pliegues. En otras palabras, que en algún momento se intentó reforzar lo que quedaba del documento, señal de la importancia que se le otorgaba. Además de esto, llama la atención el fragmento de documento cosido al primer folio. El cosido de documentos ha sido habitual en las prácticas notariales durante muchos siglos y permitía, en algunos casos, ahorrarse el trabajo de copiar el documento que se pretende insertar. En este caso, solo se conserva un fragmento del documento cosido, aunque podemos suponer fácilmente quién lo escribió, cuándo y por qué.

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Y ¿de qué va todo esto? Pues de lo que dice su título, de inventariar todas las posesiones que el monasterio de Santa Clara tenía en la ciudad de Toledo. Por algún motivo que desconocemos, el alcalde mayor de Toledo ordena al alcalde ordinario Gonzalo Fernández, “bachiller en leyes”, que gire visita a todos los inmuebles propiedad del monasterio. El equipo inspector estaría constituido, además de por el propio bachiller, por el alarife (carpintero) Martín Sánchez Bonifacio y por el escribano Gonzalo López de Alcaudete.

Se pueden contar unos 25 inmuebles, repartidos por toda la ciudad. Encontramos desde pequeñísimas tiendas de apenas seis metros cuadrados en la calle Lencerías, actual Comercio, hasta enormes casas de más de 1.000 metros cuadrados (en varias plantas, eso sí) en la cercana calle Cuchillerías, hoy Toledo de Ohio, más conocida como Cuesta de Belén. Hay inmuebles en el Arrabal, en la desaparecida parroquia de San Juan de la Leche, en los “Alamillos de Santiuste” o en el Horno de San Miguel, entre otras zonas. Las descripciones mencionan frecuentemente “cámaras”, pero también “palacios” (en el sentido de “habitaciones”), portales y portalejos, “patines” o patios y, ocasionalmente, bodegas o algún pozo. Y entre los inquilinos del monasterio hay desde prósperos mercaderes o hidalgos a simples artesanos, como un cintero, un correero o un espolero, fabricantes de cintas, correas y espuelas, respectivamente.

Sin duda, es un documento de gran interés, aunque se conocen otros similares realizados por la misma época. Por eso, este documento ha sido seleccionado para participar en la exposición “De puertas para adentro”, que se inaugurará a mediados del próximo mes de junio en el Museo de Santa Cruz. Precisamente uno de los comisarios de esta muestra, Jean Passini, es también uno de los principales conocedores del urbanismo medieval toledano y ha sido quien nos llamó la atención sobre este documento. Para saber más sobre el tema, podéis consultar su documentadísima web dedicada al urbanismo medieval toledano.