Debido a la falta de personal, nos vemos obligados a cerrar temporalmente nuestra Sala de Exposiciones. Estamos intentando solucionar el problema lo antes posible, pero por el momento no podemos decir cuándo podremos volver a abrirla. Os pedimos disculpas y agradecemos vuestra comprensión.
Aunque el AHPTO empezó a funcionar probablemente en 1932, no sabemos mucho de su actividad durante los primeros años porque su documentación administrativa fue destruida durante la guerra civil. Así que tampoco sabemos quiénes fueron los primeros usuarios de nuestro centro. Solo a partir de 1937 empezamos a encontrar indicios a través de los informes y memorias elaborados por sus directores pero, por lo general, no hacen referencia a ningún usuario o, directamente, afirman no haber recibido a ninguno.
Hay que esperar al informe anual de 1943 para encontrar la primera referencia a un investigador. En realidad, a tres investigadores. El primero de ellos fue el historiador del arte Diego Angulo Íñiguez, al que, sin embargo, no se le pudo atender porque realizó una petición muy genérica. Pero también se indica que hubo otras dos consultas que sí se respondieron adecuadamente, en ambos casos, parece, con el mismo documento: el testamento de Juanelo Turriano, que se convierte, así, en el primer documento de nuestro centro en haber sido consultado, por lo menos hasta donde tenemos noticia. Por desgracia, el informe no menciona el nombre de la persona que realizó estas consultas.
En los años sucesivos, los informes insisten en las carencias de material, personal e infraestructuras, además de las dificultades de compartir el espacio con el Museo y la Biblioteca. Pero no mencionan nuevos investigadores. Solo en 1956 encontramos referencias al uso de los documentos en las “Respuestas al interrogatorio formulado por la Inspección de Archivos de la zona Centro-Sur” firmado por la entonces directora del centro Ana María Vigón, que luego fue muchos años directora del Archivo General de la Marina y cuya fotografía hemos obtenido del Portal de Archivos Españoles, PARES. Afirma esta archivera que han atendido al genealogista boliviano Adolfo de Morales y Sánchez-Tagle, al que se facilitaron “protocolos de la segunda mitad del siglo XVI”. También se dice que, por mediación de la archivera Consuelo Gutiérrez del Arroyo, se envió a “un investigador alemán” la transcripción de un documento que podemos identificar con el contrato firmado por El Greco en 1591 para el retablo de la iglesia de Talavera la Vieja. Al año siguiente, la directora ya afirma haber recibido cinco investigadores, sin mayores especificaciones, lo que parece indicar una cierta normalización en el uso del archivo.
Poco después, en 1959, el Ministerio de Educación establece la obligatoriedad de disponer de una “tarjeta especial de identidad” para poder consultar los fondos de los archivos, tarjeta que se podría expedir en los mismos archivos. Esto hizo que empezaran a recogerse sistemáticamente, por primera vez, los datos de los usuarios del nuestro centro, incluyendo una fotografía. El primer usuario del que tenemos datos registrados es Fernando Jiménez de Gregorio, conocido historiador de la zona occidental de nuestra provincia. La primera mujer registrada del mismo modo, pocos meses después, fue María Luisa García-Pando García, catedrática de instituto, que dice estar realizando una “recopilación de datos sobre inmuebles”. A partir de aquí, la mayor parte de los historiadores de nuestra provincia han pasado por el AHPTO y conservamos su información. Sirva este post como homenaje a todos ellos y ellas.
Una copla manchega dice: “Andandillo, andandilllo, se encuentran cosas”. Pues nosotros, a lo largo de 90 años de existencia, también hemos encontrado “cosas”, es decir, objetos que no esperábamos encontrar, entre los documentos que ha ido llegando a nuestro archivo. Algunos de ellos ya los hemos presentado aquí, como el dibujo de un caballero dieciochesco alanceando un toro o el conjunto de documentos de dos logias masónicas de Nueva York. De estos últimos, hay una curiosa foto de sus componentes, todos con sus mandiles rituales sobre los trajes de gala, que podéis ver en nuestra exposición sobre los 90 años del AHPTO.
En esta misma exposición hemos rescatado algunos objetos más. Así, el fragmento de una Cruz de Caravaca de metal, que apareció en agosto de 1994 entre los folios de un protocolo notarial, en concreto el correspondiente a Juan de Soria, notario de Talavera de la Reina, y al año 1621. Agradecemos al investigador D. Mariano Maroto que nos comunicase este hallazgo. Lo consideramos el documento más pequeño del archivo porque mide poco más de un centímetro de altura, aunque propiamente no es un documento.
No menos singular, pero sí más bonito, es el recorte de la silueta de un caballero en pleno galope, con su sombrero y pluma. Es un objeto muy delicado porque está hecho de papel barba tintado y recortado, pero aun así no hemos querido dejarlo atrás en nuestra exposición. Lo cierto es que no estamos seguros de cómo llegó hasta el AHPTO. Hasta donde hemos podido averiguar, apareció junto a una bula de Gregorio XIII, de 1572, que confirma determinadas indulgencias para los que acudiesen a rezar a la capilla del Colegio de San Bernardino, adscrito a la Universidad de Toledo. Pero no podemos saber si su presencia junto a este documento no es más que una casualidad. Por cierto, que en la bula en cuestión encontramos una interesante nota, fechada en 1843, en la que un colegial afirma que la “reformé fielmente… pues apenas se podía leer». De hecho, se aprecian perfectamente en el documento las letras repintadas por este “restaurador” de hace doscientos años.
Entre los fondos que conservamos se encuentran los de las Cámaras Agrarias locales de muchas localidades de nuestra provincia. Son documentos de gran valor para la historia local del siglo XX, en especial para los pequeños pueblos. Bien, pues entre sus competencias estaban algunas relacionadas con la denominada “policía rural”. Así que, entre los documentos correspondientes a la Cámara Agraria de La Torre de Esteban Hambrán apareció la bandolera del guarda rural. Obviamente, no tiene fecha y apenas podemos decir que es de la segunda mitad del siglo pasado.
El pasado miércoles por la tarde inauguramos nuestra exposición dedicada a celebrar el 90 aniversario del AHPTO. Aquí os ofrecemos algunas imágenes del acto, al que acudieron el Delegado Provincial de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, D. Francisco Javier Úbeda Nieto, y el Delegado Provincial de Educación, Cultura y Deporte, D. José Gutiérrez Muñoz, junto con un grupo de compañeros y amigos de la casa. A todos les agradecemos su asistencia y también agradecemos a Mª Eugenia Alguacil y Raquel Anaya el reportaje fotográfico.
Por supuesto, os invitamos a pasar por la exposición, abierta hasta mediados de septiembre. Pero, como complemento o para los que no podáis venir hasta Toledo, hemos elaborado este vídeo.
Una visita al AHPTO
Como veis, la imagen principal de la muestra es una visita al Archivo. El lugar es la primera sede del AHPTO, en el Hospital de Santa Cruz y el único personaje que hemos logrado reconocer es al primer director del Archivo, Francisco de Borja San Román. Así pues, la foto es anterior a su muerte el 15 de junio de 1942. Obviamente, se trata de una visita ilustre, cuyo principal protagonista parece ser el caballero alto y rubio que, inclinándose sobre un documento, está a la izquierda de San Román. Pero no hemos conseguido averiguar su identidad, ni tampoco la de ninguno de los demás que aparecen en la imagen. La fotografía procede de fondo Rodríguez y la caja donde originalmente estaba guardada ostenta una inscripción manuscrita que dice “Visita rumanos”. Además, en la misma fotografía hay un número que podría ser el del año (1932), aunque también podría referirse a cualquier otra cosa. Hemos contactado con el Instituto Cultural Rumano que, muy amablemente, nos contestó que ellos tampoco reconocían a ninguna de estas personas. De modo que cualquier ayuda por vuestra parte será más que bienvenida, como siempre —aunque esta vez incluso un poquito más.
Las obras de la Casa de la Cultura en el diario «El Alcázar» (1963)
Esta foto es, además, la única imagen que tenemos de la que fue primera sede de nuestro Archivo. En 1966 el Archivo y la Biblioteca se trasladaron a un edificio nuevo, la “Casa de la Cultura”, en el cercano Paseo del Miradero, a la que dedicamos una entrada hace algún tiempo. Lo cierto es que no tenemos ninguna imagen propia del archivo en sus años de estancia allí, salvo, en todo caso, lo que publicó la prensa local al iniciarse las obras en 1963, unas imágenes que dicen poco y, además, de muy mala calidad técnica.
Alzado del Archivo Histórico Provincial de Toledo
El traslado del AHPTO a su actual sede tuvo lugar en 1992, cuando nuestro centro encontró por fin un lugar propio en el que había sido convento de Jesús y María, de monjas dominicas, comprado por el Estado en 1984 para convertirlo en archivo. Es decir, que las obras se prolongaron durante ocho años, nada menos. Aquí tenéis uno de los alzados del proyecto original, que luego hubo de ser reformado. Hasta ahora, esta última es la sede en donde más tiempo ha permanecido nuestro centro.
El próximo miércoles 25 de mayo inauguraremos nuestra exposición dedicada a celebrar los 90 años del AHPTO. Como siempre, una exposición humilde y pequeña, pero hecha con mucha ilusión. Tendremos un sencillo acto de inauguración ese día a las 18:00 horas. Por supuesto, estáis todos invitados.
La exposición, que podéis ver en la propia sede del Archivo (Trinidad, 10, 45002 Toledo) permanecerá abierta todo el verano, hasta el 19 de septiembre, los días laborables en horario de mañana. ¡Os esperamos!
La semana pasada se inauguró en el Museo de Santa Cruz de Toledo una exposición sobre Juan de Borgoña, con ocasión de la recuperación de unas tablas suyas procedentes de la iglesia de la Santísima Trinidad de Alcaraz. Como sabéis, Borgoña fue un pintor que estuvo activo en Toledo durante los últimos años del siglo XV y principios del XVI y cuya obra principal son las pinturas murales realizadas para la Catedral, tanto en la Capilla Mozárabe como en la Sala Capitular. Casi nada se sabe de su vida hasta que aparece trabajando en nuestra ciudad en 1495, pero desde ese momento se le puede seguir la pista hasta su muerte en 1536 gracias, en gran medida, a los abundantes documentos referidos a él que se pueden encontrar en nuestro archivo. Hoy os ofrecemos una pequeña selección de estos documentos.
Carta de obligación del pago de la dote en el matrimonio entre Juan de Borgoña e Inés de Torequemada (1514)
En primer lugar, tenemos la obligación que contraen Garci Álvarez de Cuéllar y Lorenzo de Toledo —quizá de familia conversa— de pagar la dote que Inés de Torquemada, hija de Diego de Torquemada y Teresa López, habría de llevar a su boda con el pintor Juan de Borgoña. Se trata de la segunda boda del artista, que había casado previamente con Quiteria Fernández, ya difunta. Este documento está fechado el 1 de octubre de 1514 y en su esquina inferior derecha podemos ver la firma del artista. En el protocolo notarial en el que se encuentra le sigue inmediatamente después la correspondiente carta de arras, fechada el 12 de octubre, en la que se especifica que el matrimonio ya se ha celebrado y además se alude a la muerte del padre de la novia. Todo parece indicar que ambas cosas sucedieron en un plazo muy breve de tiempo.
Firma de Juan de Borgoña (1525)
Del segundo documento os ofrecemos el detalle de la firma. Se trata del acuerdo entre Borgoña y Alonso de Vozmediano —quien, por cierto, fue un importante funcionario de la Hacienda de Carlos V— para pintar el retablo de una de las capillas de la iglesia de la Almudena de Madrid. El documento es extremadamente difícil de leer pero al menos podemos obtener sus datos fundamentales, incluyendo su fecha: 29 de enero de 1525.
Contrato para acabar el retablo de la iglesia de Escalona (detalle)Firmas de Juan de Borgoña y Alonso de Covarrubias (1535)
Por último, dos documentos sobre sus últimas obras. El 16 de mayo de 1535 nuestro pintor, junto con el arquitecto Alonso de Covarrubias, que actúa como su fiador, se compromete a acabar la obra del retablo de la iglesia de Santa María de Escalona. El caso era que Borgoña se había contratado para hacer esta obra junto con “el Maestre Copín”, es decir, Diego Copín de Holanda, un escultor que había trabajado en el retablo mayor de la Catedral de Toledo y probablemente también en el de la iglesia de Alcaraz donde aparecieron las pinturas de la exposición que hemos mencionado. Pero Copín había fallecido, así que ahora “yo el dicho Juan de Borgoña acabaré el dicho retablo de talla y pincel y oro conforme a la dicha obligación hecha por mí y por el dicho Maestre Copín desde hoy día de la fecha de esta [carta] hasta el día de Corpus Christi del año venidero de mil y quinientos y treinta y seis años”. Al final encontramos la firma tanto de Juan de Borgoña como de Alonso de Covarrubias pero, como es sabido, el pintor tampoco llegará a terminar este encargo.
Nombramiento de tasadores para el retablo de la iglesia de Cuerva (1536)
Para terminar, un documento realizado el 20 de diciembre de 1537, más de un año después de la muerte del pintor. Aquí, sus albaceas Alonso de Covarrubias, al que ya conocemos, y Luis de Borgoña, hijo de nuestro protagonista y de su primera mujer, acuerdan el nombramiento de tasadores para la obra del retablo de la iglesia de Cuerva, que Juan de Borgoña había concertado con la señora de la localidad, doña Sancha de Guzmán. Se especifica que “agora el retablo está fecho e acabado a costa del dicho Juan de Borgoña”, frase que hemos remarcado en la imagen. Merece la pena mencionar que los tasadores fueron los pintores Pedro de Comontes y Pedro Egas, este último hijo de arquitecto Enrique Egas. Como vemos, una estupenda ensalada de grandes artistas relacionados entre sí.
Como sin duda recordáis, en 2020 el ejército español organizó un operativo para ayudar en la lucha contra la pandemia de COVID-19 que recibió el nombre de “Operación Balmis”. Este nombre era un homenaje al doctor Francisco Javier Balmis, uno de los más importantes médicos del siglo XVIII, especialmente conocido por su contribución a la difusión de la vacuna de la viruela en diversos países de América, Asia y África a través de una famosa expedición realizada entre 1803 y 1806. En esa expedición le acompañó la no menos popular enfermera Isabel Zendal, que ha dado su nombre a un hospital madrileño. Balmis, alicantino, se formó en el Hospital Militar de su ciudad y obtuvo el título de cirujano en Valencia en 1778. Se graduó en Artes en México en 1781, país al que volvería durante la guerra de la Independencia española entre 1808 y 1814. Fue “cirujano de cámara” de los reyes Carlos IV y Fernando VII. Y, lo que nos interesa aquí, obtuvo su grado en medicina en la Universidad de Toledo en 1798.
Acta del grado de bachiller en medicina de Francisco Javier Balmis
El profesor David Martín, de la Universidad de Castilla-La Mancha, nos descubrió el acta del examen de graduación de Balmis como “bachiller” en Medicina, que os mostramos aquí. Observad que dice que es natural de Valencia, quizá por error o quizá refiriéndose por extensión a lo que entonces se llamaba “reino de Valencia”. En todo caso, el documento nos explica cómo fue este examen. Veinticuatro horas antes el aspirante recibió el tema que le había tocado en suerte, que era comentar el aforismo 11 del primer libro de Hipócrates. Hemos localizado una traducción y edición de estos aforismos debida a Manuel Casal en 1818, que se conserva y se ha digitalizado en la biblioteca de la Universidad de Nuevo León (México). Gracias a ella sabemos que el aforismo en cuestión reza: “Durante las accesiones o paroxismos debemos adietarnos, pues entonces perjudica el alimento. En los males que se rigen por periodos (como vemos en la terciana y cuartana) debe observarse lo mismo”. Sobre este tema debió hablar durante media hora, y después fue sometido a “dos argumentos de a cuarto de hora” y finalmente a otro cuarto de hora de preguntas generales sobre medicina. Fue aprobado por unanimidad.
Papeletas de preguntas para los exámenes de CánonesPapeletas de preguntas para exámenes de Leyes
Como vemos, las preguntas de estos exámenes se sometían a algún tipo de sorteo. No sabemos cómo se realizaban estos sorteos, pero podemos sacar alguna pista gracias a las curiosas papeletas que conservamos, datables en la primera mitad del siglo XIX. Se han conservado agrupadas en pequeños paquetes de papeletas con las posibles preguntas para cada examen. Por ejemplo, aquí tenemos las “Preguntas para los exámenes de los de 7º año de Cánones”. En el paquete correspondiente a la asignatura “Derecho público civil y criminal de España”, del cuarto curso de Leyes, encontramos la fecha de 1837.
Papeletas de preguntas
En fin, os presentamos algunos ejemplos de estas preguntas, evidentemente de diferentes materias y cursos. Así, en cuarto de Leyes se pregunta “¿cuál es la legítima de los hijos?”, pero también, en otras carreras y cursos puede preguntarse si “es o no necesaria la Lógica para adquirir otras ciencias en un estado perfecto” o “en qué idioma han de escribir los comerciantes sus libros y demás documentos”. Sin duda, algunas de estas preguntas todavía podrían formularse en algunos exámenes de la universidad actual.
El documento que os presentamos la semana pasada sobre la colocación de la primera piedra del edificio de la Universidad de Toledo se encuentra dentro de un conjunto de documentos de esos humildes, que ha existido siempre y que parece que casi podríamos desechar, pero que en realidad nos aportan datos esenciales para entender la vida cotidiana de las personas: las facturas. Hoy vamos a repasar algunas de estas facturas, y así sabremos cuánto cobraban algunos artistas a finales del siglo XVIII.
Patio del edificio de la antigua Universidad de Toledo
Rrcibo del arquitecto Ignacio Haan
Empecemos por el propio arquitecto, Ignacio Haan. Se conservan varios recibos de sus honorarios en las diversas fases del proyecto. Este, por ejemplo, es de los 2.020 reales de vellón que cobró en enero de 1797 por dos conceptos: el “replanteo general de dicha obra”, que fueron 1.500 reales, y “520 reales de vellón que ha gastado en el viaje de venida y vuelta”. Por si esto os parece escaso, digamos que conservamos otros ocho recibos similares que, en total, suponen casi 18.000 reales. Recordemos que Haan es considerado uno de los mejores arquitectos españoles del siglo XVIII. Desarrolló casi toda su carrera en Toledo y, además del edificio que nos ocupa hoy, fue responsable del aspecto actual de la Sacristía de la Catedral —especialmente el retablo que alberga “El Expolio” del Greco— y construyó la Puerta Llana de la Catedral o el Hospital del Nuncio. Además, podemos encontrar su trabajo en otras localidades de la provincia: el retablo de la parroquia de La Guardia o las parroquias de Yuncler, Polán o Seseña.
Recibo del escultor José Finacer
Escudo y esculturas en la fachada del palacio Lorenzana. Foto: Javi Guerra Hernando
Recibo del escultor Mariano Salvatierra
La fachada del edificio se corona con un gran escudo sostenido por dos estatuas. Estas estatuas fueron obra del escultor toledano Mariano Salvatierra, que cobró por ellas 30.000 reales de vellón, especificando que “[las] he ejecutado en piedra de Colmenar de Oreja para la Universidad, las que representan la Fama y las Ciencias, su tamaño cerca de nueve pies castellanos”. Y añade que esto no incluye ni el material “ni atributos y otros gastos menores”. Salvatierra fue quizá el escultor más importante de la ciudad en su tiempo y, además de esta obra, es autor de varias esculturas en la Catedral, entre ellas la Inmaculada que preside la Puerta de los Leones. El escudo, por su parte, fue ejecutado por “Josef Finacer”, que en realidad se llamaba Giuseppe Vinacer, natural de Ortisei —en Bolzano, al norte de Italia— y que realizó también un calvario para la parroquia de San Nicolás o una Santa Catalina para el desaparecido convento de la Merced. Por el escudo para nuestro edificio, incluyendo los materiales y la colocación del escudo en su sitio, cobró 20.000 reales de vellón.
Recibo del pintor Francisco Javier Ramos
Autorretrato del pintor Francisco Javier Ramos (Museo de Bellas Artes de Granada)
Y no queremos terminar sin mencionar el cuadro de la Purísima Concepción, obra de Francisco Javier Ramos destinada al Salón de Grados del edificio y hoy conservada en el Instituto “El Greco”. Desgraciadamente, no hemos podido conseguir una imagen de este cuadro, aunque podemos dar fe de su calidad. Eso sí, tenemos el recibo de la pintura: 3.300 reales, entregados en octubre de 1799. Otro recibo adjunto nos informa que el marco y su montaje costaron 2.300 reales.
Como sabéis, en una institución docente el “claustro” es la reunión de todos los profesores. Hasta el siglo XIX la palabra se utilizaba exclusivamente en las universidades y hoy todavía evoca el origen eclesiástico de estas instituciones. En la actualidad los claustros universitarios han modificado su significado y son los órganos de representación de todos los sectores de la comunidad universitaria, una especie de “parlamento” de cada universidad, pero durante el Antiguo Régimen eran reuniones cerradas, “clausuradas”, donde solo intervenían los doctores y los máximos responsables académicos. Por supuesto, sus reuniones quedaban formalmente reflejadas en los correspondientes libros de actas.
Primer libro de claustros de la Universidad de Toledo
Como ya os hemos contado en alguna ocasión, la Universidad de Toledo se origina en el Colegio de Santa Catalina, fundado en 1485. Durante los primeros años, tuvo que ir afianzando su situación legal y su estructura interna y, así, no encontramos ninguna mención del claustro hasta 1557, más de setenta años después de su puesta en marcha. Aún más: el primer libro de actas del claustro no se inicia hasta 1575. Lo podéis ver en la imagen, con su cubierta de pergamino y sus refuerzos de cuero en el lomo, como era corriente en la época.
Primer acta de claustros de la Universidad de Toledo (1575, detalle)
En este momento, el claustro de la Universidad de Toledo era bastante magro. En su primer acta, del 7 de abril, aparecen, en efecto, los que participaron en esa reunión: apenas 16 “doctores de la Facultad de Theología” presididos por el vicecancelario Alonso Velázquez. Además de este último, que era obispo de Osma, podemos destacar la presencia del célebre historiador Francisco de Pisa, del que existe un retrato realizado por El Greco, nada menos. En la reunión siguiente, el 21 de abril fueron 19 asistentes, y en la tercera, el 14 de junio, ya acudieron 24 doctores y 17 “maestros”.
Acta del claustro de 14 de junio de 1575 (detalle)
El claustro era el lugar donde se debatía prácticamente cualquier asunto. Por no salir de estas tres primeras sesiones, digamos que el primer tema discutido fue una cuestión de procedimiento: la forma en que debían realizarse “los actos y grados de los bachilleres en Theología”. En la sesión siguiente ya empezaron las discusiones, en concreto sobre la presencia en el claustro de un aspirante a doctor, llamado Alonso Ramírez, contra el parecer del “doctor Angulo”. Y no podemos dejar de mencionar que la tercera sesión se dedicó a que “en una de las aulas del dicho Colegio [de Santa Catalina] habían escripto cierto libelo infamatorio y que sería bien que hiciese información y los que se hallasen culpados se castigasen”. Como vemos, el repertorio de asuntos nos resulta muy familiar incluso hoy en día.
Acta de la sesión de 7 de agosto de 1576 (detalle)
Por supuesto, los asuntos económicos importantes también se ventilaban en el claustro. Es interesante el acta de la sesión del 7 de agosto de 1576, cuando se dio cuenta de la finalización de ciertas obras en el Colegio de Santa Catalina y se proponía la forma de pagarlas. El coste era “la cantería a ochenta reales cada pilar uno con otro de entrambos patios” y la carpintería fueron 368 ducados. Tras alguna discusión, se decide que dos tercios del coste lo asuma el Colegio, y el tercio restante “entre el arca de grados y de facultad y el arca de cátedras”. De aquí podemos deducir que el edificio, hoy desaparecido, tenía dos patios, y que la economía del Colegio y de la Universidad (las “arcas” que menciona el documento) estaban separadas, aunque ambas instituciones, como sabemos compartían instalaciones y personal.
En la exposición sobre los 500 años de la Universidad y los 175 del Instituto de Toledo hemos seleccionado uno de los exámenes de dibujo realizados en 1901-1902 por los alumnos de primero y segundo. Pero el que exponemos solo es uno de los 64 dibujos realizados por estos chicos (solo varones) de 12-13 años de edad, así que aquí vamos a aprovechar para mostraros algunos más. Y, ya puestos, no nos hemos resistido a la curiosidad de investigar un poco sobre ellos: ¿qué fue de estos alumnos que coincidieron en el Instituto de Toledo hace 120 años? Algo hemos podido averiguar.
Dibujo de Álvaro de Malibrán
Cartela de la carpeta original
El dibujo que el comisario de la exposición, David Martín, ha elegido para ella es la cabeza de perfil de estilo clásico que hizo Álvaro de Malibrán y Escasi. De él hemos averiguado que en 1914 residía en Barcelona y se vio envuelto en un extraño asunto de intento de secuestro que apareció en la prensa local. Pero también ese año es calificado de “spanish inventor” en una publicación norteamericana especializada, como artífice de un nuevo equipo reproductor de música. Malibrán debió dedicarse a la industria musical durante el resto de su vida, porque en 1933 se convirtió en el dueño de la “Compañía del Gramófono Columbia”, una de las primeras compañías productoras y distribuidoras de discos en España, con sede en Barcelona.
Dibujo de Ubaldo Izquierdo
Un dibujo similar, también bastante bueno, es el de Ubaldo Izquierdo [Carvajal], que se dedicó a la pintura con cierta fortuna. Hoy sus cuadros se venden en subastas por todo el mundo e incluso tiene dos en el Museo Reina Sofía. Sabemos que en 1930 era comandante de infantería y residía en Tenerife, donde sus pinturas llamaron la atención de los críticos isleños. Combatió durante la guerra civil en el bando republicano y probablemente por ello debió exiliarse a Francia, donde murió hacia 1960.
Dibujo de José Asensio García
Expediente de alumno de José Asensio García
Curiosamente, de los alumnos que hemos elegido solo tenemos en el AHPTO el expediente de uno de ellos, el de José Asensio García. Así sabemos que nació en Alcalá de Henares, de familia militar, por lo que en Toledo vivió en el Colegio de Mª Cristina. Por cierto que, según su partida de bautismo, su madre, doña Narcisa García León, procedía de Pichucalco, en Chiapas (México). Probablemente sea él mismo que en septiembre de 1945 era Brigada enfermero auxiliar del Ejército del Aire, destinado en la Escuela de Transformación del grupo de Levante, y que es separado del servicio activo a petición propia.
Dibujo de Isidro Garoz
Es posible que esta falta de información en nuestro archivo sobre estos alumnos se deba a que, tras cursar uno o dos años, pasaron a los estudios de Magisterio, a los que por entonces se accedía con catorce años. Por ejemplo, en el dibujo de Isidro Garoz aparece la anotación “2ª curso. Magisterio”. Este estudiante ya en 1910 era maestro en Pioz (Guadalajara) y cinco años después ascendió a la categoría de 1.000 pesetas. De él se conserva una ficha en el Centro Documental de la Memoria Histórica que atestigua que en 1938 hizo un donativo a un semanario comunista de Guadalajara.
Expediente de depuración de Ramón Pueo (detalle)
Dibujo de Ramón Pueo
También maestro fue nuestro último estudiante, Ramón Pueo Calvera. Una búsqueda por la estupenda base de datos del BOE nos permite reconstruir su currículum: en 1910 en Sestrica (Zaragoza), antes de 1921 en Valdeverdeja y desde ese año en El Puente del Arzobispo; en 1924 estaba en Mondéjar y en 1928 se trasladó a Pantoja. Aquí se establecería definitivamente y debió ser un maestro muy querido, pues hoy tiene dedicada una de las calles principales del pueblo. No obstante, conservamos el expediente de su depuración política durante la guerra civil y, pese a contar con informes favorables y a que fue detenido y encarcelado por los republicanos, acabaron condenándolo a suspensión de empleo y sueldo e inhabilitación de un año.
La memoria, el olvido, los documentos y los archivos serán el eje central de este blog porque…sin archivos, sin documentos, sin archiveros…¿podemos preservar nuestra memoria?