ESCUELAS DE LATINIDAD

Ahora que empieza el nuevo curso nos hemos fijado en unos documentos de septiembre de 1827 que nos informan con detalle de la situación de las “escuelas de latinidad” en lo que entonces era la provincia de Toledo.

Estas escuelas, junto con los Estudios de Gramática o de Humanidades, equivalían en el antiguo régimen a lo que hoy llamamos Enseñanza Secundaria, muy orientada a la preparación para la universidad. Serían suprimidas por las reformas liberales de la primera mitad del siglo XIX, otorgando a la enseñanza secundaria un carácter propio, cada vez menos dependiente de las universidades, todo ello no sin momentos de retroceso. Uno de estos momentos fue la restauración del absolutismo en 1823 tras tres años de gobierno liberal. En este contexto se publica el “Reglamento General para las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades”, que establecía las condiciones para que pudieran funcionar estos establecimientos. En consecuencia, se revisaron todas las escuelas de latinidad del país, incluyendo informes precisos no solo sobre la titulación y aptitudes del responsable, sino también sobre su “purificación” política.

Informe

Esta tarea fue coordinada por las Universidades. Por eso contamos nosotros con expedientes detallados sobre cada uno de los “preceptores” de estas escuelas en Toledo y su circunscripción, completados con resúmenes más o menos extensos. Así, en este relativo a la zona de Talavera de la Reina se nos dice que en la propia ciudad talaverana solo hay un preceptor de Gramática, José Gorrón y Contreras, natural de Madrid y vecino de Torrijos. Pero más adelante nos informa que en Guadalupe hay tres: dos sacerdotes —uno de ellos vinculado al monasterio— y un tal Rafael Pulido, “fraile secularizado” que está considerado “constitucional exaltado” y que, además, no solo enseña gramática sino que “enseña más de 20 discípulos de 1ª letras, filosofía y moral”. Un sujeto a vigilar, sin duda.

Resumen de informe

Hay que decir que otros resúmenes correspondientes a otras zonas no son tan exhaustivos. Así, tenemos uno del partido de La Mancha que se limita a consignar los nombres de los preceptores y el pueblo de actuación. Llama la atención que en Ciudad Real o en la propia Almagro —que contaba con Universidad propia— solo existiese una escuela de latinidad, mientras que Moral de Calatrava o Manzanares contaban con dos.

En el informe general para toda la provincia se registran 28 preceptores con título oficial, más otros 12 sin título. Muchos de estos preceptores no oficiales son frailes exclaustrados que encuentran en esta ocupación una forma de sobrevivir fuera de sus conventos, como el ya citado Rafael Pulido o Francisco García Simón, antiguo franciscano que se ha instalado en el pequeño pueblo de Escarabajosa, hoy Santa María del Tiétar (Ávila). Es interesante fijarse en los señalados como políticamente peligrosos, como Buenaventura Domínguez Bustamante, de Cebolla, que “no está purificado ni quiere intentarlo” y además “tiene la nota de haber sido adicto con exaltación al sistema constitucional”; o Manuel Justo Morales, de Navalmoral de Pusa, que no solo está “impurificado” en primera instancia, sino que es sospechoso de pertenecer a “asociaciones reprobadas”. Por último, destaquemos a algunas buenas almas que comparten sus conocimientos prácticamente por amor al arte. Así hace Manuel Luis Calvo, el boticario de Sonseca, quien “se dedica a enseñar latinidad… a los que se le presentan”. O Félix Hervás, presbítero, que compagina su labor de maestro de primeras letras con la enseñanza de latinidad “a los más adelantados” en Mocejón; una situación parecida a la de Francisco Sánchez, de Huerta de Valdecarábanos. Más clara es la anotación de Eulogio Fernández, clérigo de primera tonsura en La Guardia, quien “enseña por afición a 4 niños”.

Terminemos señalando que solo cinco localidades contaban con más de una escuela: dos había en Lillo, Villamayor de Santiago y Mora; y tres en Toledo y Guadalupe, aunque en la localidad cacereña dos eran extraoficiales, como hemos visto.

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