LA SISLA, MONASTERIO Y PALACIO

Esta semana, gracias al investigador Francisco José Rodríguez de Gaspar —al que le agradecemos la indicación—, hemos podido identificar algunas fotos del palacio de la Sisla, cerca de Toledo, que no teníamos correctamente ubicadas. Lo que aparecía descrito como “casa particular” ahora sabemos que corresponde al palacio que levantó a principios del siglo XX Consuelo Cubas, condesa de Arcentales. Se conocían ya varias fotografías de este palacio, realizadas en sus primeros años, que reflejan su magnificencia un tanto exagerada; podéis verlas en el siempre estupendo blog “Toledo Olvidado”. Las que os ofrecemos ahora nos muestran un mobiliario mucho más austero, lo que nos hace suponer que se tomaron después de la guerra civil. En efecto, durante la contienda el edificio sufrió mucho debido a los saqueos y a encontrarse en pleno frente, y parece que sus propietarios posteriores se limitaron a utilizarlo como residencia ocasional.

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Pero el lugar tiene mucha historia detrás. A mediados del siglo XII se cita una ermita de Santa María de la Cisla al sureste de Toledo, y a finales del mismo siglo ya aparece dependiente jurídicamente de la parroquia de Santa Leocadia. En 1384 la naciente orden jerónima recibe el lugar y empieza a construir en él un monasterio que prosperó con rapidez. Quizá los siglos XV y XVI fueron su época de mayor esplendor, como testimonian las tablas del “Maestro de la Sisla”, realizadas para este monasterio y que hoy se conservan en el Museo del Prado. Aquí profesaron Hernando de Talavera, que fue confesor de Isabel la Católica y arzobispo de Granada, y Diego de Yepes, confesor de Santa Teresa de Jesús y de Felipe II. Incluso en sus muros se firmó el acuerdo de paz definitivo entre los comuneros toledanos y las tropas imperiales en 1521. Más modestamente, en el AHPTO conservamos una relación de tierras y propiedades que atestiguan el poder económico de la comunidad en ese momento.

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El siglo XIX fue el de la decadencia del monasterio.  Un incendio en 1802, los estragos de la guerra de la Independencia y dos desamortizaciones, en 1820 y 1835 —esta última definitiva— significaron la ruina del edificio, que acabó demolido. Aquí os ofrecemos la portadilla del expediente de venta de parte de las tierras que pertenecieron al monasterio extinguido.

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Tras pasar por varios propietarios, el solar y los restos edilicios llegaron a la mencionada condesa de Arcentales, quien levantó un palacio de capricho del que se solían destacar las rejas de Julio pascual y los jardines diseñados por Cecilio Rodríguez. Esta segunda época dorada del edificio terminó con la guerra civil, como hemos señalado. Durante el período franquista debió utilizarse como simple casa de campo y en 1975 fue expropiado para ampliar los terrenos de la Academia de Infantería. Pero, antes de hacerse efectiva la expropiación, su propietario decidió volar los edificios que quedaban, al parecer para mostrar su desacuerdo con la indemnización que iba a recibir. Y así han quedado hasta hoy.

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Aunque la zona es de acceso restringido, podemos ver su estado actual gracias al estupendo reportaje fotográfico que hizo hace pocos años el fotógrafo David Utrilla.

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