La ciudad de Toledo siempre ha atraído visitantes de todas partes, pero el fenómeno del turismo de masas se inicia a partir de mediados del siglo pasado. Desde entonces, una de las constantes en el caso toledano es la sensación de que “hoy en día la visita casi se reduce al recorrido durante unas horas de cuatro museos y otros tantos monumentos. La falta de un buen hotel de turismo hace que a pesar del interés en quedarse unos días manifestado por muchos visitantes […] se tengan que volver sin satisfacer sus deseos…”. Las palabras entrecomilladas no corresponden a ningún artículo de la prensa local actual, sino que forman parte de la memoria del proyecto de “Gran Hotel” que el arquitecto Luis de Villanueva presentó al Gobernador Civil en marzo de 1951.
El proyecto consiste en la construcción de “un hotel moderno de turismo internacional” en el antiguo convento de San Gil, que en ese momento había dejado de servir como cárcel provincial. Además de la interesante memoria, encontramos unos primorosos planos, de los cuales os ofrecemos el alzado. Las 49 habitaciones son todas exteriores y destaca la entrada, realizada desde el paseo del Tránsito a través de unos jardines para aprovechar al máximo las espectaculares vistas del lugar.
Se añade al proyecto un pequeño reportaje con tres fotografías del entorno que, hasta donde hemos podido averiguar, permanecen inéditas. Dos de ellas insisten precisamente en el paisaje del que se puede disfrutar desde el proyectado hotel, y la tercera es una imagen del conjunto de exconvento. Evidentemente, no se trata de un proyecto desarrollado, sino solo de una propuesta sometida a la consideración de las autoridades del momento.
El caso es que, por muy atractivo que fuese, el hotel no llegó a construirse. En su lugar, se instaló allí el cuartel de la Guardia Civil. Curiosamente, cuando la Benemérita también se trasladó en 1968 se retomó el proyecto hotelero, como sugieren algunos documentos incluidos en el mismo expediente, si bien esta vez parece que no pasó de las mediciones preliminares. Pero de nuevo las prosaicas necesidades urbanas se impusieron a la poesía del lugar y el edificio acabó convertido en cuartel de bomberos. Después de diversos avatares, desde 1985 es sede de las Cortes de Castilla-La Mancha.
Luis de Villanueva Echeverría (1907-1978) fue uno de los más reputados arquitectos españoles del siglo XX. Fue responsable de la restauración de muchos monumentos toledanos después de la guerra civil, y también realizó abundantes edificios notables tanto privados como públicos, sobre todo en Toledo y en Madrid. Podéis conocer más detalles de su trayectoria profesional aquí, y no debe confundirse con su hijo, el también renombrado arquitecto Luis de Villanueva Domínguez.