EL MAESTRO ALONSO CEDILLO

Alonso Cedillo fue un profesor e intelectual madrileño afincado en Toledo durante el siglo XVI. Es conocido entre los estudiosos de la época por su actividad docente pero, sobre todo, por su excepcional biblioteca. Hoy queremos acercarnos a este personaje y lo haremos de la mano del espléndido trabajo que sobre él realizó hace pocos años la investigadora Carmen Vaquero, habitual de nuestro Archivo. En él podéis consultar, entre otros documentos, la transcripción del testamento y la lista completa de la biblioteca de nuestro personaje.

Firma de Alonso Cedillo: "El maestro Alonso Cedillo"
Firma de Alonso Cedillo

Cedillo nació en Madrid en 1484. Estaba instalado en Toledo al menos desde 1520, donde ya era profesor de gramática y retórica en la Universidad. Vivía en la collación de San Andrés, muy cerca de la propia Universidad, y parece que alojó en su casa a algunos estudiantes parientes o amigos. También llegó a ser racionero de la Catedral. Se conservan varios documentos en los que interviene, pero nos vamos a centrar en su testamento.

"...y exibí ante él el dicho testamento, el que estava çerrado e sellado con un sello de çera colorado e firmado de ocho firmas e signado del signo de Hernán díaz de Alcalá, escribano público..."
Diligencias de apertura del testamento de Alonso Cedillo

Lo primero que encontramos son las diligencias de apertura. Se nos dice que el 4 de abril de 1565 se presentó ante el alcalde mayor de la ciudad el maestro Damián Cedillo, sobrino de nuestro personaje, “y dijo que el dicho Alonso Cedillo, su tío, hoy, dicho día, podrá haber dos horas que falleció y pasó de esta presente vida”. Este Damián presentó “el dicho testamento, el cual estaba cerrado y sellado con un sello de cera colorado, y firmado de ocho firmas y signado del signo de Hernán García de Alcalá, escribano público” y también a dos testigos que estuvieron presentes cuando el testamento se cerró. El alcalde ordena que se abra el testamento que a continuación se transcribe.

"...y las obras de San Bernardo que están en un bolumen en tablas de papel leonado y no le mando más de los libros atento que le he tenido muchos años en mi casa y le he dado de comer. Yten, mando que se den al bachiller Pero Hernández de Çedillo, mi sobrino, çinco mil maravedís puesto que yo le he tenido en mi casa muchos años y enseñado y gastado con él ansí en vestir como en libros y en su bachilleramiento y otras cosas."
Mandas del testamento de Alonso Cedillo en favor de sus sobrinos Alonso Cedillo y Pedro Hernández de Cedillo

El testamento es relativamente largo, unos siete folios completos. Solo nos fijaremos en algunos detalles. Como era costumbre, además de hacer una declaración de fe bastante prolija (no olvidemos que era sacerdote de la Catedral y profesor universitario), dispone con detalle la ceremonia de su enterramiento y deja encargadas una buena cantidad de misas por su alma y las de sus deudos. Después empieza a repartir sus bienes, empezando por dos casas que tiene en Madrid. Entre esos bienes encontramos aquí y allá algunos libros. En especial, cuatro obras en un total de once volúmenes, incluyendo “las paráfrasis de Erasmo sobre las Epístolas y Evangelios”, todos a su sobrino que se llama como él y al que “no le mando más de libros, atento que le he tenido muchos años en mi casa y le he dado de comer”. Más adelante dona a la biblioteca de la Universidad una Biblia trilingüe de las conocidas como “complutenses” y “otro libro que se llama Exidius” (es decir, “Sobre las Sentencias” de Egidio Romano), y luego al mismo Damián un libro más y otros diez a su elección. Termina con disposiciones sobre su casa en Toledo y sus inquilinos.

Pocos días después el sobrino homónimo de nuestro clérigo pidió al notario Cristóbal de Loaisa que hiciera inventario de los bienes de su difunto pariente. Además de una viña, aparecen en el inventario los bienes muebles que cabe esperar: ropas, mobiliario, alguna pintura y escultura, etc. Aparecen también “diez bancos en que se asientan los estudiantes”, lo que hace suponer, junto con otros datos, que Cedillo, además de alojar a estudiantes, también las daba algunas clases. Pero lo más importante son los libros, 225 en total, que están metidos en tres cajones de madera y que se relacionan escrupulosamente. Hay una magnífica representación de los clásicos griegos y latinos y también las obligadas obras de los Padres de la Iglesia en ambas lenguas y libros de teología. Pero, junto con estos textos, esperables en la biblioteca de un clérigo, encontramos bastantes obras de Erasmo de Rotterdam, una larga lista de humanistas, sobre todo italianos pero también belgas y de otros lugares de Europa, y una buena representación de lo que Vaquero ha llamado “prosa científica”, como la “Cosmografía” del matemático Pedro Apiano o la “Navigatio ad terras ignotas” del explorador veneciano Alvise Cadamosto. En definitiva, Cedillo sin duda estaba muy bien informado de las últimas novedades científicas, teológicas y filosóficas de su tiempo y podemos suponer que las transmitió a sus alumnos durante sus largos años de docencia en Toledo.