VETERINARIOS

El último sábado de abril es el Día Mundial de la Veterinaria. Así que hemos buscado algunos documentos sobre los veterinarios o “albéitares”, que este fue durante mucho tiempo su nombre.

Lo cierto es que prácticamente todos los documentos que hemos encontrado se refieren a denuncias por lo que hoy llamaríamos intrusismo profesional. Por ejemplo, en julio de 1834 Juan Francisco Sánchez y Antonio Arguedas, en nombre de “los demás profesores de veterinaria y albeitería” de Talavera de la Reina, se quejan de “los errores y defectos sustanciales que ha cometido Pedro Pérez, que, titulándose herrador, se ha fijado en la puerta llamada de Cuartos de esta dicha villa”. Dicen que Pérez no sólo carece de autorización para ejercer la veterinaria, sino que además es manifiestamente incapaz para ello. Los demandantes ya denunciaron el asunto al Ayuntamiento, que prohibió ejercer al herrador, pero él siguió trabajando como si nada. Los denunciantes aluden veladamente a algún tipo de corrupción (“difícil es acertar con el apoyo que cuenta para semejante osadía”) y acaban amenazando con acudir a instancias superiores. Al final tenemos las firmas de todos los veterinarios de la ciudad, siete en total. El Ayuntamiento volvió a ordenar a Pérez que cese en su actividad y parece que esta vez sí que obedeció.

Texto manuscrito: "Juzgado de Instrucción de Navahermosa. Año 1925 (Navalucillos). Rollo del juicio de faltas por denuncia de Carmelo Díaz Fernández contra Aniceto López Sánchez por ejercicio sin título de la Veterinaria. Nº 6"
Portada del pleito por ejercicio ilegal de la veterinaria en Los Navalucillos, 1925

Este tipo de problemas aparecieron cuando se crearon las primeras Escuelas de Veterinaria en España a finales del siglo XVIII. Hasta entonces, los albéitares eran profesionales prácticos, que aprendían trabajando junto a un maestro y no tenían más título que su propia experiencia. Muchas veces se confundían con los herradores y, ante la falta de veterinarios titulados, fueron ellos los que siguieron cuidando de los animales durante mucho tiempo. Como es lógico, cuando aparecían los veterinarios era fácil que también surgiera el conflicto. Por ejemplo, en este caso de Los Navalucillos en 1925.

Texto parte impreso y parte manuscrito: "Auto. Señores Presidente, Sánchez [ilegible], Domínguez. En la ciudad de Toledo, a ocho de septiembre de mil novecientos cuarenta y dos. Visto este sumario, procedente del Juzgado de Instrucción de Madridejos, y Resultando: que el presente sumario fue incoado por aparecer indicios de que el herrador Luis García Gallego, vecino de Camuñas, ha ejercido actos propios de veterinario pero sin atribuirse  la cualidad de ser profesor en tal materia..."
Sentencia en el pleito por intrusismo profesional en Camuñas en 1942

Generalmente, estos problemas se solucionaban sin demasiado alboroto. Tras la guerra civil, el Estado empezó a ordenar de forma más eficaz la sanidad animal, de manera que se extendieron los veterinarios titulados por todo el territorio y, a la vez, fueron desapareciendo los antiguos herradores. Todavía podemos encontrar algún conflicto, como este de Camuñas en 1942. Aunque los jueces de la Audiencia Provincial declaran que el imputado “ha ejercido actos propios de veterinario, pero sin atribuirse la cualidad de su profesión en tal materia”, sin embargo, dejan el asunto sin condena alguna. La benevolencia de los magistrados indica que se trataba de un caso ya residual.

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