Como todos sabéis, un silo es un almacén de grano. Pero en algunos lugares también se llamaba así a cuevas utilizadas como vivienda, en general por familias con pocos recursos. Durante los años 60 y 70 del siglo pasado las autoridades emprendieron varias campañas para acabar con estas casas-cueva, en parte por motivos de salubridad y seguridad, pero también en parte por motivos de imagen pública. Si habéis leído “Las ratas”, la maravillosa novela de Miguel Delibes, recordaréis que este tema es la base de su argumento. Si no la habéis leído, os recomendamos que lo hagáis en estos días de confinamiento.

En nuestro Archivo conservamos la documentación producida como consecuencia de una de estas campañas, en febrero de 1970, hace apenas 50 años. El Gobierno Civil pide información detallada sobre la existencia de estas cuevas a todos los ayuntamientos. En muchos casos se responde que no existen en el municipio, o que son ya muy escasas, pero también son bastantes los que informan de varias viviendas en estas condiciones. Los informes son casi siempre muy parecidos: las viviendas están en razonable estado de conservación pero sus condiciones higiénicas y de seguridad son malas por su propia naturaleza; sus habitantes son vecinos de la localidad, bien conocidos, que las ocupan porque no tienen recursos para vivir en otro sitio. Con frecuencia se alude a los altos precios del alquiler. El Ayuntamiento de Talavera de la Reina provecha para decir que no tiene cuevas, pero sí dos grupos de chabolas. Solo en algún caso el número de cuevas es alto: en Ontígola se cuentan 65 cuevas que albergan a 325 personas, es decir, el 30 % del total de viviendas del pueblo y el 41 % de su población.
Pero el caso más significativo es, sin duda, Villacañas. Aquí el informe municipal es bastante más amplio, y señala que los “silos” son “viviendas típicas”, ocupadas “desde tiempo inmemorial” por familias villacañeras que tienen una “idiosincrasia” particular, de la que no nos ofrece más detalles, aunque el alcalde recalca que se preocupan de mantener la limpieza y arreglo de los silos dentro de sus escasas posibilidades económicas. Se contabilizan 623 silos, el 22 % del total de viviendas de la localidad, que albergan a unas 2.500 personas, la cuarta parte de la población, pero el alcalde dice que hasta hace unos cuatro años eran muchas más, que se han ido trasladando a un grupo de “albergues provisionales” que está construyendo el Ayuntamiento con ayuda del Ministerio de la Vivienda.
Además del informe, el alcalde aporta una buena colección de fotografías de los silos. En ellas podemos ver la realidad de lo que dice el informe municipal: viviendas muy modestas pero limpias y arregladas (es de suponer que algo preparadas para las fotos, claro) que conforman un auténtico barrio bastante especial.

En casi todas las localidades los habitantes de las cuevas fueron, efectivamente, reubicados en otras viviendas más adecuadas, y hoy las que persisten ya tienen otros usos. Pero en Villacañas algunos silos se han mantenido como museo. En cuanto sea posible, os animamos a visitarlo. Merece la pena.