LA CARRETERA DE MORA

En estos días de muchos movimientos por carretera queremos ofreceros algunos documentos sobre la construcción de una de las principales carreteras de la provincia, la antigua C-400, que unía Toledo con Alcázar de San Juan. Hoy se corresponde, en gran medida, con la A-40, llamada “Autovía de los Viñedos”.

Las primeras noticias que tenemos de esta vía corresponden a su tramo desde Mora hasta Madridejos, proyectado en 1860. Pero, como veis en el esquema general, estaba ya previsto prolongar la carretera hasta la capital provincial. Sin embargo, las previsiones en materia de infraestructura siempre son a largo plazo: la carretera de Toledo a Mora no se proyectó hasta 1889 (su autor fue Emilio Grondona, al que conocemos por haber intervenido en el Puente de Hierro de Talavera de la Reina), y todavía hubo de reformarse, de manera que la obra definitiva no empezaría hasta 1896. En el proyecto se incluye un croquis de las carreteras y los ferrocarriles de la provincia en ese momento que nos permite comprobar que, salvo algunos detalles, el mapa de comunicaciones de Toledo ya estaba fijado hace más de 120 años.

Plano del trozo inicial de la carretera de Toledo a Mora
Plano del trozo inicial de la carretera de Toledo a Mora

Quizá el tramo (“trozo”, dicen los documentos) de esta carretera donde más variaciones haya habido es precisamente la salida de Toledo, sobre todo por la construcción de la Academia de Infantería. Como podéis ver, la idea original era rodear el Castillo de San Servando y avanzar desde ahí hacia Nambroca por lo que hoy son los terrenos militares. El proyecto menciona expresamente la antigua calzada romana y edificios hoy derruidos u olvidados, como la ermita de Santa Ana o la Venta del Macho. Si queréis saber algo más sobre estos dos edificios, esta entrada del blog Toledo Olvidado está dedicada a Santa Ana, mientras que la venta del Macho aparece probablemente en un cuadro de Aureliano Beruete denominado “La venta del Castillo”, pintado en 1911 y hoy en el Museo del Prado.

Contamos también con dos fotografías del fondo Rodríguez, que retratan este tramo del camino, que no llegó a ser carretera, justo a la salida del Castillo de San Servando. Ninguna está fechada, pero en una de ellas se pueden ver las obras de construcción del Hospital Provincial, de manera que debe situarse hacia 1930; la otra fotografía, peor conservada, ni siquiera muestra edificios todavía en la cumbre del cerro de Santa Bárbara, lo que la sitúa al menos en la década anterior.

Plano de la carretera de Toledo a Mora (detalle de Nambroca a Almonacid)
Plano de la carretera de Toledo a Mora (detalle de Nambroca a Almonacid)

Pero lo habitual es que las carreteras no hagan demasiadas innovaciones respecto de los caminos precedentes. Como se puede ver en el detalle del tramo de Nambroca a Almonacid, en realidad los ingenieros aprovechan los trazados de los caminos que comunican los diferentes pueblos desde tiempo inmemorial, suprimiendo curvas y allanando obstáculos, pero manteniendo la ruta en términos generales.

Esquema de la traída de materiales para la carretera de Toledo a Mora
Esquema de la traída de materiales para la carretera de Toledo a Mora

Por último, un detalle curioso para los profanos es el esquema de los lugares de donde se irá sacando el material para la construcción de la carretera, cuidadosamente anotado.

REABRIMOS LA EXPOSICIÓN CON EL PLANO DE QUINTANAR

Hoy reabrimos nuestra exposición permanente, aunque con los condicionantes impuestos por la situación sanitaria. Con esto, todo el archivo vuelve a estar operativo, siempre dentro de las limitaciones propias del momento. Pero ya estamos aquí del todo, y los que estéis por el centro de Toledo podréis pasar un ratito a contemplar algunos de los documentos y fotografías que forman parte de nuestra memoria colectiva.

Sala de Exposiciones

Y para celebrarlo vamos a dejar expuesto uno de nuestros documentos más emblemáticos: el plano de Quintanar de la Orden de 1752. Este plano forma parte de los documentos del Catastro de Ensenada, de los que ya os hemos hablado en alguna ocasión precisamente en relación con los dibujos de Toledo y Talavera o el magnífico mapa de Olías del Rey. El mapa que hoy os presentamos es bastante más esquemático que el de Olías, pero más detallado que el de las dos ciudades de nuestra provincia. Como veis, solo señala los límites del casco urbano (de forma bastante convencional), las iglesias y los caminos, mas alguno de los comunes de la villa, como “Villaverde” o “El Monte”. En realidad, de lo que se trataba era de marcar referencias geográficas para facilitar el minucioso trabajo de identificar y describir todas las fincas del municipio. A pesar de ello, el dibujante no ha renunciado a algunos detalles estéticos aunque realistas. Así, cada iglesia tiene su propia forma, que sin duda correspondía con la realidad, y en el inicio del Camino de Miguel Esteban se han dibujado los árboles que debían formar una bonita alameda.

No todos los edificios que se dibujan permanecen en la actualidad. Quedan en su sitio, además de la parroquia, las actuales ermitas de San Sebastián, San Juan, Santa Ana y la Piedad. El templo que nuestro mapa identifica como “San Blas” hoy ha trasladado su advocación principal a San Antón, y finalmente de San Bartolomé, La Concepción  y San Pedro solo quedan hoy el recuerdo en el callejero quintanareño. Lo mismo ocurre con la zona de “Villaverde”. Evidentemente, mucho más difícil es identificar los diferentes caminos.

Si pensamos que todavía hoy el Catastro es una operación compleja y sujeta a continuas revisiones, imaginemos lo que suponía hacerla por primera vez a mediados del siglo XVIII: el esfuerzo organizativo, humano y económico fue colosal. En Quintanar, las operaciones se iniciaron con el “Interrogatorio general” el 10 de junio de 1752 y terminaron con el “Resumen del producto” (es decir, el cálculo global de lo que producían las tierras e industrias del municipio, una especie de PIB de la época) que se terminó el 2 de septiembre de 1756. En total, más de cuatro años. Obsérvese que este cálculo final está firmado en Almagro, que era una de las sedes secundarias de la Intendencia toledana. Y en este cálculo entran todos, incluidos los terratenientes.

El grueso de las operaciones catastrales fueron, como es lógico, los reconocimientos de las fincas rústicas. Pero no se descuidaron las casas del casco urbano, de las que se hacían dos reconocimientos. El primero, por orden topográfico, es decir, por calles, reflejando las casas que había en cada calle. El segundo reconocimiento se hacía por vecinos, indicando el número y calidad de las personas que vivían en cada casa. Eso sí, en todos los casos se distingue entre las propiedades de seglares y las propiedades de eclesiásticos.

LA COLEGIATA DE TALAVERA

Una de las series documentales más llamativas y, a la vez, menos conocidas de nuestro archivo son los expedientes de restauración de monumentos. Se trata de un conjunto que supera los 150 expedientes, cada uno producido como consecuencia de la restauración de algún monumento histórico o artístico de nuestra provincia, realizadas por el Ministerio de Cultura entre los años 1971 y 1994, aunque la mayoría se datan en los años 80 del siglo pasado. Hoy nos vamos a fijar en la restauración que entre 1981 y 1985 se realizó a uno de los más importantes monumentos arquitectónicos de nuestra provincia: la Colegiata de Talavera de la Reina.

Fachada de  la Colegiata de Talavera

Parece que el solar de este templo hubo ya un templo romano y quizá también visigodo. Lo que sí está claro es que desde muy poco tiempo después de ser conquistada la ciudad por los cristianos a los musulmanes, esta iglesia ya gozaba de preeminencia sobre las demás. Por ejemplo, sabemos que de ella partía la solemne procesión del Domingo de Ramos. A principios del siglo XIII consigue el estatus de “colegiata”, es decir, que contaba con un “colegio” o “cabildo” de sacerdotes encargados de su administración, presididos por un “deán”, mientras que las parroquias normales solo contaban con un párroco. Para los que no estéis muy duchos en estas cuestiones conviene aclarar que las “catedrales” también cuentan con un cabildo y un deán, pero además son sede de la “cátedra” del obispo. Es decir, que nuestra iglesia tenía cabildo y deán, pero no obispo.

Alzado de la fachada

El magnífico templo se construyó en sus líneas fundamentales entre los siglos XV y XVI en un estilo gótico mudéjar, al que se añadieron algunos espacios en el siglo XVIII, singularmente el cuerpo superior de la airosa torre. Sufrió bastante con la invasión francesa y después con un grave incendio en 1846. Todo ello contribuyó a que perdiera su condición colegial en 1851, quedando reducida a simple parroquia. Sin embargo, no ha dejado de ser considerada la más importante iglesia de la ciudad hasta hoy.

Como es natural, a lo largo de su historia el edificio ha sufrido abundantes reformas y restauraciones. En nuestro archivo hemos encontrado rastro de dos restauraciones recientes. De una de ellas, realizada en 1963, solo sabemos que se trató de una intervención en las cubiertas y poco más. Pero de la que se desarrolló entre 1981 y 1985 conservamos el expediente administrativo completo, incluyendo el proyecto con sus correspondientes y espectaculares planos. Se trataba aquí de una restauración amplia de la sacristía el claustro y la torre, dirigida por el arquitecto José Manuel González Valcárcel, quien ya habría realizado las restauraciones del Corral de Comedias de Almagro o del Museo del Romanticismo, y quien inmediatamente después de esta obra realizó la restauración del Teatro Real de Madrid.

LOS ALREDEDORES DE TALAVERA DE LA REINA Y DE TOLEDO

Uno de los fondos documentales más característicos y más utilizados de cualquier archivo histórico provincial es el Catastro, y nuestro archivo no es una excepción. El año pasado un total de 471 personas distintas acudieron a nuestro centro en relación con este fondo, tanto presencialmente como a través del correo electrónico, se realizaron casi 3.900 consultas, y se entregaron más de 9.000 reproducciones de documentos. En resumen, el Catastro significa más de la mitad de nuestros servicios al público.

Plano de los alrededores de Talavera de la ReinaComo es sabido, el Catastro es el conjunto de datos, textuales y gráficos, destinados a averiguar las propiedades inmuebles de cada ciudadano, con la intención de que pague más quien más tiene. Evidentemente, esto implica que el Catastro solo se puede desarrollar en la Edad Contemporánea; durante el Antiguo Régimen el reparto de impuestos dependía del estatuto jurídico de cada persona, no de sus propiedades. Al margen de algún intento previo, el más famoso de los cuales es el llamado “Catastro de Ensenada”, estas operaciones se iniciaron en España hacia 1845 con los “amillaramientos”. La historia del Catastro desde entonces es bastante compleja, con épocas de escasa actividad o incluso paralización y otras épocas de claro impulso. Hay que decir también que, en general, se empezó por las propiedades rústicas, mientras que el Catastro de Urbana no funcionó plenamente hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado.

 

Plano de los alrededores de ToledoEn nuestro archivo, la documentación catastral se fecha entre 1879 y 2008. Sin embargo, la gran mayoría de las personas que solicitan esta documentación no son investigadores propiamente dichos, sino ciudadanos que necesitan consultarla para solucionar cuestiones administrativas. Pero el Catastro también tiene un enorme potencial para la investigación histórica. Hoy os traemos solo dos ejemplos, correspondientes a dos mapas fechados ambos en marzo-abril de 1936, es decir, justo antes del inicio de la guerra civil. Los hemos escogido porque, aunque corresponden a zonas consideradas entonces rústicas, lindan directamente con los cascos urbanos de las dos principales ciudades de nuestra provincia, Toledo y Talavera de la Reina. Esto, unido a la asombrosa precisión de sus dibujos, nos permite conocer con todo detalle cómo eran estas áreas semiurbanas en este momento tan significativo.

Plano de los alrededores de Talavera de la Reina (detalle)El primer mapa está fechado el 30 de marzo y corresponde a la zona oriental inmediata al casco urbano de Talavera de la Reina. Como vemos, se han dibujado la Ermita de la Virgen del Prado con sus jardines, la Plaza de Toros y el arroyo de Papacochinos, hoy canalizado y subterráneo. El plano llega a marcar con toda precisión las fuentes, jaulas, estanques y hasta el evacuatorio de los Jardines del Prado.

 

Plano de los alrededores de Toledo (detalle)El segundo mapa tiene fecha de apenas dos días después, el 1 de abril, y presenta la zona periférica a Toledo conocida como Ronda del Valle o simplemente “El Valle”. Fijémonos en el sur, donde, además de la ermita que da nombre a toda la zona, encontramos varias centrales eléctricas o “fábricas de luz”, e incluso una fábrica de harinas, todas aprovechando el caudal del río Tajo. Hoy todas estas fábricas están abandonadas y muchas en ruinas.

MÁS SOBRE EL PUENTE DE HIERRO

Hace algo más de un año os ofrecíamos algunas fotografías de la construcción del Puente de Hierro —hoy Puente Reina Sofía— de Talavera de la Reina. En nuestra exposición “Sobre ruedas” hemos dedicado una vitrina a este puente, y por eso vamos a traerle aquí de nuevo y a mostrar otros documentos sobre él.

Proyecto de puente

En realidad, conservamos tres proyectos del mismo puente, distintos pero muy relacionados entre sí. El primero es de 1879 y fue obra de Emilio Grondona. Como se puede ver por la imagen parcial, este diseño es bastante austero. Ocho años después el ingeniero Emilio Martínez Sánchez-Gijón presentó un segundo proyecto, algo más enriquecido estéticamente y más alto respecto de las aguas del Tajo, pero, sobre todo, incorporando los arcos superiores que, como sabemos, se mantienen en el puente actual.

Proyecto de puente

Tampoco este proyecto llegó a iniciarse. El puente actual se construyó entre 1904 y 1908, obra del mismo Martínez Sánchez-Gijón bajo la dirección de Grondona; es decir, con la intervención directa de los responsables de los dos proyectos anteriores, todos supervisados esta vez por Luis Barber. Para más detalles os remitimos a nuestra entrada anterior y esta reseña en el Portal de Cultura de Castilla-La Mancha, donde también encontraréis imágenes del proyecto del puente actual. Ahora os ofrecemos las dos fotografías todavía inéditas de la construcción, realizadas por Juan Ruiz de Luna, que muestra ser tan buen fotógrafo como ceramista.

Foto de la construcción del Puente de Hierro

Merece la pena, sin embargo, contar las peripecias por las que ha pasado esta documentación hasta llegar a nuestro archivo. Estos documentos forman parte del expediente de construcción de la carreta que va de Talavera de la Reina a Los Navalmorales, actualmente identificada como CM-4102. El expediente fue tramitado por la Jefatura de Obras Públicas de Toledo. En febrero de 1984 la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha recibe las competencias de la gestión de las carreteras que transcurren íntegramente por su territorio, lo que implica, naturalmente, la entrega de la correspondiente documentación. De este modo, probablemente en ese año el expediente, junto con sus compañeros de serie, sería enviado a la Delegación Provincial de la Consejería de Obras Públicas.

Foio de la construcción del Puente de Hierro

 

Con ocasión de una restauración del puente, a finales de 1994 el ayuntamiento talaverano pide los planos a la Delegación de Obras Públicas para una exposición conmemorativa. Pero al terminar los eventos, los documentos no fueron devueltos, sino que permanecieron en las oficinas municipales sin que, al parecer, nadie los reclamara. En febrero de 2000 la Delegación provincial de Obras Públicas transfiere su documentación histórica al AHPTO, pero sin advertir que faltan los documentos sobre el Puente de Hierro. No será hasta finales de 2017 que algún trabajador municipal “descubre” los documentos traspapelados y los envía al Archivo Municipal de Talavera, donde el archivero Rafael Gómez y su equipo se percatan de la situación y, pocas semanas después, envían los documentos a nuestro archivo, para que puedan por fin descansar junto con sus compañeros después de tantas vicisitudes.

LA CAPILLA DEL ARCEDIANO CEPEDA, EN LA CALZADA DE OROPESA

A finales de 1612 el arcediano de Oropesa y canónigo de la catedral de Ávila, don Diego Cepeda Carracedo, se decide a hacer realidad el sueño de su difunto tío, el inquisidor Bartolomé Martínez Carracedo, y erigir a su costa una capilla en la parroquia de su pueblo, Calzada de Oropesa. Encargó el proyecto al “maestro de obras” (arquitecto) abulense Juan Vela. Según este proyecto, firmado el 1 de enero de 1613, la obra deberá hacerse en el plazo máximo de un año con un coste máximo de 1.500 ducados, y entre las condiciones “a de echar en medio de la capilla o donde mandare el dicho señor arcediano dentro de ella dos laudes de a siete pies de largo i tres de ancho, i echar en ellos la armas i letreros que le dieren, i labrarlos en la forma que van señalados en el alçado de la entrada de la capilla, y así mesmo de echar las armas en la clave de la capilla y en el escudo de sobre la puerta, i hacer i dejar en la perficción que lo muestra la traça los dos entierros puniendo en ellos las armas i letreros que le ordenaren”. Como todos los documentos de este asunto, estas trazas o dibujos se conservan en nuestro archivo, y podéis verlas en nuestra exposición “Edificios de papel”.

Ya tenemos el proyecto. Ahora, hay que buscar quien lo ejecute, lo que hoy llamaríamos “el contratista”, para lo que se recurre al medio habitual de la época: echar pregones. Así se hizo en Oropesa durante varios días, empezando por el 24 de enero. Se presentaron dos artesanos, el carpintero Nicolás de Aguirre y el albañil Diego Esteban, que “hacen postura” por 1.250 ducados. Ambos se presentan como “residentes” en Oropesa, no “vecinos”, lo que indica que son forasteros. Finalmente, el 28 de febrero se redacta ante notario el contrato definitivo entre los artesanos con sus respectivas mujeres, los representantes del arcediano Cepeda, los fiadores de ambas partes y los testigos de rigor; de este documento destacaremos la obligación de los contratistas de pagar a los peones y oficiales al final de cada semana, así como el curioso signo notarial, más parecido a un escudo heráldico.

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No hay obra sin problemas, y aquí llegarían enseguida. El 2 de mayo Aguirre y Esteban (que, por cierto, ya son considerados “vecinos”) reclaman el pago del primer plazo, que se les debe, y se quejan de que han tenido que adelantar el salario de oficiales y peones, y el coste de los materiales y de los bueyes y carretas necesarios. Los representantes del arcediano aseguran que pagarán, pero el 16 de agosto los contratistas vuelven al notario a quejarse de que, estando en pleno trabajo, “se nos a mandado çesemos en la dicha capilla… en lo qual resçibimos mucha pérdida, daños y menoscabos”; de nuevo los promotores aseguran que pagarán los gastos, pero parece claro que la obra se paralizó.

Hay algo más. Cinco años después, en febrero de 1618, el abogado del arcediano reclama a Diego Esteban que termine el trabajo según estaba previsto, puesto que el albañil ha recibido todo el precio acordado pero “no está acabada la dicha obra ni se acabará con otros cuatro mil reales que en ella se gaste”. De su escrito se desprende claramente que Nicolás de Aguirre había muerto y que su viuda debía asumir su parte del contrato. Pocos días después, Esteban se excusa diciendo “que no avía proseguido la dicha obra por la mucha agua que a llovido de un año a esta parte y al presente llueve, y que en escampando y haciendo buen tiempo para trabajar trabajará en la dicha capilla”. Es la última noticia que tenemos de esta construcción.

LA CAPILLA DEL CARMEN DE BARGAS

El plano y alzado de la capilla del Carmen, en Bargas, es el excepcional documento que hemos elegido como imagen principal de nuestra exposición “Edificios de papel”. Como todos los documentos, tiene una historia detrás, lo que los archiveros denominamos “contexto”, que es esencial para entenderlos. Veamos cuál es la historia de este dibujo, con la ayuda de otros documentos que le acompañaban.

32438_5A finales de 1741 los hermanos Gaspar, Manuel y Francisco Sánchez Agudo, naturales y vecinos del pueblo de Bargas, junto con su convecino Gabriel Peral Sevillano, deciden labrar a su costa una capilla en la iglesia parroquial para mejor rendir culto a una imagen de la Virgen del Carmen que allí se veneraba. Como primer paso, se pusieron en contacto Francisco Jiménez Revenga, a la sazón “maestro de obras” o arquitecto de la Catedral, para que reconociese el terreno y realizase un primer proyecto de la obra. Fruto de ese trabajo fueron unos planos que no conservamos (luego sabremos por qué), y unas detalladas condiciones que sí conservamos, fechadas el 15 de enero de 1742. En ellas se especifica que la obra costaría 9.300 reales en total, pero que “si acaso los devotos se quisieren encargar de los materiales, como son cal, ladrillo, piedra, rejas, redes, madera, teja, vidrieras y azulejos, yeso moreno y blanco, tendrá el costo de manos quatro mil y quatroçientos reales”.

Con los planos y las condiciones, los cuatro bargueños pidieron el preceptivo permiso al arzobispo don Luis de Borbón. El consejo de Gobierno del Arzobispado, a la vista de los documentos y también del informe favorable del cura párroco afectado, da su visto bueno y el 27 de abril el cardenal extiende su licencia, con sello de placa y todo. Hace poco hablábamos de estos sellos, así que no nos hemos resistido a fotografiar este.

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Pero una vez concedida la licencia los promotores decidieron encargar unos nuevos planos, esta vez a José Díaz, arquitecto toledano, que son los que conservamos hoy, aunque manteniendo las condiciones redactadas por Jiménez Revenga; por eso, los primeros planos no se incorporaron al expediente. Mientras tanto, la noticia del proyecto se hace correr entre los constructores cercanos, y el 13 de junio se presenta una primera propuesta o “postura”, a cargo del “maestro de obras de albañilería” Bernardo García, de Toledo, que se declara dispuesto a realizar la obra por un máximo de 7.500 reales. Es probable que la rebaja en el precio se relacione con el cambio de proyecto, sustituyendo el primero por otro más sencillo y barato. En todo caso, el constructor se compromete a tener la capilla terminada para finales de octubre.

Inmediatamente después se colocó en la puerta del Ayuntamiento de Bargas el anuncio de la subasta de las obras, a celebrar el 23 de junio. Merece la pena detenernos en la mecánica de esta subasta, detallada en uno de nuestros documentos. A las cinco de la tarde del día previsto, los promotores se encuentran a las puertas de las casas del Ayuntamiento, donde está fijado el anuncio por falta de pregonero. La adjudicación “se ha de dar por rematada en la persona que de última mejora la tuviese puesta al consumirse una cerilla que incontinenti se havía de poner en las dichas puertas”. En efecto, se fijó la cédula en las puertas, y al lado una “cerilla” (es decir, una vela delgada y larga) encendida y sujeta con una armella, para que todo el mundo pudiese leer el documento. Se presentaron varios maestros de obras, entre ellos el propio José Díaz, autor de los planos, quien dijo que mejoraba la oferta en cincuenta reales, es decir, que haría la obra por un total 7.450 reales de vellón. “Y pasado tiempo como de media hora se consumió del todo la dicha cerilla sin haber parecido quien hiziese otra mexora alguna”, con lo que quedó adjudicada la obra a José Díaz.

El 8 de julio se firma el contrato, en el que Díaz aparece asociado al maestro carpintero Manuel Gutiérrez, también de Toledo. El mismo día se firma el acuerdo con el cura párroco, Jaime Castaño, comprometiéndose los promotores a tener finalizada la capilla en el plazo de un año. El último documento del expediente es el testamento de doña Manuela Isidora Alonso de Rozas y Aguado, viuda de Gregorio Sánchez Agudo, vecina de Bargas y natural de la parroquia de San Vicente de Toledo. Entre otras cosas, lega cien reales a cada uno de sus alnados o hijastros Gaspar, Francisco y “fray Manuel” (religioso franciscano), y dona dos mil reales para la obra de la capilla. “Y en caso que no tenga efecto el hacer la dicha capilla, se empleen los dichos dos mil reales en hazer un vestido para la dicha imagen de Nuestra Señora”. Eso sí, mientras no se tengan que gastar, los dos mil reales deberán permanecer en el “arca de tres llaves de la dicha iglesia” sin que se pueda utilizar para otra cosa.

La desconfianza de doña Manuela no parece exagerada si tenemos en cuenta que hoy en día no existe la capilla en la parroquia de Bargas. No hemos encontrado ningún documento que explique si las obras no se llegaron a realizar, o si la capilla fue demolida o reutilizada con posterioridad.

LA NUEVA EXPOSICIÓN DEL AHPTO: «EDIFICIOS DE PAPEL»

El próximo lunes 13 abrimos nuestra nueva exposición, titulada “Edificios de papel. Documentos sobre arquitectura en el Archivo Histórico Provincial de Toledo”. Se trata de una muestra de fotografías, planos y documentos relacionados con la arquitectura desde el siglo XVI a nuestros días y conservados en el Archivo Histórico Provincial.

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Desde siempre, los seres humanos hemos sentido la necesidad de construir. Las construcciones son signos inequívocos de actividad humana y, además, suelen ser los signos que más tiempo perduran, incluso mucho después de que sus moradores los hayan abandonado. Como toda actividad humana, la arquitectura también ha dejado su huella en los archivos. En el caso del AHPTO, esta huella se manifiesta en forma de planos, dibujos y fotografías desde el siglo XVI hasta la actualidad. La exposición ofrece una pequeña muestra de estos documentos.

Por eso, junto con planos, dibujos y fotografías de construcciones singulares, como el claustro de San Juan de los Reyes, la torre de la Catedral, la iglesia de Santiago de Talavera de la Reina, la capilla del Carmen de Bargas o el Ayuntamiento de Mora, hemos seleccionado documentos referidos a viviendas burguesas en la plaza de Valdecaleros, las casas para obreros en Malpica de Tajo o las humildes viviendas del barrio toledano del Arrabal en la primera mitad del siglo pasado, en contraste con el plano de la casa de un rico comerciante en sedas de Nambroca del siglo XVIII.

Merecen destacarse dos construcciones a las que hemos dado un valor especial. Por un lado, el plano y las instrucciones para la reconstrucción de un puente en Villarta de los Montes (Badajoz), en el siglo XVI, hoy sepultado bajo las aguas del pantano de Cijara. Y, por otra, dibujos y fotografías del siglo XX de la Plaza Mayor de Tembleque, una de las joyas arquitectónicas de la provincia.

La exposición permanecerá abierta en nuestra Sala de Exposiciones todos los días laborables en horario de mañana, hasta el día 26 de enero de 2018.