LA PELEA DEL CURA Y DOS PALABRAS MORIBUNDAS

El nueve de agosto de 1866 fue un mal día en Mazarambroz. El alcalde estaba “incompatible” (?), el teniente de alcalde ausente y no tenían escribano. De todo el Ayuntamiento solo les quedaba un regidor. Pues precisamente ese día se presenta Felipe Sánchez Ávila, natural y vecino del lugar, de 32 años de edad y labrador de profesión, diciendo que la noche anterior había sido apuñalado en su propia casa nada menos que por el señor cura, por nombre Calixto Aguado Sánchez, que tenía 35 años y era natural de Ablitas (Navarra). Felipe presenta como prueba “un estoque roto con su puño y el bastón que le sirve de baina [sic]”. Además de llamar al  médico, el regidor nombra a dos vecinos para que le ayuden en las primeras averiguaciones. Según Felipe, la noche anterior “bajando de la cámara […] de vaciar un costal de grano, oyó a su madre que le llamaba el señor cura, y apenas se presentó a él se dirigió con malos talentos y sin usar de más palabras tiró del estoque para asesinarle…”. Felipe se defendió y consiguió romperle el estoque “y entonces, quedándose brazo a brazo como una fiera carnívora se empleó con él a pescozones”. La criada de la casa salió a dar voces y entonces el cura huyó. Precisamente la criada aseguró que el cura había llegado a la casa con toda tranquilidad y hasta dando las buenas noches.

El regidor y los dos hombres buenos reciben las declaraciones de la víctima, de su madre, de la criada y del médico, y lo envían todo al juzgado de Orgaz. Durante los días siguientes este juzgado pide más detalles, y entre ellos encontramos una “diligencia de diseño” que describe el estoque minuciosamente: “Tiene el puño negro con unos puntos blancos y verola dorada con una figura de hueso. Tiene cuatro cuartas y media de largo [unos 45 cms.] el puño y caja que sirve de bastón, con verola de hueso al final, y dentro el estoque, de una media vara [unos 40 cms.], quebrado, y lo restante suelto, al parecer de acero con varias labores, según el diseño siguiente, teniendo dicho estoque con lo quebrado una vara escasa”. A continuación, encontramos un dibujo a lápiz del estoque en cuestión.

Además del dibujo y del asunto en sí, nos han llamado la atención dos detalles, dos “palabras moribundas”. La primera es “verola”, cuyo significado no hemos conseguido averiguar pero que, por el contexto, parece referirse a un adorno a modo de anillo incrustado en el bastón. La otra es “quimera”, que, utilizada en el sentido de riña o pelea, fue la calificación jurídica que, en un primer momento, se dio a los hechos, aunque luego el secretario del juzgado la tachó y la sustituyó por “homicidio frustrado”, algo bastante más serio.

Portada del expediente

Parecía un caso sencillo, pero no lo debió ser tanto. No vamos a entrar en los detalles, pero el juez de Orgaz elevó el asunto en consultas al juzgado superior, es decir, a la Audiencia Territorial de Madrid, quien dictará sentencia en marzo de 1867, siete meses después de los hechos. El cura queda absuelto por falta de pruebas, a pesar de que el juez manifiesta sus “sospechas que hacen dudosa la inocencia”. Por cierto que este juez fue Joaquín Bravo Murillo, hermano del famoso político Juan Bravo Murillo, que llegaría a presidente del Consejo de Ministros y del Congreso de los Diputados.