DIEGO LÓPEZ DE AYALA, MECENAS Y ARRUINADO

Como sabéis, en una Catedral el canónigo obrero es el responsable del mantenimiento del edificio. Durante buena parte del siglo XVI, este cargo en Toledo lo ostentó Diego López de Ayala, un personaje bien conocido por los historiadores de la época. Antes de nada, hay que advertir que existen varios personajes con el mismo nombre y de la misma época o épocas cercanas, lo que a veces ha dado lugar a confusiones. Nuestro don Diego nació en Talavera de la Reina hacia 1480 y empezó a ejercer como canónigo obrero en 1521. Participó en algunas misiones diplomáticas sin demasiado éxito, pero, en cambio, mostró tener una acusada sensibilidad artística. Por ejemplo, fue el impulsor de obras como la reja de la Capilla Mayor, los asientos del Coro o la mismísima custodia de Arfe.

Borrador de acuerdo

Además, don Diego mostró gran habilidad para hacer dinero en provecho propio. Pero nada quedó de todo ello porque en 1545, como consecuencia de la mala gestión de su subordinado, el racionero Gutierre Hurtado, tuvo que asumir una deuda colosal de más de once millones de maravedíes, que acabaría con toda su herencia. No vamos a entrar en el fondo de este asunto pero sí nos fijaremos en algunos detalles. Por ejemplo, en que, pese a sus protestas, el canónigo debió responder con sus bienes personales al desfalco cometido por su subordinado, que acababa de morir. El borrador de acuerdo que conservamos en el AHPTO nos dice que don Diego debía entregar a la Obra de la Catedral la muy respetable cantidad de 400.000 maravedís al año, casi cuatro veces más de lo que, por ejemplo, ganaba un médico de la época. En caso de muerte, sus herederos deberían pagar la mitad de esa cantidad hasta que se saldase la deuda. Además, la Catedral se incauta provisionalmente de todos sus bienes para prever impagos. Un acuerdo realmente duro. Nuestro borrador no tiene fecha, pero sabemos que se concertó en 1557.

Juramento

Tenemos también el nombramiento de los tasadores, de abril de 1559. Aquí contamos con la presencia como tasador nada menos que de Alonso de Covarrubias, el famoso arquitecto, autor, entre otros edificios, de algunos tan emblemáticos como el Hospital Tavera o la Puerta de Bisagra. Nos hemos fijado, sin embargo, en la fórmula del juramento, que transcribimos, como siempre, adaptada a nuestra ortografía actual: “juraron a Dios y a Santa María y a las palabras de los santos cuatro Evangelios… y a una señal de la Cruz tal como esta + en que corporalmente pusieron sus manos derechas… y si así lo hiciesen, Dios les ayudase, y lo contrario haciendo, se lo demandase como a malos cristianos que a sabiendas juran el nombre de Dios en vano”. Todavía hoy son palabras impresionantes.

En fin, tenemos la tasación de sus bienes, empezando por el lugar de Casabuenas pero con casas y tierras en Burguillos, “Tierra de Esteban Nambrán” y Arcicóllar, además de casas y locales en Toledo: en la Magdalena, en las calles de la Tripería o de la Ropa Vieja y en dos puntos desconocidos para nosotros: el “Corral de Don Ramón” y el “horno de Recuenco”. También poseía algunos juros. Por último, se enumeran “las joyas”: una cruz de esmeraldas, otra esmeralda engastada, tres balajes (rubíes morados) “que están en la corona de Nuestra Señora”, y “la perla”, que por la forma de nombrarla debía ser espectacular. Don Diego era un hombre rico, desde luego, pero la deuda que debió asumir superó todas sus previsiones.

Si queréis saber más sobre Diego López de Ayala y sobre el oscuro asunto que le llevó a la ruina, podéis consultar estos artículos de Susana Villaluenga y Jonathan O’Conner.