MAGÁN Y LA ACEQUIA DEL JARAMA

La Real Acequia del Jarama, hoy Canal del Jarama, se inicia en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid y se extiende durante 72 kilómetros en las riberas derechas de este río y del Tajo, donde desemboca en el término de Mocejón. Tiene su origen en la intención de Felipe II de poner en regadío amplios terrenos entre Madrid y Toledo, sobre todo alrededor de Aranjuez, pero la presa que da origen al canal no se construyó hasta 1677. Desde entonces, la construcción de esta Real Acequia tuvo períodos de aceleración y también largos parones, y no llegó a terminarse hasta nada menos que 1968, casi dos siglos completos. En este mapa podéis ver su curso actual que, en su tramo final, pasa bajo los cascos urbanos de Villaluenga de la Sagra y de Mocejón.

Mapa del Canal del Jarama
Mapa del Canal del Jarama. Fuente: blog “ser13gio”,

Uno de los períodos de actividad constructiva de la acequia fue la primera mitad del siglo XVIII, con la llegada de los primeros reyes borbones. Y, como siempre que se hace una obra, aparecen los damnificados. En efecto, en 1754 el concejo de Magán se queja ante el administrador de la Acequia, residente en Seseña, de que en su construcción se ha partido el único prado comunal del pueblo, de manera que queda un trozo de nueve fanegas (unas 5,75 Has.) que “ya no es útil para yerbas y sí para sembrados”. Además, al hacer un puente para cruzar la acequia, se ha movido el trazado del antiguo camino que unía su pueblo con el vecino Mocejón, que también pasaba por el prado en cuestión, inutilizándolo aún más. De manera que piden dos cosas: que se les permita “romper” (es decir, cultivar) el prado para utilizarlo como tierra de sembradura, y que se construya otro puente que dé servicio al camino antiguo. Ambas peticiones les son concedidas.

Fragmento el expediente
Fragmento del expediente

Desgraciadamente, en esta ocasión todo este expediente no incluye ningún croquis ni dibujo. Pero sí hemos localizado un espléndido mapa de algunos años antes, en concreto de 1717, que se encuentra en el Archivo General de Simancas y que muestra uno de los proyectos de continuación de la obra. Como se puede ver en el detalle que os ofrecemos, este proyecto traía la acequia al norte de Magán y entre esta localidad y la de Olías del Rey, para desembocar un poco más debajo de donde lo hace actualmente. Es obvio que este proyecto no fue realizado.

Plano del proyecto de construcción de la Real Acequia del Jarama (1717, detalle). Fuente: Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas de los Archivos Estatales

Como casi siempre, los documentos de archivo aportan información colateral de interés. Así, las alusiones a permisos similares en Mocejón o en Villaseca de la Sagra, este último lugar que “[h]oy tiene los únicos sembrados de toda la tierra”, señal de que la acequia estaba efectivamente empezando a servir para mejor cultivar esta zona. Es interesante también la insistencia en que la petición no afecta a los derechos de pasto, muestra de la importancia todavía de la ganadería y de la fuerza de la Mesta. O, en fin, el detalle de que el concejo de Magán pretende utilizar el arrendamiento del antiguo prado para pagar un censo que tiene contraído con la catedral de Toledo, hipoteca que evidentemente pesaba como una losa sobre las magras arcas del concejo margano.

Fragmento del expediente
Fragmento del expediente

EL RELOJ

Desgraciadamente, esta vez no podremos reunirnos en la plaza del pueblo en Nochevieja, esperando que el reloj del Ayuntamiento o de la iglesia dé las doce campanadas. Aunque solo en esa noche le prestamos algo de atención, prácticamente todos los pueblos y ciudades tienen su reloj público, marcando las horas durante todo el año. Pero, ¿desde cuándo existen estos relojes?

Al margen de los relojes de agua y solares, se dice que el primer reloj mecánico fue inventado por el ingeniero chino Su Song en el siglo XII, y en el siglo siguiente empezaron a aparecer en Europa, extendiéndose poco a poco. En Talavera de la Reina, por ejemplo, no se construyó uno hasta 1475, y se puso en la torre de la Colegiata. En efecto, en febrero de ese año, el cabildo de la Colegiata y el concejo de la ciudad llegan a un acuerdo por el que este último pagaría a los eclesiásticos mil maravedíes anuales por el mantenimiento del reloj. Se dice que “el dicho concejo hubo hecho una campana grande para reloj, la cual dicha campana está puesta e asentada en la torre de la dicha iglesia a nuestro pedimiento para que la dicha campana esté y permanezca de ahora para siempre para reloj como está y según que se acostumbra en las ciudades y villas de este Reino dando las horas de continuo” (como siempre, hemos actualizado la ortografía). Conservamos este documento en una copia hecha en 1502, cuando el cabildo colegial tuvo que enviar el original fuera de Talavera y pide que se haga una copia autenticada porque “se teme e recela que se podría perder la dicha carta o romper o quemar o mojar o le podría acaecer algún caso fortuito”. Así que “luego [que] el señor juez tomó la dicha escritura con sus manos y la miró por todas partes y la vio que estaba sana, no rota ni cancelada ni en parte alguna sospechosa”, se ordenó hacer la copia.

No todos los pueblos tuvieron tanta suerte. En Magán tuvieron que esperar hasta febrero de 1768, cuando el ayuntamiento se dirige al Consejo de Castilla porque “respecto de haberse comprado por dicho lugar un reloj de campana, por no tenerle hasta ahora, el cual se hallaba en casa del maestro residente en esta Corte para acabarle de perfeccionar y establecer en el sitio que estaba destinado para beneficio de todos los vecinos y enfermos y especialmente para las horas canónicas”, al final resultó que no tenían con qué pagarlo. Por ello, piden autorización para arrendar el prado de Marjalías y pagar el reloj con esa renta. El Consejo ordena que el corregidor de Toledo envíe un experto que haga un informe, que se presentó antes de junio de 1771, y que nos informa “que el reloj se hallaba puesto y armado, habiendo sido de costo de veinte mil seiscientos veinte reales y veintisiete maravedís”, pero que solo se había pagado aproximadamente una cuarta parte a base de limosnas. El Consejo concede el permiso que se pide, con todas las firmas y sellos reglamentarios, y así Magán tuvo su primer reloj público.