EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE GUERRA: EVACUADOS, COEDUCACIÓN Y LOS “NIÑOS DE MORELIA”

La vuelta al cole siempre es complicada, pero en plena guerra lo era muchísimo más. Hoy nos vamos a fijar en la oficina que debió ocuparse de la organización de la enseñanza primaria en la zona republicana de nuestra provincia durante la guerra civil, la “Sección Administrativa de Primera Enseñanza”.

Lista de integrantes de una expedición de evacuados desde Madrid hasta Ocaña

Como toda la administración provincial republicana, a principios de 1937 se trasladó de Toledo a Ocaña. Desde ahí, los funcionarios no solo intentaron que los niños y niñas pudieran seguir asistiendo a clase, sino que también afrontaron algunos retos de envergadura. A juzgar por la documentación que nos ha llegado, lo que más trabajo daba era, como es lógico, el movimiento de docentes evacuados y refugiados. Muchos de ellos pedían ayuda para llegar a sus destinos, tarea nada fácil en zonas cercanas al frente de batalla. En ocasiones se organizaban también caravanas de profesores refugiados que iban o venían de Madrid. Hay que tener en cuenta que cada maestro o maestra se desplazaba con su familia, y también que las circunstancias podían cambiar mucho de un día para otro.

Tarjeta certificado de trabajo de Pilar Giles Giralt

Más frecuentes eran las solicitudes de cambios de destino o las peticiones para ser nombrado maestro o maestra. Como es natural, muchas de estas peticiones estaban motivadas por enfermedad o por un miedo apenas disimulado, pero a veces parece claro que existía también un deseo sincero de ayudar a la República en tiempos difíciles. Así ocurre con la solicitud de Pilar Giles, afiliada a la CNT y profesora en el “Ateneo de Bellas Vistas” de Madrid. No solo aporta informes políticos favorables, sino incluso un certificado de su trabajo en formato carnet, con todos sus sellos y firmas y hasta con una bonita fotografía coloreada.

Acta de la reunión para la implantación de la coeducación el Los Yébenes

Como decimos, las reformas educativas también dieron quehacer a nuestra pequeña “sección”. Una Orden de 9 de septiembre de 1937, hace justo 85 años, implantó la coeducación de ambos sexos en las escuelas primarias. Con un entusiasmo innegable, los inspectores educativos se lanzaron a recorrer las escuelas de sus respectivas zonas celebrando reuniones con los maestros y maestras, explicando el nuevo sistema y organizando las cuestiones prácticas que, como se puede suponer, no eran pocas. Las actas de estas reuniones, como esta de Los Yébenes, nos permiten conocer esos detalles. Resulta significativo que, aunque las niñas y los niños compartirían aulas y maestros, se reservan algunas horas para que las niñas “no abandonen sus clases de labores”, tiempo que los chicos, por su parte, dedicarán “a dibujo y trabajos manuales”, a veces calificados de “actividades creativas”.

No menos compleja fue la evacuación de niños que se organizó en la primavera de 1937 bajo el eufemismo de “colonias infantiles”. Se trata de la expedición que acabó llevando más de 450 niños a México, los conocidos como “niños de Morelia”, por el nombre de la ciudad que los acogió, y que contó con un apoyo especial por parte del presidente Lázaro Cárdenas y de su esposa Amalia Solórzano. La idea original era simplemente organizar unas colonias temporales, y se pedía la colaboración de maestros y maestras dispuestos a acompañar a los niños tanto en el viaje como en su instalación en México. Algunos maestros se ofrecieron enseguida, como José Chimenea, del que ya os hablamos hace algunas semanas. Pero, desde luego, no fue el único. Eso sí, la mayoría quiere desplazarse junto con su familia, por motivos fácilmente comprensibles. Ciriaco Uriel, por ejemplo, dice que su compañera podría ser también útil por su condición de modista. Otro maestro, Justo Fernández, más cauto, quiere saber primero las condiciones del viaje. En todo caso, los niños y sus acompañantes embarcaron vía Burdeos a finales de mayo y llegaron a México a principios de junio. Muchos se instalarían definitivamente en el país americano.

LAS ALMAZARAS DE AQUILINO BRAVO

El aceite es uno de los principales productos agrícolas de nuestra provincia desde siempre. Por eso, entre la documentación del AHPTO se pueden encontrar muchas referencias a la producción y distribución de este líquido. Hoy nos vamos a centrar en las almazaras de Orgaz y Los Yébenes, en concreto las que, durante los años de posguerra, pertenecieron a D. Aquilino Bravo Carbonell.

Para ambientarnos, empezaremos con esta fotografía del interior de una almazara. No sabemos su fecha ni podemos identificar de qué instalación se trata, ni siquiera la localidad, pero podemos suponer que las que nos ocupan serían bastante parecidas. Añadimos un curioso documento de 1919 en el que la Junta Provincial de Subsistencias abronca duramente al Ayuntamiento de Orgaz porque, siendo principal productor de aceite, sin embargo pide que se le provea de este producto para su población, lo que implica que está permitiendo la especulación.

Portada del Libro de la Almazara 554, de Los Yébenes, de 1948

Pero centrémonos en las almazaras de Aquilino Bravo. No tenemos muchos datos de este señor, aparte de que era concejal en Orgaz en 1945 y poseía en esta localidad y en la vecina de Los Yébenes sendas almazaras entre 1945 y 1951 al menos. También su hermano Juan era propietario de una almazara en Orgaz. Lo que nos ha llamado la atención es que, entre los documentos procedentes del Ayuntamiento orgaceño, han aparecido los correspondientes “Libros de almazaras” completos, cuando se trata de documentación que debía permanecer en el archivo de la propia empresa. El caso es que ahora están aquí. Como puede verse, las almazaras se identificaban por un número; las que nos ocupan hoy son la 381, de Orgaz, y la 554, de Los Yébenes.

Los “libros de almazaras” son registros oficiales en los que se anota cuidadosamente la actividad diaria de la industria. En general, se anotan las cantidades de aceituna ingresada, la que se muele y el resultado final, pero también cualquier tipo de incidencia. Por ejemplo, el día 15 de enero de 1945 se anota “la suspensión de la molturación por falta de aceituna al haberse suspendido la recogida por causa del temporal de nieve reinante”. Hay que recordar que el invierno de 1945 es todavía hoy el más frío en España desde que se tienen estadísticas fiables. También se anotaban en los libros las inspecciones periódicas que realizaba la Comisaría de abastecimientos y Transportes. A veces, incluso se dejaba en el libro una copia del acta completa de la inspección, como esta también de 1945.

Las almazaras de Aquilino Bravo dejaron también abundante huella en la documentación municipal relacionada con el abastecimiento a la población. Por ejemplo, tenemos aquí el acta de puesta en marcha de la producción en 1944, en la que declara que venderá su producto a la empresa “Lizarriturri y Rezola”, fabricante, entre otras marcas, del popular jabón “Lagarto”. También se levantaba acta del final de campaña y precintado de las instalaciones hasta el año siguiente, esta vez de 1947.

Y finalizamos con unos documentos muy delicados, que se redactaban cuidadosamente: los “conduces”, es decir, las autorizaciones para transportar aceituna a la almazara o aceite desde la almazara a alguna industria transformadora. Aquí os ofrecemos uno de 1945 para transportar aceituna desde la finca hasta el molino: se autoriza una cantidad determinada y luego se registran todos los viajes que hayan sido necesarios. También se anotan los familiares y obreros dependientes de la almazara, porque tenían derecho a reservarse determinadas cantidades para su consumo propio. Por último, un “conduce” para llevar el aceite, en carreta, hasta las instalaciones de la Viuda de A. Barbudo, en Mora. No hemos podido averiguar a qué se dedicaba exactamente esta última empresa, aunque quizá estuviese relacionada también con la fabricación de jabón.

¡BANDOLEROS!

El bandolero es quizá una de las figuras más significativas de la cultura popular hispánica, tanto en Europa como en América, hasta el punto de que la propia palabra suele dejarse sin traducción a otros idiomas. En principio, se designa así al delincuente que, formando parte de una banda (de ahí el nombre) ejerce sus fechorías en despoblado. Pero existieron muchos bandoleros que actuaron preferentemente en solitario, y en ocasiones llegaban a internarse en pueblos y ciudades. Aunque este tipo de individuos han existido en todas las culturas y épocas, lo cierto es que la palabra evoca el siglo XIX español, cuando se forjó todo un mito alrededor de nombres como Luis Candelas, Diego Corrientes, El Pernales o el Vivillo. Todos ellos se vieron rodeados de una aureola de héroes populares, y sus historias, con frecuencia transmitidas de manera oral, se adornaban con elementos singulares que disculpaban sus fechorías: robar a los ricos para dárselo a los pobres, verse empujados a la delincuencia por una injusticia flagrante, mantener en jaque a las fuerzas del orden, etc. Desde óperas como “Carmen” a series de televisión, pasando por novelas y hasta un museo, todo contribuye a la leyenda de los bandoleros.

Como cabe suponer, la vida real de estas personas fue mucho más triste. La mayoría de los bandoleros reales del siglo XIX vivieron miserablemente, solos o en pequeños grupos que cambiaban según las circunstancias, y acabaron presos o muertos por la Guardia Civil, institución que se especializó en su represión con mucha mayor eficacia de la que sugieren las leyendas. Precisamente el informe que da el alcalde de Los Yébenes, de acuerdo con los datos que aporta la Guardia Civil, nos proporciona un auténtico retrato de uno de estos bandoleros. La Benemérita le había matado en un encuentro con su cuadrilla en la mañana del siete de septiembre de 1870 en el paraje llamado “Ballesteros”. Se llamaba Casildo Martín, alias “Pincho”. Tenía 35 años y medía cinco pies y una pulgada, algo más de metro y medio. Tenía “pelo largo y negro, nariz chata, barba poblada, cara ancha, color moreno, vestido de correas”. Se le encontraron “una escopeta de dos cañones con baqueta de madera, canana sin cartuchos, zurrón de correas, un revolver de seis tiros con la culata de yerro, o sea, la armadura, y un sombrero negro calañés”.

Tampoco sus aventuras fueron demasiado espectaculares, salvo algunas excepciones. Así ocurre con un caso que implicó a una partida llamada “Los Doce Apóstoles”. Un boyero de Ventas con Peña Aguilera se presentó ante la justicia local y dijo que hacia las diez de la noche del 15 de agosto de 1842, llegando a un lugar llamado “Puerta del Castañar”, se le presentaron doce hombres a caballo y armados, y que “le detuvieron e hicieron hir [sic] delante de ellos” por aquellas sierras, hasta dejarle libre doce horas después en el sitio de “Navalasarsilla”. No parece que le robasen nada ni que le violentasen. Tras algunas diligencias, el juez de Navahermosa dispone que se sobresea el proceso, puesto que estos “doce latro-facciosos” ya están siendo investigados por otros juzgados, “quedando abiertas estas diligencias por si afortunadamente se logra su captura por las armas nacionales”. En otras palabras, que no merecía la pena molestarse. Precisamente el término de “latro-facciosos” indica que el juez asocia estos bandoleros a los restos del ejército carlista; recordemos que la primera guerra carlista había acabado solo dos años antes, y que el final de las guerras, en especial la de la Independencia y las carlistas, dejó a muchos antiguos soldados con armas en la mano y sin medios de vida, lo que favoreció este tipo de delincuencia.

GESTIÓN URBANÍSTICA DE TOLEDO, S.A.

Dos de las características de la Transición española fueron la ordenación industrial y la desconcentración de funciones. La documentación que hoy os ofrecemos se relaciona con estos dos aspectos de la historia reciente de nuestro país a través de la empresa pública GESTUR Toledo.

Desde los años 60 el Estado había fomentado la industria en determinadas zonas a través de una serie de organismos, entre ellos el Instituto Nacional de Urbanismo (INUR), responsable de la creación y gestión de suelo industrial en esas zonas. A finales de los años 70 INUR inició el traspaso de sus actuaciones a las administraciones territoriales a través de una serie de empresas públicas, de carácter provincial, denominadas “Gestión Urbanística” (GESTUR), participadas por igual entre el propio INUR y la correspondiente Diputación Provincial. GESTUR Toledo se instituyó en enero de 1981. En la fotografía se puede observar el momento de la constitución de la empresa, con las firmas del entonces presidente de la Diputación Provincial de Toledo, Gonzalo Payo, y del presidente de INUR Luis Enríquez de Salamanca.

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Pocas semanas después, INUR es sustituido por la Sociedad Estatal de Promoción y Equipamiento del Suelo (SEPES), quien entregó su parte de la empresa a la naciente Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha; desde entonces, GESTUR fue una sociedad controlada por la Diputación de Toledo y la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.

Los dos principales proyectos que heredó GESTUR del Estado fueron el polígono industrial de la capital (significativamente llamado “Descongestión de Madrid”) y el polígono “Torrehierro” cerca de Talavera de la Reina. Aquí tenemos un plano parcial del polígono Torrehierro, de 1969, donde se aprecia la tendencia a unirse con el núcleo de población de Gamonal, y un curioso gráfico que detalla la procedencia de los materiales para la construcción de la autovía que une el Polígono Industrial de Toledo con la propia ciudad, fechado en 1966.

Las dos fotografías que también os ofrecemos son algo posteriores y representan el estado de ambos polígonos a principios de los años 80. En el caso de Toledo, encontramos también, junto con la zona industrial, las primeras edificaciones de su zona residencial anexa, que actualmente conforma el barrio de Santa María de Benquerencia.

Además de estos dos polígonos, GESTUR impulsó y gestionó otros polígonos industriales en localidades como Torrijos, Quintanar de la Orden o Bargas. También se ocupó de la regulación de numerosas urbanizaciones residenciales ilegales, especialmente en El Viso de San Juan, y asesoró en la redacción de las “Normas Subsidiarias de Urbanismo” (es decir, la ordenación de una parte del término municipal, sometida a la ordenación urbanística general) en otros municipios como Illescas o Palomeque. Incluso llegó a obtener por concurso la elaboración del Catastro de Urbana de Orgaz, Sonseca y Los Yébenes, en 1983.

En 1994 las circunstancias socioeconómicas y políticas habían cambiado mucho, de forma que las Administraciones dueñas de la empresa decidieron su disolución. La liquidación de las últimas fincas que quedaban por vender se prolongaría hasta junio de 1997, fecha en que la empresa deja de tener actividad. Probablemente poco después todo su archivo queda depositado, sin mayores formalidades ni precauciones, en la Biblioteca Municipal de Santa María de Benquerencia, en Toledo, cerca de la sede social de la empresa. En febrero de 2003 la documentación se transfiere al AHPTO, donde actualmente se conserva.