ELECCIONES EN ÉPOCA DE FRANCO

Una de las fórmulas con las que el régimen franquista buscó legitimarse fue la de autodefinirse como “democracia orgánica”. La expresión alude a que la representación de los ciudadanos no venga a través de los partidos políticos o de los sindicatos libres, sino a través de las organizaciones consideradas “naturales”: la familia, el sindicato único y el Estado. La Ley de Bases del Régimen Local de 1945 traduce esta concepción general a la manera de elegir los concejales. El total de concejales de una localidad se divide en tres “tercios”. El primer tercio es elegido por los “cabezas de familia”, lo que excluía en la práctica a la gran mayoría de las mujeres (no a todas; de hecho incluso hubo mujeres candidatas); el segundo tercio por “los organismos sindicales radicantes [sic] en el término”, y el último tercio los elegían los concejales de los dos primeros tercios de entre una lista propuesta por el Gobernador Civil entre “vecinos miembros de entidades económicas, culturales y profesionales radicantes en el término o, si estas no existiesen, entre vecinos de reconocido prestigio”. Si a esto añadimos que el alcalde era designado y cesado directamente por el Gobernador Civil o por el Ministro de la Gobernación (según el tamaño de la población), podemos hacernos una idea del significado real que la palabra “democracia” tenía en de este peculiar sistema.

Pero lo cierto es que elecciones, haberlas habíalas. En noviembre de 1963 se celebraron elecciones municipales. En estas fotografías hechas por la Casa Rodríguez en Toledo podemos ver a los ciudadanos esperando su turno bajo las arcadas de la Casa Consistorial, y también los que esperan ya depositar su voto en la urna situada probablemente en el interior. Hubo más de un punto de votación en la ciudad, como muestran las dos imágenes de las votaciones en el aula de un centro docente, quizá el Instituto Provincial.

Incluso se permitía la propaganda electoral. Aquí tenemos las octavillas que hicieron imprimir algunos candidatos de Toledo. Y, por supuesto, la información oficial animando a votar, Obsérvese que tanto a los funcionarios como a los que cobrasen subsidio por desempleo o por jubilación se les obligaba a presentar el justificante de haber votado para poder cobrar la nómina más cercana.

La documentación del Gobierno Civil sobre estas elecciones es abundante. Por ejemplo, la Guardia Civil elaboró detallados informes sobre la vida, costumbres e ideología política de todos y cada uno de los candidatos. Pocos días antes de las elecciones el Gobernador Civil envió al Ministerio un detallado informe dando cuenta de las reuniones y gestiones realizadas para evitar ningún imprevisto; de él hemos extraído algunos párrafos suficientemente significativos. El “artículo 55” al que se alude es el de la ley electoral de 1907, todavía vigente, que permitía la designación directa del concejal cuando, por fallecimiento repentino o por cualquier otra causa imprevista, faltasen candidatos. Y, además, una no menos expresiva carta que el jefe local de Falange en Talavera de la Reina escribe al Secretario del Gobierno Civil para que se incluya a una persona determinada en la lista de candidatos al tercio de “entidades” en Navamorcuende.

Por si tenéis curiosidad, aquí está el informe oficial que el Gobierno Civil envió al Ministerio de la Gobernación con los resultados de estas elecciones en la provincia. Como puede observarse, en el tercio familiar la participación fue del 43 %. Pese a las consignas oficiales, no parece que esta forma de entender la democracia levantase grandes entusiasmos.

LIBRO DE RUTA AL VALLE DE LOS CAÍDOS

Un libro con una portada como la que veis en la imagen no puede pasar desapercibido, y menos si está entre los expedientes de la Audiencia Provincial de 1962. El peculiar —y significativo— montaje fotográfico, y el membrete de la “Oficina de Peregrinaciones a la Santa Cruz del Valle de los Caídos”, con sede en la madrileña iglesia de Montserrat, llaman la atención de cualquiera.

Portada del "Libro de ruta"
Portada del «Libro de ruta»

El interior no es menos curioso. Junto con postales y carteles entre turísticos, religiosos y políticos, aparecen diversos escritos pegados, o incluso anotaciones en el propio libro, con sellos y firmas de autoridades civiles y religiosas. Se trata de un auténtico dossier o “álbum de ruta” en el que el dueño, al que llamaremos “ABC”, al parecer iba recogiendo todo vestigio documental que le pudiera ayudar a recoger apoyos para su idea: organizar excursiones político-religiosas al Valle de los Caídos. Hay desde su propia partida de bautismo a la bendición apostólica de Juan XXIII. Según se desprende del propio libro, ABC había realizado estas actividades en Madrid antes de ampliar su “negocio” a Toledo. Por lo visto, había conseguido apoyo incluso económico de varias personas, empresas e instituciones. Hasta convenció a una conocida imprenta toledana para que le hiciera el cartel anunciador de la excursión y otros impresos.

Cartel anunciador de la peregrinación
Cartel anunciador de la peregrinación

Para entonces la Policía ya vigilaba muy estrechamente a nuestro hombre. Según sus informes, ABC había estado organizando actividades similares en diversas ciudades españolas, siempre a costa de la buena fe de las personas, aunque no está claro si alguna vez llegó a ser condenado por ello. De todos modos, los agentes aducen, como motivo adicional de sospecha, que nuestro protagonista, pese a sus protestas públicas de católico ferviente, hacía difusión clandestina de ideas protestantes y además “vivía maritalmente” con una mujer viuda que ya tenía dos hijos y con la que ABC había tenido otro; a ojos policiales esto debía ser un argumento definitivo. Así que, después de permitirle actuar en Toledo durante un tiempo, al fin decidieron detenerle. Eso sí, antes de terminar su informe sugieren al juez que el “álbum de ruta” se devuelva a la Comisaría “para su posterior envío al Museo de la Escuela General de la Policía”. Afortunadamente para nosotros, el juez no hizo caso.

Desde luego, el “álbum de ruta” es muy singular, y no deja de sorprender que ABC hubiera conseguido tantas firmas y sellos, todos ellos auténticos, excepto la firma de Franco, que obviamente fue recortada de otra publicación. La estética nacional-católica es omnipresente, sin que falten varias páginas con recortes de periódicos relacionados con Antonio Rivera y, en general, al asedio del Alcázar.

Pero, después de todo, finalmente el juez puso en libertad a ABC, considerando que, si bien es cierto que la prometida excursión no llegó a realizarse, no fue por falta de voluntad, sino precisamente porque fue detenido por la Policía. Se devolvió su dinero a los que habían contribuido (salvo la imprenta, que perdió parte de lo invertido) y ABC quedó libre. Nosotros le hemos rastreado un poco por Internet y hemos sabido que nuestro protagonista siguió organizando actividades entre religiosas, políticas y solidarias al menos hasta 1977, y que entró y salió de la cárcel en diversas ocasiones. Sin duda, todo un personaje.

LOS JURADOS DE EMPRESA

Los Jurados de Empresa se crean en agosto de 1945 y fueron una de las concreciones más claras del concepto franquista de las relaciones laborales. Se conciben como “la representación genuina de los elementos que integran la producción ante la Empresa, los Sindicatos y el Estado” y debía existir uno en cada empresa de más de 50 trabajadores, aunque este número varió a lo largo del tiempo. En resumen, se trataba de los órganos que canalizaban la participación (controlada, por supuesto) de los trabajadores en la gestión de la empresa. Estaban presididos por el dueño o gerente de la empresa y sus miembros eran elegidos por los diferentes grupos profesionales de trabajadores. En las empresas más pequeñas, o como primer escalón de representación en las más grandes, existían también los “enlaces sindicales”. En 1953 se reguló detalladamente su funcionamiento y en 1958 se les encomendó participar en las negociaciones de los convenios colectivos. Los Jurados de Empresa fueron suprimidos por el Estatuto de los Trabajadores de 1980, que encomienda la representación laboral a los Comités de Empresa.

Por su propia naturaleza, la documentación de los Jurados de Empresa debería conservarse en los fondos de cada una de las empresas. Sin embargo, el control que ejercía sobre ellos la Delegación Provincial de Sindicatos hizo que mucha de su documentación haya acabado en el fondo documental de esta institución. Por ejemplo, estas fotografías, que acompañan a un informe sobre un acto celebrado en Talavera de la Reina en diciembre de 1974 con ocasión de la toma de posesión de los Jurados de determinadas empresas de la comarca.

Acta de reunión del Jurado de Empresa del Salto de Castrejón
Acta de reunión del Jurado de Empresa del Salto de Castrejón

Entre los documentos enviados a la Delegación se encuentran las actas de las reuniones de los Jurados. En general, estas actas son muy breves y, además de su contenido explícito, transmiten una sensación de tranquilidad laboral que a veces nos sorprende. Por ejemplo, esta del jurado de la empresa “Salto de Castrejón”, de La Puebla de Montalbán, donde se plantea nada menos que el despido de todo el personal por fin de obra en 1966 (se refiere, evidentemente, a la construcción del pantano del mismo nombre). La reunión, según el acta, duró apenas una hora y nadie, por lo visto, hizo ningún comentario digno de mención.

Informe sobre elecciones de Jurados de Empresa
Informe sobre elecciones de Jurados de Empresa

Pero los conflictos se presentan, aunque a veces haya que leerlos entre líneas. En las elecciones de 1960 a jurados de la empresa “Cementos Hispania”, de Yeles, hubo más de cincuenta papeletas en blanco. El funcionario que informa de esta y otras elecciones a sus mandos en Madrid atribuye esta circunstancia a que los trabajadores “son de una gran incultura que repercute en una abulia que da como resultado la indiferencia”, tanto más, según el informante, que esta abstención se ha producido en el sector de “peones de cantera”.

Fragmento de Hoja Informativa sindical
Fragmento de Hoja Informativa sindical

En los últimos los del franquismo los conflictos son ya más evidentes. Así, en la “Hoja Informativa” que el Sindicato Nacional de Transportes y Comunicaciones elaboró de forma especial para los trabajadores de RENFE en marzo de 1973, después de tratar aspectos salariales y de organización del trabajo, su presidente añade una apostilla sobre ciertos rumores relativos a su actuación personal. Desde luego, el texto merece la pena.

TODOS LOS OBREROS

Como todas las dictaduras, la de Franco puso especial interés en el control ideológico de la población, es decir, en mantener bien localizadas a todas las personas que pudiesen ser sospechosas de pensar de manera diferente. En particular, los trabajadores de grandes empresas fueron uno de los colectivos más vigilados en este sentido. El principal instrumento para ello era la Organización Sindical, pero en ocasiones no se dudaba en acudir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En marzo de 1959 el gobernador civil de Toledo ordenó a todos los puestos de la Guardia Civil y a las comisarías de Policía de la provincia que hicieran un informe individualizado de la situación ideológica de todos y cada uno de los trabajadores de empresas de más de 20 empleados, con el fin de “tener en todo momento un exacto control de las masas obreras que trabajan en esta provincia de mi mando”. El señor gobernador no podía ser más expresivo.

El resultado es un impresionante expediente de más de 400 páginas donde se registran no solo los datos personales básicos de todas estas personas, sino también una breve (o no tanto) indicación de su ideología y de su comportamiento. Especial atención merecieron los colonos vinculados al Instituto Nacional de Colonización, muchas veces forasteros y para los que no se dudaba en pedir informe individualizado a su provincia de origen, como este de un oriundo de Villacastín (Segovia).

La mayoría de los informes hablan de personas de buena conducta, indiferentes en política o bien definidos como “adictos” al régimen, lo que muchas veces simplemente quería decir que asumían la situación con docilidad. Pero, como cabía esperar, de vez en cuando aparecen ciudadanos que han llamado la atención por algún motivo. Por supuesto, los antecedentes políticos, a veces de treinta años atrás, son un motivo principal para sospechar del trabajador. En este informe de una empresa de Esquivias se aprecia cómo se señala a los trabajadores “desafectos”.

Pero también se registran con puntualidad los cazadores furtivos o los delincuentes comunes.

Además de permitirnos conocer mejor los intríngulis del régimen franquista, esta documentación nos presenta un panorama muy preciso de la población trabajadora de la provincia, desde las grandes empresas a las más pequeñas, como se aprecia en este ordenado informe de Torrijos.

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A veces incluso se incluye un breve resumen, como este correspondiente a Villacañas.

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Por cierto, que la empresa más grande de la provincia es, sin duda, la cementera Asland, de Villaluenga de  la Sagra, cuyo informe ocupa 28 páginas de apretada mecanografía. En ella, también, se encuentra una inusual proporción de trabajadores considerados más o menos “sospechosos” por sus actividades antes y durante la guerra civil. Incluso su director técnico en Yeles, Antonio Sarabia, persona de prestigio en el campo de la ingeniería civil y a quien los agentes tratan respetuosamente de “don”, no puede hacer olvidar sus antecedentes políticos, a pesar de su buena conducta y de que “se muestra muy religioso y afecto al régimen actual”.

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Por último, no podemos dejar de mencionar la eficacia de la Guardia Civil en esta tarea: la orden del Gobernador Civil lleva fecha del 11 de febrero, y a finales del mismo mes la mayoría de los puestos ya habían terminado sus informes, a veces bastante largos.

LA ODISEA DE LOS SEFARDITAS EN TOLEDO EN 1943

Uno de los asuntos que ha atraído la atención social en relación con la historia del régimen de Franco ha sido su actitud para con los judíos que huían de la persecución nazi durante la II guerra mundial. Los debates al respecto son apasionados y la bibliografía muy extensa. Podríamos concluir que la actitud del régimen fue cuando menos ambigua, entre la tolerancia con los judíos «españoles» —es decir, sefardíes—, y la colaboración con las potencias del Eje. Eso sí, hubo funcionarios que ignoraban o incluso desobedecían las órdenes oficiales para ayudar a los judíos que huían del horror, sobre todo en el ámbito diplomático; los más conocidos son Ángel Sanz en Budapest y Julio Palencia en Sofía. Pero, con todo, el régimen franquista no admitió que estos sefardíes se instalaran en España, salvo en sus posesiones del norte de África, sino que solo les permitió el paso con otros destinos.

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Este es el caso del grupo que pasó por Toledo en la segunda mitad de 1943, y cuyas andanzas fueron reseñadas en una publicación francesa hace algunos años. El 14 de agosto el Jefe de Fronteras del Norte de España comunica al Gobernador Civil de Toledo que “nueve sefarditas procedentes de París” han pasado la frontera de Irún y han sido dirigidos a Toledo; dos días después el gobernador transmite la información al Comisario Jefe de Policía de la ciudad. Un telefonema nos informa de que solo se habían presentado cuatro pasaportes, a los que quizá unos días después se añadió uno más según una nota manuscrita. En todo caso, el 19 de agosto se añade al grupo otro refugiado, Camille Fort, con la intención de reunirse con sus familiares; esta vez procedía de Barcelona, a donde había llegado de forma ilegal, pero de esta persona no volvemos a tener noticias.

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Durante las semanas que permanecieron en Toledo, los refugiados vivieron “confinados” en dos casas de la calle Escalerillas de la Magdalena, hoy Trastámara. Durante ese tiempo dos de ellos salieron hacia Barcelona: Azarías Chiprut Behar, de 71 años y natural de Turquía, quien marchó el 7 de septiembre para reunirse con su hijo enfermo; y Edith Maria Esther Mahamías, quien fue a reunirse con su esposo el 11 de noviembre.

 

El 14 de septiembre el Ministerio de Asuntos Exteriores autoriza a un representante de la “Delegación de Asociaciones Americanas” a que realice gestiones para aclarar el destino de este pequeño grupo de refugiados. El 1 de diciembre se ordena que sean trasladados a Málaga “al objeto embarcar para su nueva residencia”. Pero solo se menciona a ocho refugiados, a los que el Comisario de Policía advierte que hay que restar los dos que ya se trasladaron a Barcelona, es decir, seis en total. Las cuentas no salen porque, aun suponiendo que Camille Fort no fuese sefardí, deberían ser siete personas. En todo caso, estos seis judíos, acompañados de dos policías toledanos, se presentaron en la Comisaría de Málaga el 7 de diciembre de 1943 para embarcarse rumbo a Casablanca, donde se establecieron hasta hoy. Solo nos queda reseñar aquí sus nombres: Eliezer Carasso Hassid, Matilde Amariglio Salem, Alegra Carasso Amariglia, Dora Miranda Benosiglio, Yaime Yessna Miranda y Susana Yessna Miranda. Los documentos indican que casi todos son de origen griego y con edades entre los 15 años de Yaime Yessua —que además es el único de origen francés—y los 63 de Eliezer Carasso.

BOLETINES SINDICALES

El complejo administrativo para-estatal que existió durante la etapa franquista y que se denominó genéricamente “Movimiento Nacional” tuvo, como cualquier administración, sus publicaciones oficiales. En el AHPTO hemos descubierto y catalogado varias colecciones de estas publicaciones, algunas francamente difíciles de encontrar. De eso os queremos hablar hoy.

Desde el primer momento, el Estado franquista cedió algunas de sus competencias a Falange Española, el único partido político legal durante su régimen. Para ejercer estas competencias, Falange creó una estructura administrativa paralela, el “Movimiento Nacional”, con sus propias oficinas, funcionarios, presupuestos y medios, incluyendo sus propios boletines oficiales. Así, el “Boletín del Movimiento de Falange Española Tradicionalista y de las JONS” se publicó entre 1937 y 1968. De este boletín existen varias colecciones en España, pero en Castilla-La Mancha no se había localizado ninguna hasta ahora, pero ya disponemos de la que conservamos en el AHPTO, que abarca el año 1941 y los años 1944 a 1947.

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Entre las funciones del Movimiento, una de las más visibles era la representación de los trabajadores a través de la “Central Nacional Sindicalista”, luego llamada “Delegación Nacional de Sindicatos”. En otra ocasión hablaremos de este organismo. Ahora solo queremos presentaros su boletín oficial, del que conservamos los años 1942 y 1943. Estos ejemplares también son los únicos existentes en nuestra región. Hay que decir que de este título solo parecen existir otras tres colecciones, una en la Biblioteca Nacional, otra en el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria y la tercera en el Archivo Histórico Provincial de Alicante.

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Su continuación, desde 1947, fue el “Boletín de la Organización Sindical”, aún más difícil de localizar: solo hemos encontrado una colección, situada en la Biblioteca de La Rioja. Ahora, añadimos la nuestra, más completa que la riojana puesto que abarca todos los números desde 1947 a 1975.

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Ya hemos dicho que la Organización Sindical tiene una estructura realmente enmarañada. Entre sus múltiples organismos encontramos la “Delegación Nacional de Educación Física y Deportes”, que, cómo no, también tuvo su periódico oficial. El único ejemplar conocido hasta ahora era el correspondiente a 1969 que tiene el AHP de Lugo, pero ahora podemos añadir nosotros la colección completa desde 1961 a 1966.

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Como puede verse, las cuatro colecciones que ahora presentamos, complementarias entre sí, son además de gran importancia porque, además de ser únicas en Castilla-La Mancha, son también muy raras para el resto de España. Ya están descritas en el catálogo de la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha y a disposición de todos en nuestro Archivo. No obstante, estamos seguros de que en otros archivos y bibliotecas pueden existir otras colecciones como las nuestras, o similares, aún sin catalogar o sin difundir, así que os animamos a darlas a conocer.