La historia de Magdalena: doce años de esclavitud para una mujer corriente.

La historia que os ofrecemos hoy no tiene nada de especial. Sucedió hace más de cuatrocientos años, pero ha seguido ocurriendo en términos muy similares hasta hace muy poco en Europa y todavía sucede en otras partes del mundo. A veces nos deslumbramos con los documentos referidos a personajes importantes y olvidamos que la auténtica riqueza de los archivos es que son la memoria de la gente vulgar, como Magdalena. Pero precisamente saber que lo que le pasó a ella ha seguido pasando a muchas personas nos impulsa a no olvidarlo.

16487_009

El 17 de enero de 1592 Yuste López, vecino de Fuensalida entrega a su hija Magdalena, “de edad de ocho años poco más o menos” para el servicio de Bartolomé del Castillo, vecino de Toledo, durante doce años, a cambio de darle “mantenimiento de comer y beber y vestir y calzar”. Además, el nuevo patrón le enseñará a tejer tafetán “según él lo sabe” y se especifican las prendas que le deberá proporcionar: una saya de paño, un manto “de seda y lana”, dos camisas, dos tocas, dos cofias, dos gorgueras, calzas, calzones, y un sombrero, entre otras. Finalmente, Bartolomé entrega a Yuste 22 reales en ese mismo acto.

A renglón seguido, pero con una letra claramente diferente (y mucho más sencilla de leer), Yuste López se da por contento con el pago y se compromete “de no vos la quitar por más ni por menos, ni por el santo, ni por otra razón alguna”. También asegura “que [Magdalena] no se irá ni ausentará del dicho servicio antes del dicho tiempo ser cumplido”, so pena de perder el tiempo de servicio ya realizado. Incluso, si la chica abandona el servicio de su nuevo patrón “me obligo de la traer doquier que esté, dentro de la jurisdicción de Toledo, sabiendo donde está”. A continuación, Bartolomé del Castillo ratifica las condiciones anteriores y, tras las fórmulas jurídicas habituales, se firma el contrato ante el notario Luis Méndez de Aguilera y los testigos que se mencionan.

Hoy en día no dudaríamos en calificar esto como una venta en condiciones de esclavitud, aunque tenga fecha de caducidad. Pero en el siglo XVI era muy habitual, hasta el punto que, en la esquina superior izquierda,  el notario anota rutinariamente el tipo de escritura: “[contrato de] servicio”. Magdalena, cuyo padre no está seguro de su edad y que hasta se equivoca al mencionar su nombre —en la segunda línea se aprecia claramente que el escribano había apuntado “Ynés”, para rectificar enseguida y anotar el nombre verdadero— es tratada como una posesión que puede ser vendida, e incluso se toman medidas muy ilustrativas si ella tuviese la osadía de tomar decisiones por su cuenta.

Una historia normal en su época y, con algunos matices, todavía demasiado habitual en demasiadas partes del mundo, pero que se conserva en los archivos para que no se pierda su memoria.

MASONES ALEMANES EN NUEVA YORK

Los archivos son lugares sorprendentes, donde aparece lo insólito cuando menos lo esperamos. ¿Quién hubiera esperado que en el AHPTO se encontrase documentación de dos logias masónicas neoyorquinas, fundadas ambas por alemanes emigrados? Pues eso es lo que os presentamos hoy. Lo inesperado.

La logia “Pythagoras 86” fue fundada en Nueva York en abril de 1841 por masones de origen alemán. Se adhirió a la Gran Logia de Nueva York, pero entre 1850 y 1854 estuvo bajo la obediencia de la Gran Logia de Hamburgo. Sabemos que, tras una profunda crisis, la logia volvió a someterse a la de Nueva York, pero ya no tenemos más datos de su existencia, salvo que en 1944 todavía seguía funcionando. No hemos conseguido averiguar si hoy persiste.

Por su parte, la logia “King Solomon 279” también fue fundada por emigrantes alemanes en 1852. En 1970 se funde con la logia “Mount Neboh” para formar la logia “King Solomon-Mt. Neboh 257”, y en 1975 se fusiona con la logia “Beethoven-Navigator 232” para formar la “King Solomon-Beethoven 232”. Por lo que parece, continúa funcionando en la actualidad.

¿Y qué tienen que ver estas asociaciones con Toledo? Nada. En 2005 un conocido anticuario madrileño se presentó en el AHPTO y, sin mediar formalidad alguna, entregó una caja que resultó contener documentos de estas dos logias germano-norteamericanas. No hubo mayores explicaciones y los documentos permanecieron en el Archivo sin incluirse entre sus fondos documentales. Solo en 2014 se decidió regularizar de algún modo su situación, se realizó un acta de entrega y se describieron los documentos. El conjunto es muy heterogéneo, tanto en su tipología documental como en sus fechas, que oscilan entre 1875 y 1978. Apenas dos cajas de archivo que incluyen desde actas de reuniones hasta cheques y facturas, procedentes de ambas logias. Por cierto, que tampoco conocemos la relación entre ellas, más allá de que fueron fundadas por alemanes en Nueva York hacia la misma época. En general, la documentación de la logia Pythagoras es más antigua que la de King Solomon.

Como muestra, aquí tenéis dos documentos. Por un lado, una fotografía de los miembros de una de las logias, probablemente la Pythagoras, ataviados con los característicos atributos masónicos, como el mandil. Por otro lado, la primera página de un libro de actas de esta misma logia, redactada en alemán y fechada según la costumbre masónica del “Anno Lucis”, es decir, en el año 5900, que se corresponde con el 1900 de nuestra datación habitual. Hay que decir que el mes y el día (5 de diciembre) se consignan según el calendario gregoriano; en las páginas siguientes, en que se presentan las cuentas de la logia, se utiliza la datación habitual en todos sus elementos.

MEDINILLA, EL POETA ASESINADO

Hoy damos a conocer un documento que creemos inédito, descubierto recientemente por Hilario Rodríguez de Gracia, investigador habitual de nuestro Archivo, al que agradecemos su localización. Se trata de un recibo otorgado por el poeta Baltasar Elisio de Medinilla en favor de la Cofradía de Santa Caridad de Toledo por 30.000 maravedís de la renta del patronato y memorias que habían fundado Alonso Daza Ramírez y su mujer Gracia de Rentería. El documento está fechado el 24 de abril de 1617, ante el notario de Toledo Juan Ruiz de Santa María, y, como podéis ver, está firmado por el propio poeta.

16736_234v

Baltasar de Medinilla fue un notable poeta perteneciente a los círculos literarios que florecieron en Toledo a finales del siglo XVI y principios del XVII, mereciendo los elogios y la amistad personal de Lope de Vega. Fue criado del conde de Mora, impulsor de uno de los cenáculos literarios más de moda en el momento, y participó también en otras reuniones literarias, como la famosa que se reunía en el Cigarral de Buenavista, donde hoy se alza un lujoso hotel. Nuestro escritor participó brillantemente en las competiciones poéticas en honor de San Ignacio de Loyola en 1612 y de Santa Teresa en 1614 y, en general, parece que era una persona muy piadosa y apreciada por la mayor parte de sus convecinos y colegas. Por eso su muerte llamó tanto la atención.

En efecto, Baltasar fue asesinado la noche del 30 de agosto de 1620 por uno de sus amigos de la infancia, Jerónimo de Andrada, señor de Olías. En realidad, don Jerónimo pretendía matar a su propia hermana, doña Inés, al parecer porque ésta le había arrebatado el mayorazgo de su familia. En ese momento Medinilla, que se encontraba presente, se interpuso para evitar el fratricidio y se llevó la estocada mortal. El suceso tuvo alborotada toda la ciudad y, como es comprensible, impactó sobre todo entre los literatos amigos del poeta, que eran muchos. Hay que decir que don Jerónimo fue rápidamente detenido pero el proceso judicial no terminó hasta nueve años después, cuando llegó a un acuerdo con las hermanas de Medinilla para resarcirles con una capellanía y su renta correspondiente, además de cuatro años de destierro de Toledo.

El suceso tuvo lugar en la casa frontera al convento de carmelitas descalzas, actualmente número 1 de la Plaza de Santa Teresa. Hoy existe en su fachada una placa que recuerda el suceso. Conocemos muchos detalles precisamente por la narración que hace la superiora del convento en una carta que envía a su homóloga del convento de Santa Ana de Madrid y que fue publicada en 1920 por fray Gerardo de San Juan de la Cruz.