LOS ALUMNOS DE LA CLASE DE DIBUJO

En la exposición sobre los 500 años de la Universidad y los 175 del Instituto de Toledo hemos seleccionado uno de los exámenes de dibujo realizados en 1901-1902 por los alumnos de primero y segundo. Pero el que exponemos solo es uno de los 64 dibujos realizados por estos chicos (solo varones) de 12-13 años de edad, así que aquí vamos a aprovechar para mostraros algunos más. Y, ya puestos, no nos hemos resistido a la curiosidad de investigar un poco sobre ellos: ¿qué fue de estos alumnos que coincidieron en el Instituto de Toledo hace 120 años? Algo hemos podido averiguar.

El dibujo que el comisario de la exposición, David Martín, ha elegido para ella es la cabeza de perfil de estilo clásico que hizo Álvaro de Malibrán y Escasi. De él hemos averiguado que en 1914 residía en Barcelona y se vio envuelto en un extraño asunto de intento de secuestro que apareció en la prensa local. Pero también ese año es calificado de “spanish inventor” en una publicación norteamericana especializada, como artífice de un nuevo equipo reproductor de música. Malibrán debió dedicarse a la industria musical durante el resto de su vida, porque en 1933 se convirtió en el dueño de la “Compañía del Gramófono Columbia”, una de las primeras compañías productoras y distribuidoras de discos en España, con sede en Barcelona.

Dibujo de Ubaldo Izquierdo.
Dibujo de Ubaldo Izquierdo

Un dibujo similar, también bastante bueno, es el de Ubaldo Izquierdo [Carvajal], que se dedicó a la pintura con cierta fortuna. Hoy sus cuadros se venden en subastas por todo el mundo e incluso tiene dos en el Museo Reina Sofía. Sabemos que en 1930 era comandante de infantería y residía en Tenerife, donde sus pinturas llamaron la atención de los críticos isleños. Combatió durante la guerra civil en el bando republicano y probablemente por ello debió exiliarse a Francia, donde murió hacia 1960.

Curiosamente, de los alumnos que hemos elegido solo tenemos en el AHPTO el expediente de uno de ellos, el de José Asensio García. Así sabemos que nació en Alcalá de Henares, de familia militar, por lo que en Toledo vivió en el Colegio de Mª Cristina. Por cierto que, según su partida de bautismo, su madre, doña Narcisa García León, procedía de Pichucalco, en Chiapas (México). Probablemente sea él mismo que en septiembre de 1945 era Brigada enfermero auxiliar del Ejército del Aire, destinado en la Escuela de Transformación del grupo de Levante, y que es separado del servicio activo a petición propia.

Dibujo de Isidro Garoz
Dibujo de Isidro Garoz

Es posible que esta falta de información en nuestro archivo sobre estos alumnos se deba a que, tras cursar uno o dos años, pasaron a los estudios de Magisterio, a los que por entonces se accedía con catorce años. Por ejemplo, en el dibujo de Isidro Garoz aparece la anotación “2ª curso. Magisterio”. Este estudiante ya en 1910 era maestro en Pioz (Guadalajara) y cinco años después ascendió a la categoría de 1.000 pesetas. De él se conserva una ficha en el Centro Documental de la Memoria Histórica que atestigua que en 1938 hizo un donativo a un semanario comunista de Guadalajara.

También maestro fue nuestro último estudiante, Ramón Pueo Calvera. Una búsqueda por la estupenda base de datos del BOE nos permite reconstruir su currículum: en 1910 en Sestrica (Zaragoza), antes de 1921 en Valdeverdeja y desde ese año en El Puente del Arzobispo; en 1924 estaba en Mondéjar y en 1928 se trasladó a Pantoja. Aquí se establecería definitivamente y debió ser un maestro muy querido, pues hoy tiene dedicada una de las calles principales del pueblo. No obstante, conservamos el expediente de su depuración política durante la guerra civil y, pese a contar con informes favorables y a que fue detenido y encarcelado por los republicanos, acabaron condenándolo a suspensión de empleo y sueldo e inhabilitación de un año.  

CONTABILIDAD ARTÍSTICA

Hoy vamos a compartir con vosotros una pequeña y maravillosa sorpresa de esas que, de vez en cuando, nos depara nuestro Archivo. Se trata de un libro almocraz del convento de la Concepción de Escalona, realizado entre 1726 y 1802. Como ya explicamos en otra ocasión, el “almocraz” es un libro en el que se anotan todas y cada una de las rentas de que disponía el convento, así como sus pagos o las incidencias reseñables. Es, pues, un instrumento básico de gestión económica. Este libro en concreto, sin embargo, había sido incluido dentro del fondo documental de los protocolos notariales hasta que hace pocos días hemos descubierto el error.  

Pero lo que nos ha llamado la atención es que el mayordomo o quien se encargase de las cuentas del convento (quizá una de las monjas) demuestra tener, además, una considerable imaginación y no pocas dotes artísticas. En efecto, al principio de varias de las hojas adorna las letras con pequeños dibujos realmente deliciosos. El libro está en mal estado de conservación, como podéis comprobar, pero aun así no nos hemos resistido a fotografiar, con todo cuidado, algunos de esos dibujos. Tened en cuenta que cada dibujo mide alrededor de dos o tres centímetros cuadrados, y que solo parecen haberse utilizado los mismos útiles que para la escritura vulgar: tinta sepia y una pluma de ave o un cálamo.

Letras adornadas

Empezamos con algunas letras adornadas con motivos geométricos o vegetales con las que se inician los epígrafes: “Títulos de este convento”, “Memorias de Angulo”, “El Prado”.

Letras adornadas
Letras adornadas

Después, las caras, a veces enfrentadas, para las que viene muy bien la O, pero observad el diálogo de estas dos en “Herustes” (sic) o las de dos perros (eso parecen) que se ladran mutuamente en mitad de una M.

Letras adornadas con soles y lunas

Otros motivos clásicos son los cuerpos celestes: soles y lunas, por cierto bastante mal encarados.

Letras adornadas con animales
Letras adornadas con animales
Letras adornadas con escenas

Pero donde nuestro artista echa el resto es, sin duda, en las escenas con animales, llenas de vida: el caracol al principio de Madrid o el pájaro que introduce a Su Excelencia. Repite en dos ocasiones el tema de la cigüeña luchando con la culebra. Es deliciosa la escena en la que un padre abraza a su hijo mientras su perrillo retoza, todo ello para formar una simple O, y no menos las dos moscas, una de ellas encerrada en la O y la otra que parece darle ánimos desde fuera.

Letra adornada con escena
Letra adornada con escena

Y dejamos para el final las dos escenas que más nos gustan. En primer lugar, el gato que maúlla frente a la casa (quizá porque le han echado de allí), enmarcado por dos figuras humanas danzantes de sabor realmente moderno. Por último, un dibujo que son dos. Por un lado el gato que corre tras el ratón con las garras ya preparadas, y junto a ellos una cara bifronte, como el dios Jano, tutelar de los archivos, y además con sendas antiparras. ¿Y si fuera el archivero de la comunidad?

TOROS EN OLÍAS DEL REY

Aunque la sensibilidad social respecto a los toros ha cambiado mucho en los últimos tiempos, no puede negarse que los espectáculos taurinos han sido siempre parte fundamental de las fiestas de los pueblos de toda España, y en gran medida siguen siéndolo. Por eso hoy os traemos un muy interesante documento que nos permite acercarnos a los detalles de la organización de festejos taurinos en el siglo XVIII: la cuenta del coste de las fiestas de Olías del Rey en 1763.

Para la organización de estos espectáculos se designaba un “comisario”, que en este caso es Andrés Alonso de Torres, vecino de la propia Olías, que deberá encargarse de dos “fiestas”. El documento que tenemos es la cuenta “de cargo y data” —es decir, ingresos y gastos— que presenta este comisario al ayuntamiento. En primer lugar, el “cargo”, que fueron de 39.644 reales de vellón “sin incluir el importe de balcones”, es decir, lo cobrado por el alquiler de balcones con vistas a coso donde se celebraron los espectáculos.

40934_51_001

El primer gasto es la compra de los toros, trece “toros de Castilla” y doce del marqués de Malpica: 25 toros en total. Los toros de Castilla fueron algo más caros que los del marqués: 800 reales frente a 730 respectivamente. Por matar cada uno de ellos, los toreros de a pie recibieron  150 reales. Pero, en realidad, la auténtica estrella era el torero a caballo, lo que hoy llamaríamos un picador. En esta ocasión se trata de Pascual Brey, toda una figura del momento, del que tenemos constancia de actuaciones en Pamplona, Zaragoza y Madrid entre 1758 y 1767. En año indeterminado, pero por la misma época, había actuado en Toledo, como refleja un cartel conservado en el Archivo Municipal; además, Nicolás Fernández de Moratín menciona, con cierta ironía, su “fiero valor” en su poema satírico “Arte de las putas”. Brey cobró 800 reales por función, algo menos que un tal Raimundo Franco, al que se pagaron mil reales “por haber montado en el toro”.

Siguen otros gastos: los soldados que mantuvieron el orden, dos caballos, los toreros de a pie y caballo “que vinieron de Madrid para la tercera fiesta que se determinaba y no se corrió por la intemperie del tiempo”, los mayorales, los pregoneros, los carpinteros, obreros, peones, maderas, etc., sin que falten los timbales y sus timbaleros. En total, los toros de Olías de ese año costaron 37.571 reales. Nuestro contratista, pues, ganó algo más de dos mil reales en la organización de estos festejos, aunque él añade que hubo otros gastos que no contabilizó, como la comida y alojamiento de los toreros y los soldados, o determinadas medicinas que hubo que dar a algunas personas. En un documento adjunto declara, además, que no había querido encargarse de esta tarea por sus muchos achaques y negocios, pero que lo hizo ante la insistencia de los vecinos y autoridades olieras. Lo firma todo el 6 de noviembre de 1763, puesto que, en aquel entonces, las fiestas de Olías se celebraban a finales de octubre.

caballero

No podemos dejar pasar la ocasión de presentaros también un estupendo dibujo que representa precisamente a un picador alanceando a un toro. El documento no tiene fecha, y se encontró entre las páginas de un protocolo notarial de Toledo del año 1778, de manera que nos sirve para hacernos una idea de cómo eran los lances taurinos hace unos 250 años.