HISTORIAS DE ACCIDENTES Y MULTAS

A veces se tiene la impresión de que en los archivos históricos solo se conservan los documentos “importantes”. Pero, en realidad, es todo lo contrario. Lo más habitual es que en los archivos se encuentran las historias cotidianas de las personas corrientes. En estos días, muchas de estas personas corrientes nos desplazamos en automóvil y, desgraciadamente, abundan las pequeñas historias de accidentes y de multas. Hoy os queremos contar algunas de ellas.

Croquis de accidente

El 7 de junio de 1965, a las siete y cuarto de la tarde, Lucio Prados López, vecino de Illescas, salió montado en su Vespa de la casa de su familia en Yuncos para tomar la carretera, que entonces atravesaba el pueblo, en dirección a Toledo. Al girar hacia su izquierda, chocó con el Renault Ondine que, en dirección a Madrid, conducía Leónides Gonzalo Galabia, vecino de la Villa y Corte. El motorista resultó con heridas leves y, además, hubo daños en los respectivos vehículos. Las leyes del momento estipulaban que estos asuntos debían ser investigados por los jueces de instrucción y después remitidos a la Audiencia Provincial, de manera que el juez de instrucción de Illescas realizó toda la investigación en pocos días, enviando después el expediente a finales del mismo mes a la Audiencia. A pesar de esta rapidez inicial, el proceso se demoró año y medio, entre otros motivos por la supresión del juzgado de Illescas. De este caso, uno de tantos, nos ha quedado un expediente relativamente voluminoso que incluye un sencillo pero muy expresivo croquis que realizó el juez instructor.

No siempre los accidentes son tan leves. Estas dos fotografías son parte de sendos reportajes de otros tantos accidentes que, por encargo judicial, realizó la Casa Rodríguez. El primero fue el que dejó prácticamente destrozado un “coche americano” en la carretera Madrid-Toledo a la salida de Olías del Rey a mediados de julio de 1957, hace casi exactamente 62 años. El segundo ocurrió en agosto de 1965, entre una furgoneta y el “camión de la Unión y el Fénix”, en un lugar que el fotógrafo no especificó. Sin embargo, gracias a su expediente de matrícula, podemos saber que la furgoneta era una DKW, propiedad de un vecino de Yepes, quien la había adquirido apenas cinco meses antes. Este accidente no impidió que el vehículo fuese vendido en noviembre de 1967 a un vecino de Corvera (Murcia), quien a su vez, en febrero de 1968, le cambió el motor de gasolina por otro diésel. En noviembre de 1972 el vehículo pasó a “servicio público”, y finalmente en octubre de 1977 fue dado de baja y enviado al desguace.

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Pero no todo son accidentes. En realidad, la mayor parte de los incidentes automovilísticos acaban en simples faltas administrativas, es decir, en una multa. En nuestro archivo solo conservamos expedientes de los recursos judiciales motivados por el impago de algunas de estas multas. El primer caso que hemos encontrado es de octubre de 1925, cuando el Jefe provincial de Obras Públicas, Luis Barber, del que hemos hablado con anterioridad, se dirige al Juez de Primera Instancia de Navahermosa para que ordene el cobro de la multa. Se trata de una infracción al artículo 12 del Reglamento de Policía y Conservación de Carreteras aprobado en octubre de 1920. Al parecer este artículo era uno de los menos respetados por los conductores, como señala una Orden de enero de 1922. El artículo en cuestión hace referencia a los carros, cuyas ruedas no deben tener menos de un metro de diámetro y deben llevar una matrícula expedida por los ayuntamientos, similar a la de los automóviles. Como vemos, doña Balbina Marcos, de Los Navalmorales, no cumplió alguno de estos preceptos, por lo que fue multada con la pena mínima de cinco pesetas. Pero resultó que cuando el secretario del Juzgado Municipal de Los Navalmorales fue a cobrar esta deuda encontró que, según los vecinos, “hace más de año y medio que la Balbina hizo almoneda de los pocos muebles que tenía, se marchó y no ha vuelto por aquí ni se sabe su paradero”. Parece, pues, que la multa se quedó sin cobrar.

VICENTE MARTÍN-AMPUDIA, SU CARNET DE CONDUCIR Y TOLEDO EN 1936.

Como ya os contamos en otra ocasión, la primera regulación seria del automovilismo en España fue el Reglamento de 17 de septiembre de 1900. Entre otras cosas, aquí se establece la obligatoriedad tanto del permiso de circulación (para el vehículo) como el de conducción (para el conductor). En el caso de este último, el Reglamento los trata prácticamente como un permiso administrativo más, que debe ser solicitado al Gobernador Civil, quien comisionará “a la persona o personas facultativas que estime oportunas, a fin de que examinen los antecedentes y documentos relativos a la aptitud del interesado, haciéndole las preguntas y sometiéndole a las pruebas que consideren necesarias”. Como vemos, nada que ver con las actuales pruebas para obtener el carnet de conducir. En 1907 se reguló el modelo de autorización y hasta 1918 no se establecerá cuáles eran esos requisitos y documentos necesarios para obtener la autorización.

Carnet de conducir antiguo

En nuestro archivo no contamos con la serie de expedientes de expedición del permiso de conducir de Toledo. Sin embargo, sí que hemos encontrado alguno relativamente antiguo en otros fondos. En nuestra exposición “Sobre ruedas” mostramos el más antiguo, de 1928, que incluye además la fotografía del interesado, Vicente Martín-Ampudia Camino y que ha aparecido en su expediente policial. Así que este documento, además de ser el primer carnet de conducir que tenemos, tiene detrás una historia que merece ser contada.

Décimos de lotería antiguos

Ya en su momento Roberto Félix García, siempre atento, observó que Vicente había sido secretario del Gobernador Civil de Toledo, José Vega López, en 1936, y miembro de Izquierda Republicana. En efecto, el carnet que exponemos forma parte probablemente de la documentación que la Policía encontró en su casa al incautarse de sus bienes en 1937 y que, además de su carnet de conducir, incluye algunas fotografías y hasta unos décimos de lotería. Pero quizá lo más interesante de este expediente sean algunas cartas personales que nos permiten por un momento asomarnos al ambiente de extrema tensión que se vivía en algunos pueblos de nuestra provincia los días previos al estallido de la guerra civil. Os ofrecemos algunas de ellas que, creemos, no necesitan mayores comentarios.

Carta

El grueso del expediente, sin embargo, lo componen los informes policiales y los autos judiciales que, junto con los de su expediente de preso (que también conservamos en nuestro Archivo) nos permiten conocer algunos datos de su vida. Nacido en Madridejos en 1903, aunque algunos documentos lo hacen natural de Toledo, Martín-Ampudia había sido secretario de los gobernadores civiles Juan Serrano Piñana e Isidro Liarte Lausín, y continuó en el mismo puesto con el nuevo gobernador José Vega al estallar la guerra. Vivía con su familia en el conocido como “Jardín del Armiño”, inmueble que hoy sigue conservando este nombre, y los informes policiales franquistas le consideran un auténtico factótum durante el tiempo en que Toledo permaneció bajo control republicano, relacionándole especialmente con el que denominan “robo del tesoro artístico de la Catedral” y la requisa de algunos bienes del Palacio Arzobispal.

Carta

A la llegada de las fuerzas franquistas a Toledo, parece que Vicente se marchó a Ocaña, donde se instaló el Gobierno Civil republicano. Sería finalmente detenido en abril de 1939 y, conducido a la prisión provincial, entonces situada en el convento de San Gil. En 1942 y 1943 solicitó la libertad provisional, que le fue denegada en ambos casos. Finalmente, en abril de 1944, después de haber finalizado todas sus declaraciones en los procesos pendientes en Toledo, fue trasladado a la Prisión Provincial de Madrid, donde sería juzgado por el Tribunal Territorial Militar 1º; la documentación su juicio se encuentra hoy en el Archivo General e Histórico de Defensa, tal como informa la web Innovation and Human Rights.

 

OLOR A GASOLINA

A finales del siglo XIX, el automóvil se había convertido en uno de los inventos más sensacionales. Pero enseguida estuvo claro que necesitaba de cierta infraestructura que nadie había previsto. Por ejemplo, el repostaje. Parece que el primer repostaje de la historia tuvo lugar en agosto de 1888, durante el considerado también primer viaje interurbano en coche, protagonizado por Bertha Benz, esposa del ingeniero Karl Benz, uno de los padres del invento y fundador de la conocida marca Mercedes-Benz. En su camino entre Mannheim y Pforzheim, Frau Benz se detuvo en la farmacia de Willy Ocker, en Wiesloch, y compró una botella de ligroína, un derivado del petróleo utilizado entonces como producto de limpieza. Los sabrosos detalles de este viaje son muy conocidos: la intrépida conductora lo realizó a espaldas de su esposo, con la excusa de ir a ver a su madre pero, en realidad, con la intención de promocionar la nueva máquina ante su escaso éxito comercial. Durante el viaje, que se considera, también, una de las mejores acciones de márquetin de la historia, tuvo que afrontar numerosos problemas técnicos, incluyendo el del repostaje, que afrontó con ingenio y decisión, lo que ayudó mucho a las mejoras que la marca introdujo en sus modelos posteriores. No deja de resultar irónico que años después las mujeres necesitasen el permiso de sus maridos para conducir. En todo caso, hoy la ruta de Bertha Benz es un importante atractivo turístico.

Coche repostando frente a la Puerta de Bisagra

Durante bastantes años, el combustible para los automóviles se vendía en droguerías y farmacias. En Málaga todavía se hacía así en 1922.  No obstante, el primer edificio construido expresamente para esta función se ubicaba en Seattle y se abrió en 1907. Desgraciadamente, no hemos podido encontrar datos precisos sobre las primeras gasolineras en España ni en Toledo. Solo sabemos que el primer surtidor de gasolina establecido en Mallorca lo fue en 1910. En Toledo, la primera noticia datable que hemos encontrado es esta fotografía del surtidor situado frente a la Puerta de Bisagra. Al fondo, fijado a un lado de la puerta, se encuentra un cartel que anuncia “La Voz Médica”, una revista que se publicó entre 1922 y 1936. Por otro lado, el surtidor presenta el logotipo de la empresa la empresa “Petróleos Porto Pí”, fundada en 1910 y absorbida por CAMPSA en 1927, año que coincide con el final de la producción del Ford T, como el que aparece repostando y con matrícula de pruebas. Por tanto, la fotografía debe datarse entre 1922 y 1927.

En poco tiempo los simples surtidores se convertirían en amplios establecimientos dedicados a todo tipo de apoyo a los automovilistas, como se puede ver en la fotografía de la “Estación de Servicios Sandoval”, en Albacete, datable hacia los años de 1930. O en la gasolinera de la carretera de Madrid, en Toledo, que, a juzgar por el coche estacionado en ella, podría datarse en los años 1940-1950. Esta evolución desde el simple repostaje a la atención al viajero se mantiene hasta hoy, cuando en las estaciones de servicio el combustible es casi una excusa, aunque se mantenga el olor a gasolina.

IDENTIFICANDO COCHES

Ya advertimos en su día que, de los varios coches cuyas fotografías exponemos en nuestra exposición “Sobre ruedas”, no conocíamos la marca ni el modelo de ninguno. Pero hace unos días D. Carlos Rodríguez Garoz, de Mora, los ha identificado todos, lo que le agradecemos de todo corazón.

De los tres coches que aparecían en las fotos del post de hace tres semanas, diremos que el primero es un Ford modelo A, fabricado entre 1927 y 1934. Tras él mostrábamos un automóvil del que, debido a su llamativo blindaje adornado con la publicidad de un conocido desinfectante, solo podemos decir que es otro Ford. Y, por último, el que aparece en la fotografía de grupo de Matas Verdes (Minaya, Albacete) podría ser un Chevrolet, quizá un modelo “Universal AD” de la década de 1930.

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Vamos a añadir ahora dos fotografías más, no menos curiosas. En primer lugar, la que nos ha servido de imagen principal para la exposición, que nos muestra a un Ford T encallado en medio de un barrizal y escoltado por dos guardias civiles. Desconocemos el lugar y las circunstancias en que fue tomada la fotografía, pero podemos decir que el modelo citado se fabricó entre 1908 y 1927, y que el uniforme de los guardias civiles parece corresponder al que su utilizaba para el servicio rural entre 1922 y 1931, de manera que la fotografía podría datarse entre estas últimas fechas. En el Archivo, a esta fotografía siempre la hemos llamado “el coche del Gobernador Civil”, aunque, la verdad, sin ningún indicio que avalase esta denominación.

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La segunda fotografía es, evidentemente, más antigua. En ella vemos a un Renault, matrícula 98-M, llegando al Paseo de Merchán de Toledo en lo que parece ser una competición o exhibición de la época. Veamos primero los datos que podemos extraer de la propia imagen. Por un lado, sabemos que el primer coche matriculado en Madrid lo fue en 1907 (por cierto, más tarde que en Toledo), pero en 1916 ya se habían superado ampliamente las mil matriculaciones. Por otro lado, en la página que la marca Renault dedica a sus coches clásicos encontramos que el modelo CH, producido entre 1910 y 1912, podría ser el de nuestra foto. Todo ello unido a las vestimentas nos induce a datar esta foto hacia 1910-1915.

Pero, además del vehículo, no nos resistimos a resaltar algunos detalles de esta estupenda imagen. Así, las expresiones del grupo de jóvenes de nuestra izquierda, realmente asombrados ante la poderosa máquina, que contrastan con los ladridos, que casi pueden oírse, de tres perros, evidentemente nada acostumbrados a ver artefactos tan monstruosos. Y, en fin, en primer plano el flamante guardia municipal, con su sable y sus guantes blancos, dirigiendo el tráfico y evitando cualquier accidente. Digamos, por último que si nuestras dataciones son correctas, estas dos fotografías debieron ser tomadas por Eugenio Rodríguez Toledo, que en ese momento regentaba el establecimiento que llevaba su apellido.

LAS PRIMERAS MATRÍCULAS

Se suele considerar que la primera regulación general para el uso de los automóviles en España es el “Reglamento para el servicio de coches automóviles por las carreteras”, aprobado en septiembre de 1900. Entre otros elementos, dispone que cada automóvil solo podrá circular con autorización del Gobierno Civil de la provincia de residencia de su dueño, previa inspección técnica y visto bueno del Ingeniero Jefe de Caminos; cada Gobierno Civil llevará un registro de estas autorizaciones. Este registro provocó enseguida problemas de coordinación, puesto que los Ayuntamientos también emitían permisos de circulación a todo tipo de carruajes, aunque circunscritos a su término municipal. Por eso, una Real Orden de mayo de 1907 establece la obligatoriedad de mantener la licencia provincial, así como de ostentar en el vehículo dos placas identificativas, una delante y otra detrás, en las que “irá marcada la contraseña de la provincia y a continuación y separado por un guión en número de orden de la licencia. Las letras de la contraseña y el número se pintarán en negro sobre fondo blanco”: habían nacido las matrículas. A la provincia de Toledo le correspondió la “contraseña” TO.

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Pero lo cierto es que esta Real Orden solo dio forma externa a lo que ya era una realidad desde siete años antes. Así, como es sabido, la primera matrícula española se tramitó en Palma de Mallorca en octubre de 1900. En Toledo, el primer vehículo matriculado con este sistema, el TO-1, lo hizo en octubre de 1906. Desgraciadamente, no conservamos el expediente original de esta matriculación, ni tampoco de las siguientes. En el caso del TO-1, solo tenemos un informe muy posterior que nos aporta algunos datos: la fecha de matriculación fue el 30 de octubre, la marca del coche “Enyen-Boille” —de la que, por cierto, no hemos encontrado ningún dato— y el propietario era Luis de Hoyos Sáinz. Digamos que Luis de Hoyos fue un ilustre pedagogo y antropólogo que llegó a ser catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, director del Museo del Pueblo Español y miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, además de senador, diputado y activista de multitud de sociedades científicas. De Hoyos fue profesor del Instituto de Segunda Enseñanza de Toledo entre 1898 y 1909, y, entre otros logros, se le recuerda por ser el impulsor del “Campo Escolar”, junto a las ruinas del Circo Romano.

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El primer vehículo matriculado en Toledo del que conservemos documentación de época corresponde a la matrícula TO-30, un Hispano-Suiza que se matriculó en enero de 1928 y en noviembre del mismo año fue vendido por la empresa “Automóvil Salón”, de Valencia, a un vecino del Grao. No deja de resultar significativo que en estos años el ritmo de matriculación en nuestra provincia apenas superó el de un coche al año de media, como confirma el dato, aportado por una publicación de la DGT realizada hacia 1960, de que en 1916 solo se habían matriculado 13 automóviles en Toledo.

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El sistema de matriculación por provincias se mantuvo hasta 2000, con escasas variaciones. Una de ellas fue la introducción de la matrícula especial para remolques en 1959. En Toledo, la primera matrícula de este tipo no la pidió un toledano, sino Vicente Vilaplana Mateo, quien, según su propia declaración, residía accidentalmente en “el ferial de «La Vega»” de la ciudad. A la solicitud se le unía un plano del remolque que pretendía matricular y que, tras la pertinente revisión técnica, recibió su flamante matrícula TO-001-R.

PRESUMIENDO DE COCHE

Algunos inventos, además de su utilidad intrínseca, ejercen una curiosa fascinación sobre los seres humanos. Es el caso del automóvil. Todavía hoy, cuando su posesión y uso están ampliamente extendidos, determinados modelos de coche o incluso la simple presencia de uno nuevo en el vecindario llaman nuestra atención.

Uno de los indicios de esta atracción ejercida por el automóvil son las fotografías posando junto a él, como las tres que os presentamos hoy y que podéis ver aumentadas en nuestra exposición “Sobre ruedas”. Sobre todo en las décadas de 1920 y 1930, cuando los coches fueron siendo cada vez más frecuentes en nuestras calles, era habitual que la llegada de uno de ellos provocase la curiosidad de las gentes y, si había ocasión, se inmortalizase el momento. Las tres fotos que os presentamos hoy fueron realizadas en la década de 1930 por el fotógrafo Luis Escobar en la provincia de Albacete.

Grupo de personas junto a un coche

En la primera de ellas vemos a un grupo de personas, quizá miembros de una misma familia, posando junto a su coche en un paraje que no hemos podido reconocer. Es evidente que se trata de personas acomodadas, como lo muestran las ropas de la mujer y del hombre del sombrero. Llama la atención, desde luego, el joven sentado en el guardabarros en actitud desafiante, seguro de sí mismo gracias al respaldo de la impresionante máquina que tiene detrás. Por cierto, que se puede observar detrás de su cabeza su gorra, que obviamente se ha quitado para utilizarla como reposacabezas y, de paso, ocultar el símbolo de la marca del coche.

Grupo de personas junto a un coche con publicidad

Si los coches atraen las miradas de la gente, es fácil que puedan ser utilizados como medio de publicidad. Así ocurre con la segunda fotografía, fechada el 15 de abril de 1934 en la ciudad de Albacete. A la máquina se le ha incorporado una carcasa que anuncia al desinfectante “Zotal”, muy popular entonces y que todavía hoy sigue comercializándose. Probablemente el coche fue llevado a Albacete expresamente desde Sevilla, donde fue matriculado y donde la empresa anunciante tenía —y tiene— su sede. Desde luego, su llegada fue un pequeño acontecimiento y aquí tenemos a este alegre grupo de jóvenes de ambos sexos, con sus mejores galas, arremolinados junto al vehículo, sin que falten tres circunspectos guardias de asalto.

Grupo de personas junto a un coche y dos burros

Por último, una magnífica imagen de la llegada del automóvil al medio rural, en concreto a la alquería de Matas Verdes, en el municipio de Minaya. Todos sus habitantes, incluyendo los dos burros, se reúnen en torno al coche, mucho más serios que los jóvenes capitalinos de la foto anterior, pero no menos satisfechos de este signo de progreso que ha llegado hasta su aldea. Fíjense en el joven de nuestra derecha, arrodillado sobre el burro no sabemos si para alardear de sus capacidades físicas o simplemente para asegurarse salir destacado en la foto.

SOBRE RUEDAS: INAUGURAMOS NUESTRA NUEVA EXPOSICIÓN

El próximo viernes 3 de mayo, a las 12’00 del mediodía se inaugurará la exposición “Sobre ruedas. Documentos sobre coches y carreteras en el Archivo Histórico Provincial de Toledo”, en nuestra Sala de Exposiciones. Se trata de una muestra de fotografías, planos y documentos relacionados con los coches y las carreteras desde finales del siglo XIX a nuestros días y conservados en el Archivo Histórico Provincial.

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El automóvil es, quizá, uno de los símbolos del siglo XX. Pocos inventos han cambiado tanto la vida de las personas, que dejaron de depender de la tracción animal, lenta y cara, disfrutando en su lugar de vehículos que se movían solos (esto significa la palabra “auto-móvil”) y que rápidamente abarataron tanto su coste de fabricación como de mantenimiento. Además, eran notablemente más rápidos y estables que el mejor de los caballos. Los tiempos de viaje se redujeron, los contactos de todo tipo se intensificaron y el horizonte vital de las personas se amplió de forma asombrosa.

El nuevo artilugio, sin embargo, necesitaba apoyo. No comía heno ni hierba, pero sí consumía gasolina, que era necesario acercar hasta sus propietarios. Y, sobre todo, para que pudiera desarrollar todo su potencial, necesitaba suelos estables y suaves. Así, los viejos caminos, mantenidos por los ayuntamientos, pronto fueron reemplazados, de manera gradual, por flamantes carreteras asfaltadas, construidas y planificadas por el Estado. Las técnicas de ingeniería viaria permitieron incluso aumentar la red de carreteras y hacerlas pasar por montañas y ríos hasta entonces infranqueables. Era la conquista del territorio.

La exposición ha sido organizada por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, con la colaboración de la empresa automovilística Motor Pacífico Toledo. Permanecerá abierta hasta el 15 de julio todos los días laborables de 10’00 a 15’00 horas, y los sábados de 11’00 a 19’00 horas.