LOS SELLOS DE LOS COLEGIOS DE NOTARIOS

Hoy os traemos una pequeña colección de sellos impresos de diferentes colegios de notarios o escribanos de España. Como sabéis, y en una definición muy somera, los notarios son los encargados de dar fe pública a los asuntos privados que se les presentan. Su oficio deriva de los “escribanos”, es decir, los que ponían estos asuntos por escrito en tiempos de analfabetismo generalizado. Durante la Edad Media solían ser los concejos los que nombraban a los escribanos que considerasen oportuno, además de los escribanos eclesiásticos y los nombrados directamente por el rey. A principios del siglo XVI se publicaron las primeras leyes efectivas para la regulación de la profesión de escribano o notario, en las que, entre otras cosas, se limitaba el número de escribanos de cada lugar. A la vez, en los lugares donde existían varias escribanías, sus titulares se agruparon en colegios o “cabildos” para defender sus intereses colectivos, tanto frente al intrusismo profesional como a los intentos regios de control excesivo de su actividad. En el AHPTO conservamos los fondos documentales de los colegios de escribanos de Toledo y de Talavera de la Reina, de los que os hablaremos en otra ocasión, pero, mientras tanto, aquí os dejamos el sello del colegio de Toledo en 1845. En 1862 finalmente el Estado asumió el control de los colegios de notarios, incluyendo la capacidad de establecerlos o suprimirlos, lo que significó que ambos colegios fueron absorbidos por el de Madrid hasta hoy, salvo durante los años 1903-1907 en que existió un colegio notarial de Toledo que abarcaba toda la provincia.

Sello del colegio de notarios de Toledo

Aunque cada notario era y es autónomo en el ejercicio de sus funciones, no era raro que los colegios notariales interviniesen en determinadas circunstancias, sobre todo cuando el asunto en cuestión implicase a notarios de diferentes colegios. Por eso, en nuestro fondo de protocolos notariales aparecen de vez en cuando los sellos de colegios notariales de diferentes lugares de España.

Sello del colegio de notarios de El Ferrol

El ejemplo más curioso que hemos encontrado, y también el más antiguo de esta pequeña colección, es el del notario de Ferrol Pedro Antonio Reguera, quien en 1804 atestigua que un documento es del puño y letra de su autor, Damián Martín Vegue, contador de la Real Armada y que, mediante ese documento, ha renunciado en favor de su hermana a su parte de “las majas de diamantes” que fueron de sus padres y que estaban a la sazón en poder de Rosa de Gracia, vecina de Mora.

Pero habitualmente estos sellos aparecen en documentos más prosaicos. Hemos seleccionado tres ejemplos similares procedentes de los protocolos notariales de Santa Olalla. En el primero, de 1830, la vecina de Madrid Ana María Gutiérrez da poder a Francisco López Escalona para que venda en su nombre una casa que posee en Santa Olalla, y tres notarios madrileños atestiguan que la firma del notario otorgante, Anselmo Ordóñez, es válida y que él mismo es “fiel, legal y de toda confianza”. Otro caso es el del marqués de Grañina, residente en Sevilla, que en 1819 da poder para que se haga efectiva la venta de ciertas tierras que tenía por vínculo de heredad, y de nuevo los notarios sevillanos atestiguan la autenticidad de la firma. Finalmente, en Badajoz en 1845 también los notarios legalizan la firma de su colega Antonio Silva Gómez en el poder que Victoriano Blanco, de esa vecindad, otorga a  para que en su nombre se tome posesión de una casa en Santa Olalla que le ha correspondido de la herencia de sus padres.

EL PUENTE DE VILLARTA DE LOS MONTES SOBREVIVE BAJO LAS AGUAS DEL PANTANO DE CIJARA

Uno más de los documentos que se muestran en nuestra exposición “Edificios de papel” y quizá el más espectacular por sus dimensiones, es el diseño del puente en Villarta de los Montes en la actual provincia de Badajoz.

32428_6
Este dibujo está incluido en un protocolo notarial de Juan de Navarra y acompaña a otros documentos textuales que contienen la contratación de las obras de reparación del puente en 1574 que incluyen las condiciones de ella, el procedimiento de subasta y la real provisión de adjudicación de las mismas.

La intervención en su factura se realizó sobre un puente medieval de la Mesta que ya existía con anterioridad, posiblemente a fines del siglo XIII o XIV y está documentado desde el siglo XV con motivo de otras reparaciones.

Su trascendencia es debida a que era un importante paso de ganado en la ruta de tránsito por la cañada real segoviana desde Castilla y León a Extremadura. A su paso los ganados y mercancías debían satisfacer el pontazgo, derecho que cobraba el municipio de Villarta a quienes lo atravesaban y que hasta el siglo XIX se siguieron cobrando sus beneficios por el arzobispo de Toledo y el duque de Osuna.

La puesta en marcha del Plan Badajoz y el aprovechamiento de las aguas del Guadiana, condujeron en 1956 a la construcción del embalse de Cijara. Su fábrica y su pasado quedaron sumergidos para siempre bajo las aguas, a excepción de las épocas de sequía en las que emerge y resurge cual ave fénix. Ahora y desde hace meses por la escasez de lluvias y la consiguiente bajada del nivel de las aguas, puede observarse prácticamente al completo y permite ver que a pesar de llevar más de 60 años sometido al deterioro producido por el líquido elemento, conserva su estructura original en un relativo buen estado.

El puente está construido de mampostería y ladrillo y tiene más de 225 metros de longitud, en origen se elevaba para atravesar el río Guadiana. No ha sido identificado correctamente hasta hace pocos años por quienes lo habían estudiado. Primeramente, Verardo García Rey que ya en 1924 estudia a su arquitecto y transcribe las condiciones de la obra, lo confunde con el puente, en efecto desaparecido de Villarta de San Juan en Ciudad Real, y la misma hipótesis errónea sostuvo posteriormente Fernando Marías. Fue Luis Benítez de Lugo, quien lo aclara e identifica al plano del puente con el de Villarta en Badajoz. En numerosos blogs que ensalzan las maravillas naturales y constructivas de estas tierras extremeñas se han difundido las imágenes y la historia de este puente, siendo Theófilo Acedo Díaz quien ha publicado la última monografía sobre él.

Analizando nuestros documentos, el puente debía estar a mediados del XVI realmente maltrecho, una petición anterior de los vecinos de Villarta no llegó a materializarse. Fue en 1573 cuando a instancia del Consejo de la Mesta y a través del corregidor de Toledo, se promueve la autorización real y el sufragio económico que permita el desarrollo de estas obras. Según sus condiciones donde se especifica las mejoras que se iban a realizar, debió ser una obra de gran envergadura que debían ejecutarse en el plazo de tres años y que debía respetar y realizarse en el mismo estilo de lo anterior: “Primera condición que desde lo sano de la puente hasta el largo que en la traça va señalado se hagan e se helixan diez y nueve arcos y diez y ocho pilares del gueco y alto y grueso y ancho de al puente de lo questa hecho que en la traça va desinado y con las mismas labores y horden de lo viejo”.

Se adjudicaron las obras al maestro de albañilería y cantería toledano, Jerónimo de Espinosa, el 30 de marzo de 1574 por la cantidad de 4500 ducados, tal como reza la real provisión. Con anterioridad, Espinosa ya había ejecutado otras obras diseñadas por el arquitecto Hernán González. Dos meses después había ya entregado las debidas fianzas y eleva una petición del adelanto de 1500 ducados que suponía un tercio del pago total y dice que había recibido ya mil, pero que se le debían otros 500. Añadió una segunda petición, que para poder acometer la obra: “se a de haçer un paso e puente de maderas desde los arcos que quedar a de a puente hasta la tierra para que pasen los ganados y las rrequas que por allí pagan en el ínterin que la hobra se hace y froga porque de otra manera yo no podre haçer las obra e pues esto no ha de ser a mi costa ni estoy obligado a ello pido y suplico a V. M. de orden como se aga por que yo pueda con mas brevedad haçer y cumplir lo que soy obligado”. El corregidor Juan Gutiérrez Tello, acepta concederle los quinientos ducados que añadir a los mil ya recibidos, y en cuanto a la realización del paso provisional de ganados, ordena remitirlo a su majestad y al consejo y real para que lo provean.

25-06_012

En cuanto a la traza representa el proyecto de puente que fue diseñado por el arquitecto Hernán González, discípulo de Alonso de Covarrubias a quien éste sucedió como maestro mayor de las obras de la Catedral desde 1566. Entre el diseño y las imágenes actuales del puente (no las únicas, pero entre otras las que aparecen en esta web y esta otra web existen algunas diferencias; bien modificaciones realizadas en el momento de la ejecución o bien a lo largo de los siglos siguientes en diferentes remodelaciones. No obstante, su aspecto es lo suficientemente fiel a aquella gran reforma sufrida en el siglo XVI como para identificarle y aseverar que se trata del mismo puente, joya arquitectónica a la que por desgracia no se le puede augurar un próspero futuro.