MELQUE

Uno de los monumentos más conocidos de nuestra provincia es Santa María de Melque, en la zona norte del municipio de San Martín de Montalbán. Se trata de la iglesia de un antiguo monasterio visigodo, construido entre los siglos VII y VIII, que en época musulmana fue reutilizado como castillo y, tras la conquista cristiana, pasó a ser ermita. Además de los indicios arqueológicos, aparece ya citada como tal en las “Relaciones de Felipe II”, entre 1574 y 1578. Curiosamente, no la hemos encontrado citada en el “Catastro de Ensenada” (1752), pero sí es famosa la descripción que hace de ella Tomás López en su “Diccionario geográfico” que, como sabéis, no llegó a publicarse, aunque los documentos con las informaciones recopiladas por este geógrafo se conservan en la Biblioteca Nacional, han sido digitalizados y están accesibles en la red. Y aquí no solo se dan detalles sobre esta iglesia, sino que se dibuja un detallado plano, todo ello redactado por Manuel de Muncharaz en 1788.

En nuestro archivo tenemos algunas representaciones gráficas de Melque, aunque son muy someras. Así, en la “pañoleta” o plano general del término municipal realizado en 1893 para los trabajos del denominado “avance catastral” aparece la situación de una “Casa y ermita ruinas [sic] del Melque”, localizadas entre el arroyo del mismo nombre y el Arroyo de las Zorras. Un poco más al norte aparecen otras dos “casas”, llamadas “del Torrezno” y “de González”. Además, podemos comprobar cómo la ermita era el final de dos caminos que llevaban exclusivamente hasta este lugar.

Detalle del plano catastral de 1893 con indicación del lugar de la "Casa y ermita ruina de Melque"
Detalle del plano catastral de 1893

En 1910, en un croquis que representa gráficamente las variaciones en las fincas, volvemos a encontrar la “Casa de Melque”. Parece que ya había desaparecido incluso el recuerdo de la antigua función religiosa del edificio y tampoco parecen existir restos de otras edificaciones anexas. La documentación catastral revela que, en este momento, el propietario del terreno era Benito Sánchez Escobar, vecino de Torrijos, quien lo dedicaba al cultivo de cereal de secano. En 1933 este mismo propietario declaró dedicar estas tierras a la caza.

Croquis con las variaciones catastrales de 1910. aparece señalada la "Casa de Melque".
Croquis de variaciones catastrales (1910)

Nuestro siguiente plano es de 1963 y, de nuevo, corresponde al Catastro. En esta ocasión el dibujo es un poco más detallado y podemos intuir la forma de la antigua iglesia, que sigue siendo denominada como “Casa de Melque”. En la documentación textual ya aparecen las construcciones individualizadas respecto de las tierras de su entorno. En 1965 son descritas como “Casas y castillo” y en 1968 como “Casa y corrales”. Ese mismo año de 1968 la Diputación Provincial de Toledo se hace con el edificio por su importancia cultural y empieza una nueva etapa de puesta en valor.

Plano catastral de la zona del Melque, donde se dibuja la "Casa de Melque".
Plano catastral de la zona de Melque (1963)

En efecto, en 1970 se autoriza la primera de una serie de campañas de excavaciones arqueológicas que sacarán a la luz la enorme importancia no solo del edificio principal sino también de los anexos que, como hemos visto, parecen haber desaparecido. Dirigidas por el arqueólogo Luis Caballero Zoreda, las excavaciones arqueológicas se llevarán en paralelo con otras en la cercana iglesia de San Pedro de La Mata y en la más lejana de Santa Comba de Bande (Ourense). El resultado es una detallada memoria publicada en 1980.

Mientras tanto, en 1972 el Estado inicia los trámites para la adquisición de los terrenos colindantes. Como vemos en la nota que reproducimos, en 1974 sus propietarios aún no habían respondido. En la actualidad, tanto la iglesia como sus edificios relacionados han sido rehabilitados por la Diputación Provincial y, además, se utilizan para actividades culturales.

"Lugar de Melque, término de San Martín de Montalbán, Toledo". Nota al dorso de la orden para iniciar la compra de los terrenos colindantes.
Nota al dorso de la orden para iniciar la compra de los terrenos colindantes a Melque (1974)

JORGE MANUEL, EL HIJO DEL GRECO

Entre los historiadores del arte, y también entre muchos toledanos, Jorge Manuel Thetocópuli ­o simplemente Jorge Manuel­, es un personaje bien conocido. Como sabéis, era hijo natural del Greco y de Jerónima de las Cuevas y nació en Toledo en 1578. Aparece retratado a los ocho años en una de las obras más importantes de su padre, “El entierro del señor de Orgaz”, y, ya de adulto, su padre le hizo otro retrato que hoy conserva el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Al igual que Doménico, Jorge Manuel Theotocópuli ha dejado abundantes huellas documentales en nuestro archivo.

El primer documento en que aparece mencionado, al menos en nuestro Archivo, es una carta de poder de 1601 que le otorga su padre para que, junto con el doctor Gregorio de Angulo, acordasen con el Hospital de la Caridad de Illescas los términos del retablo que El Greco debía realizar. Podemos imaginar que el Greco envía a su joven hijo junto con el curtido jurista para que vaya aprendiendo los tejemanejes administrativos del oficio de artista. Por lo visto, el vástago aprendió rápido, porque solo dos años después se les encarga al padre y al hijo, de mancomún, la realización de esta espléndida obra.

Recibo de dos pagos, a favor del Greco, por el retablo del Colegio de san Bernardino, firmado por Jorge Manuel
Recibo de dos pagos por el retablo del Colegio de San Bernardino

Desde entonces, Jorge Manuel aparece como uno de los colaboradores habituales de su genial padre. Así lo encontramos cobrando algunos de los pagos del retablo del Colegio de San Bernardino en 1603, en un recibo doble donde encontramos su firma por primera vez. Obsérvese que no pone su apellido en el texto (sí en las firmas) y que se refiere a su padre como “mi señor”.

Firmas del Greco y de Jorge Manuel de la carta de obligación del pago del alquiler de las casas del marqués de Villena
Firmas del Greco y de Jorge Manuel de la carta de obligación del pago del alquiler de las casas del marqués de Villena

La estrecha relación con su padre se confirma con un par de ejemplos. Así, no solo vivían en la misma casa, sino que el alquiler estaba a nombre de los dos, como se ve en esta carta de obligación de pagarlo que ambos firman. Pero, sobre todo, pocos días antes de morir, Doménico encarga a su hijo que haga testamento en su nombre mediante una carta de poder donde está la última firma del pintor. Poco después, Jorge Manuel realizaría el famoso inventario de bienes del Greco, documento excepcional que merece que algún día le dediquemos un post específico.

Final del concierto entre Jorge Manuel y el convento de Santo Domingo el Antiguo sobre el enterramiento de su familia
Final del concierto entre Jorge Manuel y el convento de Santo Domingo el Antiguo sobre el enterramiento de su familia

Para entonces, Jorge Manuel ya había realizado varios encargos de cierta envergadura: una capilla en San Ginés de Toledo, el retablo de San Martín de Montalbán, el de la villa de Bayona, hoy Titulcia, o la fachada del actual Ayuntamiento de Toledo. Tras la muerte de su padre hubo de asumir los encargos sin terminar, como el retablo del Hospital Tavera, y también los pleitos y problemas. Uno de los más interesantes tiene que ver con el lugar de enterramiento de ambos artistas y de su familia, asunto sobre el que se ha escrito mucho. Digamos que, en principio, el enterramiento estaría en la iglesia del monasterio de Santo Domingo el Antiguo. Sin embargo, tras la muerte del Greco surgieron diversos inconvenientes que hicieron que Jorge Manuel lo trasladara a la parroquia de San Torcuato. Pero esta iglesia fue desamortizada en el siglo XIX y luego derribada casi por completo, así que la tumba del Greco y de su hijo están hoy perdidas aunque, como decimos, sobre esto hay diversidad de opiniones. Nosotros nos limitamos a presentaros dos documentos: un concierto entre las monjas de Santo Domingo y Jorge Manuel sobre el monumento funerario, de 1618 (está la firma de Jorge Manuel entre las de todas las monjas, además de la rúbrica del notario), y una declaración de nuestro protagonista, dos años después, sobre el letrero que debía campear en la nueva tumba ya en San Torcuato.

Declaración de Jorge Manuel sobre un letrero en el enterramiento de su familia en la iglesia de San Torcuato
Declaración de Jorge Manuel sobre un letrero en el enterramiento de su familia en la iglesia de San Torcuato

Jorge Manuel casó tres veces. De su primera esposa, Alfonsa de los Morales, tuvo un hijo que luego profesó en el convento de San Agustín de Toledo. De su segunda esposa, Gregoria de Guzmán, tuvo dos hijas que le sobrevivieron, Claudia y María, y otro hijo que murió siendo niño. De su tercer matrimonio, con Isabel de Villegas, no tuvo descendencia. De este modo, al morir él en 1631 se perdería para siempre el apellido Theotocópuli en Toledo.

RESTAURACIONES EN SAN JUAN DE LOS REYES

El monasterio de San Juan de los Reyes es una de las joyas arquitectónicas no solo de Toledo sino de toda Europa. Pero ha tenido una historia muy agitada. Además de monasterio, ha servido de cuartel y de museo, y ha sido varias veces destruido con mayor o menor amplitud y otras tantas reconstruido con mayor o menor fortuna. Si tenéis curiosidad por la historia de todas estas destrucciones y restauraciones, podéis consultar el libro de Daniel Ortiz, de donde hemos sacado algunos datos para este post.

Conservamos una buena colección de fotografías de restauraciones en San Juan de los Reyes dentro del fondo Rodríguez. Por ejemplo, esta que presenta el andamio colocado en el exterior del ábside de la iglesia y que sabemos fue realizada en 1916 porque salió publicada ese año en la revista “Toledo”. Sin embargo, muchas de las fotos que tenemos no están fechadas, como ocurre con la que nos muestra a un grupo de trabajadores, incluyendo quizá al arquitecto y al maestro de obras, a los que no hemos sabido identificar.

Entre todas las restauraciones sufridas por este edificio destaca la que realizó la Dirección General de Regiones Devastadas, organismo dependiente del Ministerio de la Vivienda, entre 1953 y 1966, bajo la dirección de los arquitectos Francisco Echenique y José Losada. La documentación de estas obras, incluyendo los planos, se encuentra hoy en el Archivo General de la Administración, pero algunos reportajes fotográficos se encargaron a la Casa Rodríguez y hoy tenemos estas fotos en el AHPTO. Por ejemplo, este otro grupo de trabajadores en el exterior del cimborrio. Pero incluso dentro de la serie “Rótulo” del fondo citado hay algunas cajas con información escrita que permite conocer no sólo quién encargó el reportaje, sino también la fecha y el fotógrafo. Las imágenes más recientes son del 28 de noviembre de 1958 cuando Luis Rodríguez Garrido, “Luisito”, fotografió las pechinas que soportan el cimborrio del crucero, ya restauradas. El sobre que guardaba este negativo junto con algunos más nos da alguna pista sobre la forma de trabajar de la empresa en estos momentos.

Foto de una escultura de santa sin cabeza, con una anotación al margen

Del año anterior, en concreto del 8 de febrero de 1958, es esta fotografía suelta de una escultura de santa sin cabeza en el taller de restauración, también obra de “Luisito”. Aquí, los datos sobre autor, fecha y motivo están escritos sobre la misma placa fotográfica. Digamos, de paso, que el taller de cantería y esculturas de piedra para esta restauración estuvo al cargo del escultor Cecilio Béjar y sus hermanos.

Las primeras fotografías datadas de esta restauración son del 17 de octubre de 1956 y llevan la firma de “Luis [Rodríguez Dorado]”. Como las anteriores, se trata de fotografías que buscan simplemente documentar los trabajos de restauración, lejos de cualquier pretensión estética. Y se ocupan de los elementos arquitectónicos, como esta enorme columna que sostiene el coro de la iglesia, y también de las esculturas que se restauraban en el taller, como estas tres estatuas de santos.

UNA INAUGURACIÓN, TRES SEDES Y VARIOS DESCONOCIDOS

El pasado miércoles por la tarde inauguramos nuestra exposición dedicada a celebrar el 90 aniversario del AHPTO. Aquí os ofrecemos algunas imágenes del acto, al que acudieron el Delegado Provincial de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, D. Francisco Javier Úbeda Nieto, y el Delegado Provincial de Educación, Cultura y Deporte, D. José Gutiérrez Muñoz, junto con un grupo de compañeros y amigos de la casa. A todos les agradecemos su asistencia y también agradecemos a Mª Eugenia Alguacil y Raquel Anaya el reportaje fotográfico.

Por supuesto, os invitamos a pasar por la exposición, abierta hasta mediados de septiembre. Pero, como complemento o para los que no podáis venir hasta Toledo, hemos elaborado este vídeo.

Una visita al AHPTO

Como veis, la imagen principal de la muestra es una visita al Archivo. El lugar es la primera sede del AHPTO, en el Hospital de Santa Cruz y el único personaje que hemos logrado reconocer es al primer director del Archivo, Francisco de Borja San Román. Así pues, la foto es anterior a su muerte el 15 de junio de 1942. Obviamente, se trata de una visita ilustre, cuyo principal protagonista parece ser el caballero alto y rubio que, inclinándose sobre un documento, está a la izquierda de San Román. Pero no hemos conseguido averiguar su identidad, ni tampoco la de ninguno de los demás que aparecen en la imagen. La fotografía procede de fondo Rodríguez y la caja donde originalmente estaba guardada ostenta una inscripción manuscrita que dice “Visita rumanos”. Además, en la misma fotografía hay un número que podría ser el del año (1932), aunque también podría referirse a cualquier otra cosa. Hemos contactado con el Instituto Cultural Rumano que, muy amablemente, nos contestó que ellos tampoco reconocían a ninguna de estas personas. De modo que cualquier ayuda por vuestra parte será más que bienvenida, como siempre —aunque esta vez incluso un poquito más.

Las obras de la Casa de la Cultura en el diario «El Alcázar» (1963)

Esta foto es, además, la única imagen que tenemos de la que fue primera sede de nuestro Archivo. En 1966 el Archivo y la Biblioteca se trasladaron a un edificio nuevo, la “Casa de la Cultura”, en el cercano Paseo del Miradero, a la que dedicamos una entrada hace algún tiempo. Lo cierto es que no tenemos ninguna imagen propia del archivo en sus años de estancia allí, salvo, en todo caso, lo que publicó la prensa local al iniciarse las obras en 1963, unas imágenes que dicen poco y, además, de muy mala calidad técnica.

Alzado del Archivo Histórico Provincial de Toledo

El traslado del AHPTO a su actual sede tuvo lugar en 1992, cuando nuestro centro encontró por fin un lugar propio en el que había sido convento de Jesús y María, de monjas dominicas, comprado por el Estado en 1984 para convertirlo en archivo. Es decir, que las obras se prolongaron durante ocho años, nada menos. Aquí tenéis uno de los alzados del proyecto original, que luego hubo de ser reformado. Hasta ahora, esta última es la sede en donde más tiempo ha permanecido nuestro centro.

LOS HONORARIOS DE LOS ARTISTAS

El documento que os presentamos la semana pasada sobre la colocación de la primera piedra del edificio de la Universidad de Toledo se encuentra dentro de un conjunto de documentos de esos humildes, que ha existido siempre y que parece que casi podríamos desechar, pero que en realidad nos aportan datos esenciales para entender la vida cotidiana de las personas: las facturas. Hoy vamos a repasar algunas de estas facturas, y así sabremos cuánto cobraban algunos artistas a finales del siglo XVIII.

Empecemos por el propio arquitecto, Ignacio Haan. Se conservan varios recibos de sus honorarios en las diversas fases del proyecto. Este, por ejemplo, es de los 2.020 reales de vellón que cobró en enero de 1797 por dos conceptos: el “replanteo general de dicha obra”, que fueron 1.500 reales, y “520 reales de vellón que ha gastado en el viaje de venida y vuelta”. Por si esto os parece escaso, digamos que conservamos otros ocho recibos similares que, en total, suponen casi 18.000 reales. Recordemos que Haan es considerado uno de los mejores arquitectos españoles del siglo XVIII. Desarrolló casi toda su carrera en Toledo y, además del edificio que nos ocupa hoy, fue responsable del aspecto actual de la Sacristía de la Catedral —especialmente el retablo que alberga “El Expolio” del Greco— y construyó la Puerta Llana de la Catedral o el Hospital del Nuncio. Además, podemos encontrar su trabajo en otras localidades de la provincia: el retablo de la parroquia de La Guardia o las parroquias de Yuncler, Polán o Seseña.

La fachada del edificio se corona con un gran escudo sostenido por dos estatuas. Estas estatuas fueron obra del escultor toledano Mariano Salvatierra, que cobró por ellas 30.000 reales de vellón, especificando que “[las] he ejecutado en piedra de Colmenar de Oreja para la Universidad, las que representan la Fama y las Ciencias, su tamaño cerca de nueve pies castellanos”. Y añade que esto no incluye ni el material “ni atributos y otros gastos menores”. Salvatierra fue quizá el escultor más importante de la ciudad en su tiempo y, además de esta obra, es autor de varias esculturas en la Catedral, entre ellas la Inmaculada que preside la Puerta de los Leones. El escudo, por su parte, fue ejecutado por “Josef Finacer”, que en realidad se llamaba Giuseppe Vinacer, natural de Ortisei —en Bolzano, al norte de Italia— y que realizó también un calvario para la parroquia de San Nicolás o una Santa Catalina para el desaparecido convento de la Merced. Por el escudo para nuestro edificio, incluyendo los materiales y la colocación del escudo en su sitio, cobró 20.000 reales de vellón.

Y no queremos terminar sin mencionar el cuadro de la Purísima Concepción, obra de Francisco Javier Ramos destinada al Salón de Grados del edificio y hoy conservada en el Instituto “El Greco”. Desgraciadamente, no hemos podido conseguir una imagen de este cuadro, aunque podemos dar fe de su calidad. Eso sí, tenemos el recibo de la pintura: 3.300 reales, entregados en octubre de 1799. Otro recibo adjunto nos informa que el marco y su montaje costaron 2.300 reales.

LA PRIMERA PIEDRA DE LA UNIVERSIDAD

Hoy os presentamos la “Relación de lo ocurrido para hacer el nuevo edificio de casa Universidad”. No es un documento demasiado atractivo, a priori. No tiene dibujos ni sellos ni membretes, y solo presenta un texto a línea seguida. Pero aporta algunos detalles curiosos relacionados con uno de los edificios más llamativos de la ciudad de Toledo, el conocido como “Palacio Lorenzana”. Como sabéis, esta enorme construcción neoclásica fue ordenada construir por el arzobispo Francisco de Lorenzana a finales del siglo XVIII para albergar a la Universidad de Toledo. Sus vicisitudes las hemos contado ya en alguna ocasión. Bien, pues nuestro documento nos relata la ceremonia de colocación de la primera piedra.

"Relación de lo ocurrido para hacer el nuevo edificio de casa Universidad"
«Relación de lo ocurrido para hacer el nuevo edificio de casa Universidad»

Veamos lo que nos cuenta. Primero, hace un breve compendio de cómo se iniciaron las obras de esta construcción. Así, lo primero que se hizo fue derribar todas las construcciones que había en el lugar. Fundamentalmente, se trataba de “la casa titulada Inquisición Vieja” y de los inmuebles colindantes. Tres de estos inmuebles también eran propiedad de la Inquisición y tanto ellos como la casa principal fueron donados sin inconveniente. Tengamos en cuenta que el cardenal Lorenzana era también Inquisidor General. El conjunto se completó con otras cinco casas compradas a sus dueños. Todo se derribó en junio de 1795, e inmediatamente se inició la construcción del nuevo edificio. El informante precisa que en ese momento solo se contaba con el dinero propio de la Universidad, 250.000 reales.

Lista del personal administrativo de la Universidad de Toledo en 1796
Lista del personal administrativo de la Universidad de Toledo en 1796

El documento no tiene fecha, pero por su contenido podemos deducir que se escribió entre julio y diciembre de 1796. Tampoco está firmado, aunque desde luego el autor estuvo presente en el acto. Y, finalmente, tampoco sabemos a quién se dirige o por qué se realizó. Desde luego, tiene un inconfundible estilo notarial, y puede recordarse que el secretario de la Universidad en ese momento, Atanasio García, a quien conocimos la semana pasada, era también notario, así que podemos sospechar que fuese él el redactor. Pero no podemos asegurar nada al respecto.

Descripción de la "cápsula del tiempo" dentro de la primera piedra
Descripción de la «cápsula del tiempo» dentro de la primera piedra.

Y así llegamos a la ceremonia de colocación de la primera piedra, que “es la que hace esquina a la plazuela titulada de San Vicente”. Era el 30 de abril de 1796 y el acto fue presidido por Luis María de Borbón, entonces arcediano de Talavera y futuro arzobispo de Toledo, junto con un buen número de personalidades. La piedra no era una piedra cualquiera, sino que “tenía en su superficie labrado un hueco cuadrado en el que metió Su Excelencia una caja de plomo cuadrada, y se contenía dentro de ella monedas de todas clases de nuestro monarca…, una Guía de Forasteros, otra eclesiástica, otra militar, un almanaque, todo con fecha de este año de 1796 [y] una descripción del estado actual de la Universidad”. Es lo que hoy llamaríamos una “cápsula del tiempo”.

Lista de cargos y profesores de la Universidad de Toledo
Lista de cargos y profesores de la Universidad de Toledo

A continuación, el informante copia al pie de la letra esta descripción de la Universidad, que en realidad se limita a enumerar a sus empleados. Empieza por los cargos, a saber: el cancelario y maestrescuela Antonio de la Encina, el vicecancelario José de Lorenzana y el propio arcediano Luis de Borbón, como “decano nato de facultades”. Después se enumeran a los profesores divididos por facultades: 24 en Teología, 11 en Sagrados Cánones, 10 en Leyes (civiles, se entiende) y 8 maestros en Artes, además de solo dos doctores en Medicina. Por último, el personal administrativo, reducido al secretario Atanasio García, y el bedel Vicente Fernández, presbítero. Con este personal funcionaba la Universidad de Toledo hace unos 220 años, cuando se pudo la primera piedra de su flamante edificio. esperamos que hayáis disfrutado del acto.

LOS PRIMEROS CLAUSTROS

Como sabéis, en una institución docente el “claustro” es la reunión de todos los profesores. Hasta el siglo XIX la palabra se utilizaba exclusivamente en las universidades y hoy todavía evoca el origen eclesiástico de estas instituciones. En la actualidad los claustros universitarios han modificado su significado y son los órganos de representación de todos los sectores de la comunidad universitaria, una especie de “parlamento” de cada universidad, pero durante el Antiguo Régimen eran reuniones cerradas, “clausuradas”, donde solo intervenían los doctores y los máximos responsables académicos. Por supuesto, sus reuniones quedaban formalmente reflejadas en los correspondientes libros de actas.

Primer libro de claustros de la Universidad de Toledo (cubierta)
Primer libro de claustros de la Universidad de Toledo

Como ya os hemos contado en alguna ocasión, la Universidad de Toledo se origina en el Colegio de Santa Catalina, fundado en 1485. Durante los primeros años, tuvo que ir afianzando su situación legal y su estructura interna y, así, no encontramos ninguna mención del claustro hasta 1557, más de setenta años después de su puesta en marcha. Aún más: el primer libro de actas del claustro no se inicia hasta 1575. Lo podéis ver en la imagen, con su cubierta de pergamino y sus refuerzos de cuero en el lomo, como era corriente en la época.

Primer acta de claustros de la Universidad de Toledo (1575, detalle)
Primer acta de claustros de la Universidad de Toledo (1575, detalle)

En este momento, el claustro de la Universidad de Toledo era bastante magro. En su primer acta, del 7 de abril, aparecen, en efecto, los que participaron en esa reunión: apenas 16  “doctores de la Facultad de Theología” presididos por el vicecancelario Alonso Velázquez. Además de este último, que era obispo de Osma, podemos destacar la presencia del célebre historiador Francisco de Pisa, del que existe un retrato realizado por El Greco, nada menos. En la reunión siguiente, el 21 de abril fueron 19 asistentes, y en la tercera, el 14 de junio, ya acudieron 24 doctores y 17 “maestros”.

Acta del claustro de 14 de junio de 1575 (detalle)
Acta del claustro de 14 de junio de 1575 (detalle)

El claustro era el lugar donde se debatía prácticamente cualquier asunto. Por no salir de estas tres primeras sesiones, digamos que el primer tema discutido fue una cuestión de procedimiento: la forma en que debían realizarse “los actos y grados de los bachilleres en Theología”. En la sesión siguiente ya empezaron las discusiones, en concreto sobre la presencia en el claustro de un aspirante a doctor, llamado Alonso Ramírez, contra el parecer del “doctor Angulo”. Y no podemos dejar de mencionar que la tercera sesión se dedicó a que “en una de las aulas del dicho Colegio [de Santa Catalina] habían escripto cierto libelo infamatorio y que sería bien que hiciese información y los que se hallasen culpados se castigasen”. Como vemos, el repertorio de asuntos nos resulta muy familiar incluso hoy en día.

Acta de la sesión de 7 de agosto de 1576 (detalle)
Acta de la sesión de 7 de agosto de 1576 (detalle)

Por supuesto, los asuntos económicos importantes también se ventilaban en el claustro. Es interesante el acta de la sesión del 7 de agosto de 1576, cuando se dio cuenta de la finalización de ciertas obras en el Colegio de Santa Catalina y se proponía la forma de pagarlas. El coste era “la cantería a ochenta reales cada pilar uno con otro de entrambos patios” y la carpintería fueron 368 ducados. Tras alguna discusión, se decide que dos tercios del coste lo asuma el Colegio, y el tercio restante “entre el arca de grados y de facultad y el arca de cátedras”. De aquí podemos deducir que el edificio, hoy desaparecido, tenía dos patios, y que la economía del Colegio y de la Universidad (las “arcas” que menciona el documento) estaban separadas, aunque ambas instituciones, como sabemos compartían instalaciones y personal.

EL TOBOSO EN FOTOS

La semana pasada tuvimos el honor de recibir una donación de un conjunto de fotografías para nuestro archivo. Se trata de 59 imágenes del El Toboso fechadas todas en 1979. Su autora, Elena Carvajal García-Pando, nos ha cedido estas imágenes sin ninguna contraprestación aunque ella continúa conservando los positivos originales en papel; al parecer, los negativos se perdieron hace tiempo. En todo caso, las imágenes son muy interesantes y, por supuesto, agradecemos a su autora y propietaria su generosidad. Hay que señalar que esta pequeña colección complementa perfectamente nuestros fondos fotográficos, entre los que no contábamos con ninguna imagen de El Toboso.

El Toboso. Calle Miguel Hernández
El Toboso. Calle Miguel Hernández

Las fotografías fueron tomadas con ocasión de una exposición celebrada en las antiguas Escuelas de la localidad manchega en el año citado. Todas reflejan distintos elementos arquitectónicos en un momento en que la arquitectura toboseña todavía no había sufrido las alteraciones propias del desarrollo urbanístico de finales del siglo pasado. Además de las imágenes en sí, la donación incluye una guía que identifica cada uno de los lugares retratados y aporta algunos detalles históricos o etnográficos, y de ella hemos sacado la mayor parte de nuestros datos.

El Toboso. Pozo de la Cadena
El Toboso. Pozo de la Cadena

Entre los elementos retratados destacamos los pozos, que fueron declarados Bien de Interés Patrimonial en 2016. Del total de ocho pozos conservados, tenemos fotos de tres de ellos: el de la Puerta, el de Arriba y el de la Cadena. Os ofrecemos una imagen de este último, donde se aprecian las marcas de las sogas utilizadas para sacar el agua.

También tenemos varias imágenes de elementos de interés etnográfico, como la reja de una casa de la calle Bancos, que fue zapatería y casino, las tinajas con la marca “Toboso” o una aldaba con forma de pata de caballo.

Pero la mayor parte de las imágenes son de elementos arquitectónicos. Así, la portada de la llamada “Casa de los Perros” (por los que se ven junto a la ventana), las ruinas de la ermita de Santa Ana o la bella perspectiva de la calle Alberto Cerro, con sus casas encaladas.

Y terminamos con dos fotografías de patios, una de ellas de la “Casa de la Memoria” y otra, de una casa en la calle María Zambrano, donde se aprecia el característico empedrado decorativo.

LA CASA DEL MÉDICO

Cuando llegan las vacaciones de verano hay algunos temas recurrentes en las conversaciones y los noticiarios. Uno de ellos es el estado de la sanidad rural. Es cierto que la atención sanitaria en localidades pequeñas tiene mucho margen de mejora, pero también hay que reconocer los esfuerzos de los poderes públicos desde principios del siglo pasado por acercar los médicos a los pueblos pequeños y por dotarlos de medios suficientes. Desde 1930 la sanidad rural se organizó en tres niveles: provincial, comarcal y local. En este último nivel se empezaron a crear “Centros Primarios de Higiene”, que tras la guerra civil fueron sustituidos por las “Casas del Médico y Centros Rurales de Higiene”.

Como sugiere su nombre, se trataba de unir en un mismo edificio la vivienda del médico y el consultorio local. En este ejemplo de Camuñas, el arquitecto Luis Calvo Huedo previó una casa de una sola planta, con un ala para cada función, de modo que comparten entrada pero luego un vestíbulo separa ambas partes.  

Aunque la primera Casa del Médico de España se construyó en Gallur (Zaragoza) en 1946, su extensión planificada no empezó hasta 1951. La Junta de Higiene Rural y Construcción de Casas del Médico de Toledo se constituyó en junio de ese año y enseguida empezó a informarse de la situación en cada ayuntamiento, a los que pedía que colaborasen cediendo el solar y parte de la mano de obra necesaria. Pero las necesidades eran muchas y los recursos escasos, como vemos en el caso de Villamuelas, donde el mismo arquitecto prepara un airoso proyecto casi idéntico al de Camuñas, pero seis años después aún no se habían iniciado las obras, para desesperación del médico allí destinado.

Mas no todo iban a ser fracasos. En muchos pueblos sí se construyó esta instalación, e incluso algunos de los expedientes elaborados al efecto en el Gobierno Civil muestran fotografías de las obras. Estas en concreto corresponden a La Nava de Ricomalillo y Santa Olalla y están fechadas respectivamente en junio y marzo de 1952. Además, se conservan presupuestos y recibos de los contratistas, así como la correspondencia cruzada entre el Gobierno Civil y los ayuntamientos sobre distintos asuntos, en especial dos: los costes del equipamiento o reparaciones necesarias, y si el médico paga renta por la casa o no lo hace. A partir de 1969 una nueva reestructuración administrativa trata de relanzar la construcción de centros sanitarios locales, pero esta vez los ayuntamientos interesados deberán aportar el 25 % del presupuesto de la obra, lo que superaba las posibilidades de muchos de ellos, sobre todo los más pequeños. Con el tiempo, muchas de las casas del médico han mudado su función, bien convirtiéndose en centros de salud (ya sin vivienda), bien destinándose a otros usos.

LA POSADA DE LA HERMANDAD

Hoy dedicamos nuestro post a uno de los edificios más conocidos de la ciudad de Toledo: La Posada de la Hermandad. Como es sabido, la Santa Hermandad fue una institución creada por los Reyes Católicos, sobre la base de diferentes “hermandades” que funcionaron en Castilla al menos desde el siglo XIII, con la misión básica de mantener el orden en los campos y lugares que no contasen con su propia fuerza pública. Entre otros muchos privilegios, contaba con su propio sistema de justicia y su propia cárcel. El edificio que nos ocupa se destinó a sala de justicia y a cárcel de la Hermandad en Toledo. Los reyes borbones reducirían mucho su capacidad de actuación, y finalmente la Santa Hermandad fue suprimida en 1835.

La sede toledana fue desamortizada y vendida a un particular. En 1858 se convirtió en posada y en 1909 obtuvo la categoría de “Monumento arquitectónico”. Tras la guerra civil la propiedad fue repartida y el inmueble entró en mayor decadencia. En 1956 fue expropiada por el Estado, quien lo utilizó de forma intermitente para actividades culturales hasta cederla dos años después al Ayuntamiento, quien instalaría un “Museo de la Santa Hermandad” del que se tienen pocos datos. Las fotografías que os mostramos, de la fachada del edificio y de la Sala Capitular, corresponden a esta época de aproximadamente primera mitad del siglo XX.

En marzo de 1968 se concede permiso al hebraísta norteamericano Don A. Halperin, de la Universidad de Florida en Gainesville, para excavar en la Posada de la Hermandad. Sin duda, esta excavación, financiada por el propio Halperin o por su universidad, está relacionada con su libro sobre las antiguas sinagogas de la Península Ibérica que publicaría un año después. En el archivo del Instituto del Patrimonio Cultural de España se encuentra un proyecto de restauración de esos mismos años, del que fue responsable principal el arquitecto José Manuel González Valcárcel, pero no sabemos si esta restauración y la excavación del profesor norteamericano estuvieron relacionadas. En todo caso, en el permiso de excavación no se alude al “Museo de la Santa Hermandad”, por lo que debemos suponer que había dejado de funcionar. Al parecer, en 1978 el edificio albergaba a una asociación cultural.

El que sí conocemos bien es el proyecto de restauración integral que se aprobó en diciembre de 1980, bajo la dirección del arquitecto Jaime Nadal Uriguen. Los trabajos duraron dos años y, en general, dejaron el edificio tal como lo podemos ver hoy. En el expediente de contratación se alude a que la última restauración se realizó veinte años atrás (en realidad, como hemos visto, fueron solo once años), y el estado general del edificio es calificado de “semi-ruina”. En los planos que os ofrecemos se incluyen anotaciones sobre algunas de las actuaciones principales de este proyecto. Desde este momento, el edificio, cedido de nuevo al Ayuntamiento, ha albergado diferentes proyectos culturales y turísticos. Podéis encontrar más detalles, así como bibliografía, en este post de José García Cano.