Mañana, día 9 de junio, es el Día Internacional de los Archivos. Nosotros lo celebramos con nuestra exposición sobre el 90 aniversario del archivo, que permanecerá hasta septiembre. Pero hoy queremos hacer un homenaje especial a los archiveros que se ocuparon de nuestro centro durante la guerra civil. Además de Francisco de Borja San Román, esta labor correspondió a Isaac Soler Langa y Samuel Ventura Solsona. Su paso por Toledo fue breve, y todo indica que en circunstancias personales bastante complejas, además de las dificultades de la guerra. Pero conservamos de ellos sendas “memorias” en las que exponen su trabajo y que nos permitirán, de paso, conocer algo a sus autores.


La memoria redactada por Soler Langa es en realidad solo una minuta manuscrita que no tiene fecha, aunque junto a él se conserva la copia de un oficio de remisión fechado en noviembre de 1937 que alude, sin duda, a esta memoria y a otra que no hemos conservado. Digamos, ante todo, que Isaac Soler Langa, zaragozano de nacimiento, había pasado por el archivo de la Delegación de Hacienda de Huelva y por la biblioteca de la Universidad de Granada antes de ser destinado al archivo de Hacienda de Toledo en diciembre de 1934. En 1938 obtuvo la plaza de archivero de la Diputación de Zaragoza y diez años después pasaría a la biblioteca de la Universidad de Zaragoza. En su informe, hace hincapié en los destrozos causados por las acciones bélicas en la zona del Hospital de Santa Cruz ocupada por el Archivo, pero también recalca que los protocolos notariales estaban intactos. Incluso nos dice su cifra exacta: 4.742 volúmenes. Por otro lado, en el oficio comunicando la remisión del informe alude a “haber sido arrebatada del pueblo de Illescas, donde se conservaba, la carta dotal de don Miguel de Cervantes y que fue llevada a Madrid”. Como sabemos, esta carta dotal nunca salió de su protocolo original, primero en Esquivias y luego en Illescas, y hoy se conserva en nuestro archivo. Pero es posible que Langa se refiera, sin saberlo, a la copia facsímil realizada en el siglo XIX y cuya historia hemos contado en otro lugar.


La siguiente memoria, mucho más detallada y ya escrita a máquina, sí está fechada, en diciembre de 1938, y firmada por Samuel Ventura Solsona (su retrato lo hemos obtenido del Portal de Archivos Españoles en Red, PARES). Este arqueólogo y archivero castellonense obtuvo su primer destino en 1921 en el Archivo General de Indias, donde permaneció hasta el estallido de la guerra civil, momento en que se trasladó a Castellón de la Plana, colaborando activamente con la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Patrimonio Artístico. No sabemos cuándo ni por qué llegó a Toledo, pero aquí le encontramos en diciembre de 1938 y ya no estaba en julio de 1939. Teniendo en cuenta las fechas y su actuación anterior (Castellón fue ocupada por los franquistas en abril de 1938), y que tras la guerra fue depurado y trasladado forzosamente a Tarragona, es probable que su paso por Toledo fuese una especie de castigo, aunque tampoco hemos encontrado pruebas de ello. Sea como fuere, su informe describe minuciosamente los locales que ocupa el archivo, aludiendo en repetidas ocasiones a un croquis que, por desgracia, no se ha conservado. Pasa más brevemente por la descripción de los protocolos notariales que conserva, pero enseguida nos cuenta sus andanzas por la provincia en busca de más fondos documentales. No podemos detenernos en ello, pero Ventura insiste en la urgencia del traslado de los protocolos de los distritos notariales de Escalona, Torrijos e Illescas.

En julio de 1939 se reincorpora a su plaza Borja San Román. Enseguida, realiza un informe de situación que, como es natural, sustancialmente resume los datos aportados por sus dos predecesores. Junto al informe, conservamos la minuta de su oficio de remisión en el que nos informa de su vuelta a Toledo, celebra la conservación de todos los protocolos pero se lamenta de la pérdida de la documentación administrativa desde el inicio de los trabajos en 1933 hasta julio de 1936. A partir de aquí, se abre una nueva etapa en la historia del AHPTO.