Una copla manchega dice: “Andandillo, andandilllo, se encuentran cosas”. Pues nosotros, a lo largo de 90 años de existencia, también hemos encontrado “cosas”, es decir, objetos que no esperábamos encontrar, entre los documentos que ha ido llegando a nuestro archivo. Algunos de ellos ya los hemos presentado aquí, como el dibujo de un caballero dieciochesco alanceando un toro o el conjunto de documentos de dos logias masónicas de Nueva York. De estos últimos, hay una curiosa foto de sus componentes, todos con sus mandiles rituales sobre los trajes de gala, que podéis ver en nuestra exposición sobre los 90 años del AHPTO.

En esta misma exposición hemos rescatado algunos objetos más. Así, el fragmento de una Cruz de Caravaca de metal, que apareció en agosto de 1994 entre los folios de un protocolo notarial, en concreto el correspondiente a Juan de Soria, notario de Talavera de la Reina, y al año 1621. Agradecemos al investigador D. Mariano Maroto que nos comunicase este hallazgo. Lo consideramos el documento más pequeño del archivo porque mide poco más de un centímetro de altura, aunque propiamente no es un documento.



No menos singular, pero sí más bonito, es el recorte de la silueta de un caballero en pleno galope, con su sombrero y pluma. Es un objeto muy delicado porque está hecho de papel barba tintado y recortado, pero aun así no hemos querido dejarlo atrás en nuestra exposición. Lo cierto es que no estamos seguros de cómo llegó hasta el AHPTO. Hasta donde hemos podido averiguar, apareció junto a una bula de Gregorio XIII, de 1572, que confirma determinadas indulgencias para los que acudiesen a rezar a la capilla del Colegio de San Bernardino, adscrito a la Universidad de Toledo. Pero no podemos saber si su presencia junto a este documento no es más que una casualidad. Por cierto, que en la bula en cuestión encontramos una interesante nota, fechada en 1843, en la que un colegial afirma que la “reformé fielmente… pues apenas se podía leer». De hecho, se aprecian perfectamente en el documento las letras repintadas por este “restaurador” de hace doscientos años.

Entre los fondos que conservamos se encuentran los de las Cámaras Agrarias locales de muchas localidades de nuestra provincia. Son documentos de gran valor para la historia local del siglo XX, en especial para los pequeños pueblos. Bien, pues entre sus competencias estaban algunas relacionadas con la denominada “policía rural”. Así que, entre los documentos correspondientes a la Cámara Agraria de La Torre de Esteban Hambrán apareció la bandolera del guarda rural. Obviamente, no tiene fecha y apenas podemos decir que es de la segunda mitad del siglo pasado.