TENSIÓN EN LA TRANSICIÓN

Cuando la autoridad tiene que recoger pasquines, carteles, folletos u hojas volanderas más o menos amenazantes o subversivas, es síntoma de tiempos revueltos. En otras ocasiones hemos hablado de algunos de estos casos, como Orgaz en 1878 o Puente del Arzobispo y Alcaudete de la Jara en 1976. Ahora volvemos a la Transición para contar el caso del alcalde de Los Navalmorales, que aparece en un expediente del fondo del Gobierno Civil.

Cartel contra el alcalde de Los Navalmorales (1976)
Cartel contra el alcalde de Los Navalmorales (1976)

El 12 de octubre de 1976, en efecto, aparecieron en el pueblo este cartel y otros tres similares. Al día siguiente, el alcalde informa del hecho al Gobernador Civil y también dice que sospecha de “los cabecillas o promotores” de una manifestación celebrada apenas un mes antes. Es evidente que, en vísperas de las fiestas del Cristo de las Maravillas y apenas a un año de la muerte de Franco, el ambiente estaba caldeado.

Hay que tener en cuenta que el referéndum para aprobar la Ley de Reforma Política estaba previsto para diciembre de ese mismo año, y probablemente las protestas de carácter local deban interpretarse dentro de un ambiente de nerviosismo generalizado por los cambios que se avecinaban. El propio cartel alude a que el alcalde no ha sido elegido por los vecinos: las primeras elecciones municipales libres no se celebrarán hasta 1979. En todo caso, no se trataba de un hecho aislado, sino que la tensión ya era patente algunos días antes. En efecto, en el pleno municipal del 4 de octubre de ese mismo año se había cesado a un concejal por faltar repetidamente a los plenos municipales: nada menos que once faltas en un año. Cinco días después, el alcalde informa de forma un tanto confusa al Gobernador Civil de las disputas entre él y varios concejales, incluyendo el ausente, cuyo cese será confirmado enseguida, y aprovecha para pedir que se acepte su dimisión. Una nota manuscrita fechada el día 13 nos dice que al alcalde se le concedió permiso de un mes, seguramente para su tranquilidad y para calmar los ánimos del pueblo.

Parece que efectivamente las aguas volvieron a su cauce. Todavía el día 19 de octubre el alcalde se queja de que su dimisión aún no ha sido aceptada, y alega no estar en condiciones de ejercer el cargo. Hay que reconocer que estaba sometido a bastante tensión. Sin duda, el Gobernador acabó accediendo, porque los documentos posteriores del expediente ya corresponden a los trámites entonces necesarios para nombrar un nuevo alcalde. Finalmente, sabemos por este artículo de Javier Gallardo que el pueblo acabó teniendo un alcalde interino al menos hasta octubre de 1977.

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