Cada 3 de mayo se celebra a nivel mundial el día de la libertad de prensa, hoy traemos a escena documentos de nuestro archivo sobre la confiscación y retirada de algunos ejemplares del diario Madrid y de la revista de humor gráfico La Codorniz, cuando no existía tal libertad de prensa en la época franquista.
Los hechos tuvieron lugar en distintos momentos, el primero en 1956, cuando en la comisaría de Policía de Toledo, se recibió un oficio del Juez Decano de Instrucción de Madrid, para retirar de la venta los ejemplares del 18 de noviembre, del número 783, de la revista La Codorniz. Los agentes de policía se personaron en el centro de periódicos de Toledo, propiedad de Antonio Pareja Braojos, para retirar los 12 ejemplares que quedaban, pues ya habían sido vendidos otros 16. Según el telegrama recibido para parar su venta, la causa fue la publicación de un dibujo titulado “He aquí nuestra cortísima historieta titulada el billetito”, del que no hemos podido encontrar imágenes.


Esta revista de humor gráfico que se publicó en España entre 1941 y 1978, era dirigida en ese momento por Álvaro de Laiglesia y se autoproclamaba como “la revista más audaz para el lector más inteligente” y posteriormente también como “decana de la prensa humorística”. Durante su periodo de existencia tuvo problemas con la censura en reiteradas ocasiones, puesto que la Ley de prensa de 1938, no dejaba mucho margen a la libertad de expresión, que promulgada en plena Guerra Civil, consideraba a la prensa como vehículo transmisor de los valores oficiales del régimen para el adoctrinamiento político.
En cuanto al secuestro del número 9054 del diario Madrid de 30 de mayo de 1968, fue bastante más sonado. Entre las diligencias que se llevaron a cabo, se confiscaron 28 ejemplares también del centro de periódicos de Antonio Pareja, quedando estos a disposición de los Delegados Provinciales de Información y Turismo, ministerio que había ordenado el secuestro. Asimismo, desde la comisaría de Policía de Talavera se remitieron 40 ejemplares del mismo que, en este caso, no llegaron a ser recibidos en la librería Herranz del Camino, que era su destino. Un funcionario de policía los recibió en la estación de autobuses, donde se esperaba su llegada, puesto que viajaban en autobús con la empresa La Sepulvedana, y allí mismo fueron requisados.

En total se destruyeron 68 ejemplares en la provincia. El secuestro administrativo estaba previsto en la vigente Ley de Prensa e Imprenta de 1966, disposición que había suavizado las medidas respecto a la de 1938, aunque preveía sanciones para quien publicase en contra del ordenamiento jurídico franquista y los principios fundamentales del Movimiento. El secuestro fue ordenado por el entonces ministro Manuel Fraga, y además lo suspendió durante cuatro meses. La sanción a este periódico fue la más dura prevista en la ley, que en principio preveía dos meses de suspensión, pero que se sumaron un total de cuatro meses por otro artículo anterior.

La causa fue el artículo titulado: “Retirarse a tiempo: No al general De Gaulle”, que firmaba Rafael Calvo Serer. Expresaba en su texto, que es incompatible un gobierno personal o autoritario con las estructuras de la sociedad industrial, y con la mentalidad democrática de la época en el contexto del mundo libre, lo que suponía un claro ataque y cuestionamiento del régimen en España. En Francia los acontecimientos apuntaban a las protestas contra el general De Gaulle, recordemos el movimiento de “Mayo del 68”, la acción de estudiantes, sindicatos e izquierda contra el general, así como otras manifestaciones en Europa. Esto le lleva a expresar que España mantiene una semejanza de situaciones políticas y sociales con el país vecino. El artículo fue lo suficientemente explosivo para los oídos del régimen y derivó en las medidas de suspensión. En el siguiente enlace podemos acceder al texto completo del artículo causante, con interesantes testimonios al respecto:
Según declaraciones de Antonio García Trevijano, apoderado del diario Madrid en 1968, este artículo tenía como finalidad, provocar el cierre del diario debido a su estado de quiebra inminente. De este modo, no habría quiebra y el desprestigio sería para el régimen. Sin embargo, no surtió el efecto deseado en el Gobierno, sino que provocó la suspensión del periódico. Este intento de cierre político para poder cobrar la indemnización es una versión algo débil, puesto que el diario Madrid siguió saliendo a la calle durante unos años más. Otras opiniones apuestan a que la intención con este artículo era dejar clara, por parte del periódico, su posición anti-franquista, y hacer notar al régimen que existía una oposición democrática. Al margen de las causas, hay que reconocer que “No al general De Gaulle” obtuvo lo que pretendía, la provocación.