DE TOLEDO A GUATEMALA

Este espectacular escudo de armas apareció en medio del protocolo del notario de Toledo Eugenio Sotelo de Ribera del año 1605. Ya sabéis que este tipo de dibujos no son muy habituales entre los protocolos notariales, que son una fuente de información excepcional pero poco dados a alegrías estéticas. Ya hace algún tiempo os dimos noticia de otro caso similar. Aquí se trata de las armas de Francisco de Jerez Serrano, vecino de Santiago de los Caballeros de Guatemala —actual Antigua Guatemala—, y el escudo forma parte de la información sobre su limpieza de sangre. Desde luego, el dibujo en sí merece la pena pero, como solemos hacer, nos hemos fijado en algunos detalles aparentemente sin importancia pero que creemos reflejan las costumbres e ideas del momento.

Detrás del dibujo encontramos, en primer lugar, el poder que Francisco da a Francisco Pérez de Porras y a María de Ayllón de Bárcena “mi madre”, vecinos de Sevilla, para que pidan las informaciones sobre su limpieza de sangre. Lo hace ante el escribano Alonso Rodríguez el 14 de noviembre de 1603. El documento tardaría algunos meses en llegar a Sevilla, donde casi un año después, en octubre de 1604, Francisco Pérez delega su poder en un notario de Valladolid llamado Felipe Gutiérrez. Este será el que lleve el asunto y, buscando a las personas que pudieran haber conocido a los padres y abuelos de nuestro guatemalteco, se presentó en Toledo el 20 de diciembre y pidió permiso a uno de los alcaldes ordinarios de la ciudad para interrogar en su presencia y en la del notario a los testigos necesarios. Así se hizo y se presentaron hasta catorce testigos, lo que indica que la familia de Francisco de Jerez debió haber vivido bastante tiempo en nuestra ciudad. Los interrogatorios duraron desde el 23 de diciembre de 1604 hasta el 12 de enero de 1605,  aunque se respetaron los días de Navidad. Gracias a ellos nos enteramos de que el interesado es hijo de Francisco de Jerez Serrano, difunto, y de María de Ayllón Bárcena, quien a su vez es hija de Mateo Sánchez de Bárcena, quien “fue montañés, natural del espinosa de los Monteros” y Constanza de Ayllón. Por su parte, Francisco (padre) es hijo de Pedro Serrano y Luisa de Jerez.

El interrogatorio es, desde luego, un estándar para estos casos. Pero precisamente por ello revela la mentalidad del momento y del lugar, en muchas cosas muy diferente de la nuestra. Así, se pregunta si conocen al interesado, a sus padres y a sus abuelos, y si todos ellos fueron casados canónicamente, hicieron vida marital y tuvieron hijos. Además, se pregunta “si son cristianos viejos limpios de toda traza, sin mácula de moros ni judíos, los cuales ninguno de ellos [los parientes] no fueron ni han sido penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición, ni son ni fueron de los nuevamente convertidos a nuestra santa fe católica, y han sido limpios y de limpia generación y casta, sin haber habido ni haber cosa en contrario”.

En el Archivo General de Indias se conservan varios documentos referidos a nuestro Francisco de Jerez, por los que sabemos que poseía una encomienda, había casado con descendiente de primeros pobladores, fue regidor de su ciudad, mayordomo de su catedral, procurador síndico general, y cobrador y administrador de diezmos. Debió morir hacia 1642. En suma, todo un personaje de la vida centroamericana de principios del siglo XVII.