Esta semana celebramos la Semana Internacional de los Archivos, y con este motivo queremos presentaros un interesante documento que refleja la situación de los archivos de nuestra provincia en 1928, excepto los que ya estaban servidos por archiveros del Estado. Se trata de un informe exhaustivo realizado por Francisco de Borja San Román Fernández e Ignacio Calvo Sánchez y terminado el 20 de diciembre de ese año. El informe forma parte de un proyecto impulsado por la Junta Facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos desde 1922. Los informes originales de todas las provincias se conservan hoy en el Archivo Histórico Nacional, pero nosotros tenemos una copia del correspondiente a Toledo.
El informe se divide en dos partes, una para la ciudad de Toledo y otra para la provincia, con una introducción general y otra específica para la provincia. No podemos entrar aquí en los detalles de cada archivo visitado, así que solo repasaremos algunos de los comentarios generales que hacen nuestros dos ilustres colegas. No obstante, ellos mismos advierten que no solo reflejan lo que hay en los archivos, sino también los documentos que alguna vez estuvieron en ellos y ahora (en 1928) se encuentran en otros archivos. En la introducción general llaman la atención sobre “archivos antiguos que fueron riquísimos” y que aparecen casi vacíos, lamentándose de que no haya referencias al destino actual de los documentos (algo que ellos intentan paliar) y, expresivamente, dicen que “la escueta nota ‘Han desaparecido’ es impropia de los amantes de la cultura”. Mencionan el caso del archivo del monasterio de San Clemente, aunque en el cuerpo del informe solo aluden de forma general a todos los “monasterios religiosos”. En fin, abogan por la creación de dos archivos generales provinciales, uno eclesiástico y otro civil; al aludir a este último, es evidente que San Román ya tenía en mente los detalles de la creación del AHPTO tres años después.
En cuanto a la provincia, aunque se quejan de que solo 18 pueblos de casi 200 municipios tienen un archivo apreciable, también reconocen que han dedicado la mayor parte de su tiempo a la capital y apenas dos semanas al resto de la provincia, visitando solo las cabezas de partido. En general, aprecian una falta considerable de documentación que los responsables municipales suelen achacar a la guerra de la Independencia —hoy se hace lo mismo respecto de la guerra civil— pero que, según los autores, es más bien fruto de la incuria. Tanto los archivos notariales como los judiciales llaman su atención como base del futuro AHPTO, como efectivamente así ocurrió.

Finalmente, diremos algo sobre los autores. Francisco de Borja San Román (Toledo, 1887-1942) fue una de las figuras más importantes de la intelectualidad toledana de la primera mitad del siglo XX. Director del Instituto de Segunda Enseñanza, lo fue también del Museo de Santa Cruz, de la Biblioteca provincial y fue el primer director del AHPTO. Por su parte, Ignacio Calvo (Horche, Guadalajara, 1864 – Madrid, 1930) fue un no menos ilustre sacerdote arqueólogo, arabista y numismático, muy vinculado al Museo Arqueológico Nacional. Se hizo famoso, sin embargo, por su traducción parcial del Quijote al latín macarrónico publicada en 1905.