El actual Museo de Santa Cruz es uno de los más importantes museos de España y, desde luego, de nuestra provincia. Como es sabido, toma su nombre del edificio que lo alberga, una joya del arte renacentista construido a principios del siglo XVI por Antón y Enrique Egas, con la intervención, entre otros, de Alonso de Covarrubias. La edificación se realizó siguiendo el deseo de Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo y cardenal de España, quien dejó estipulado en su testamento que se construyese un hospital para pobres bajo la advocación de la Santa Cruz utilizando para ello determinadas casas propiedad de la Catedral, aunque sus albaceas testamentarios cambiaron la ubicación por el que había sido monasterio de San Pedro de las Dueñas, de monjas benedictinas. Don Pedro murió en enero de 1495 y los historiadores fijan el inicio de las obras entre 1501 y 1504.

El grueso de la documentación del Hospital se encuentra actualmente en el Archivo de la Diputación Provincial, pero nosotros tenemos un “legaxo 2” que debió ingresar en el Archivo entre 1972 y 1975 y cuya procedencia concreta desconocemos. El conjunto consta de 22 documentos que suponen un total de 226 hojas, y presenta hasta cuatro signaturas diferentes. La portada reseña cuidadosamente estos documentos, de manera que podemos asegurar que el legajo está completo, aunque, evidentemente, separado de su contexto original.

Los documentos más antiguos se remontan a la época de la fundación del Hospital. En concreto, tenemos un poder de 1498 que conserva intacto su sello de placa del Cabildo de la Catedral, sello que representa la imposición de la casulla a San Ildefonso por parte de la Virgen María; además, el documento muestra una inicial decorada y un llamativo signo del notario apostólico que lo refrenda.

Os presentamos también un documento de 1505 con algunos detalles interesantes. Se cuenta, en efecto, que las monjas del monasterio de la Concepción, hoy conocido como “Concepción Francisca”, habían ocupado el antiguo monasterio de San Pedro de las Dueñas, abandonado poco antes por sus antiguas ocupantes benedictinas. Las concepcionistas se lo regalaron a la reina Isabel, quien a su vez lo traspasó al Hospital “para faser e fundar e hedificar el dicho Ospital de Santa Cruz. E en compensaçión dello, Su Alteza mandó tomar de los bienes del dicho Ospital un quento de maravedíes, e vos fue dado el monasterio de Sant Françisco desta dicha çibdat de Toledo a donde estoviéredes”. Todo ello para camuflar lo que no era más que una simple compraventa: el edificio del antiguo convento benedictino a cambio de otro convento cercano, el de San Francisco, y un “quento” —un millón— de maravedíes.

Las relaciones entre el Hospital y su convento vecino fueron siempre algo tensas. De hecho, la mitad de este legajo lo ocupa un largo pleito sobre una pared medianera, iniciado en 1590 y terminado en 1601. Pero, con todo, el Hospital funcionó como tal hasta su desamortización en 1845, cuando se convirtió en Colegio de Infantería. Después fue abandonado y estuvo muchos años en un estado lamentable, pese a ser declarado Monumento Nacional en 1902. En 1919 se dispuso habilitarlo para Museo Provincial, pero esta idea no fue realidad hasta 1935. Para entonces hacía ya un par de años que se había instalado allí también el Archivo Histórico Provincial; ambas instituciones, junto con la Biblioteca Provincial, compartían edificio, director y personal.