EL GRECO: TRES FIRMAS, UNA VIDA

El Greco es, sin duda, una de las estrellas de nuestro Archivo. Quizá el AHPTO sea el lugar donde se acumulen mayor número de documentos relacionados directamente con el pintor candiota. En 2016 nuestros compañeros Mª Eugenia Alguacil y Carlos Mas pusieron al día el catálogo de estos documentos y registraron nada menos que 170. Muchos de ellos habían sido reseñados o publicados hace ya mucho tiempo por Francisco de Borja San Román, quien, entre otras cosas, fuera primer director de nuestro centro, pero otros han sido descubiertos por otros investigadores o por los propios archiveros. De ellos, 51 incluyen la firma autógrafa del artista.  Ésta acumulación es natural si consideramos que El Greco no tenía un mecenas que le mantuviese y, por tanto, sus trabajos se regulaban por contratos o acuerdos que, en general, se sancionaban ante un notario. De este modo, la gran mayoría de estos documentos proceden de los protocolos de los notarios de Toledo, aunque también podemos encontrar alguno procedente del archivo de la institución contratante, como el relativo al “San Bernardino” que pintó para el Colegio del mismo nombre y del que ya os hablamos hace algún tiempo.

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Dominico Theotocópuli —su nombre suele escribir de diversas formas— llegó a Toledo en 1577 para realizar el retablo de la iglesia del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, y se quedó a vivir aquí. Precisamente un documento relativo a ese mismo contrato es el primero que conservamos relacionado con él, pero el primero con su firma es del año siguiente, cuando declara haber recibido 140.000 maravedís del “maestro de cámara” del rey, llamado Juan de Salinas. Es posible que se trate de la indemnización con la que Felipe II compensó al joven artista por la ejecución del cuadro “El martirio de San Mauricio y la legión tebana”, que hoy se encuentra en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial y que, como es sabido, no llegó a satisfacer del todo al rey, al menos no tanto como para incluirlo en la nómina de sus pintores de corte. Así que nuestro artista recaló en Toledo un tanto frustrado pero con un nuevo contrato y una sustanciosa indemnización real. Por lo demás, como podéis ver, la tinta de la firma está un tanto desvaída y, en general, el documento se encuentra en bastante mal estado de conservación, en espera de ser restaurado.

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Dieciocho años después Dominico estaba ya plenamente asentado en la ciudad, donde todo el mundo le conocía como “el Griego” o “el Greco”. Así aparece con mucha frecuencia en los propios documentos, a veces obviando incluso su apellido. Con decir que se trataba de “Dominico, pintor” o “Dominico, griego” era suficiente para identificarlo sin duda. Incluso, como vemos en esta segunda imagen, él mismo a veces dudaba a la hora de firmar. Se trata de una carta de poder que el pintor otorga en favor de su criado y discípulo de confianza, Francisco Preboste, para que vaya a Madrid y gestione los asuntos relacionados con el retablo del colegio de doña María de Aragón, es decir, el colegio asociado al convento de la Encarnación que se levantaba donde hoy está el palacio del Senado. Como vemos, nuestro hombre, escribe la palabra “griego”, pero inmediatamente rectifica y escribe primero su apellido y después el patronímico por el que era conocido.

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La última imagen tiene algo de emocionante. Se trata de su firma en el poder que otorga a su hijo Jorge Manuel para que haga testamento en su nombre, en la que probablemente sea la última vez que escribió algo. Estamos en marzo de 1614 y es evidente que nuestro artista apenas puede sostener la pluma. Tenía 72 años y moriría siete días después.

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