La procesión de Cristo Redentor y el orden público

Hoy el fondo documental que nos va a servir para introducir la Semana Santa toledana es el procedente de la Comisaria de Policía de Toledo, dependiente del Gobierno Civil hasta 1984. Para saber más acerca de su dependencia orgánica, el Censo Guía de Archivos de España e Iberoamérica contiene la historia institucional y la legislación reguladora de la Comisaría de Toledo http://censoarchivos.mcu.es/CensoGuia/fondoDetailSession.htm?id=634350

Entre otras funciones encomendadas a la policía, le compete salvaguardar el orden y la seguridad pública. Durante la etapa del franquismo, en Semana Santa se suspendían a partir de la tarde del miércoles todos los espectáculos: “incluso cabarets y similares, sin más excepción que algún concierto sacro y otros actos de índole análoga”. Así lo constatan una serie de oficios dirigidos por el Gobernador Civil al Comisario Jefe de la Policía, en los que comunican a éste, la orden procedente del Ministro de la Gobernación, por la que quedaría en suspenso cualquier celebración, desde las doce de la noche del miércoles al mediodía del sábado.

Dentro del mismo expediente, otros oficios intercambiados entre el Gobernador Civil y el Comisario Jefe, dan cuenta de la celebración de varias procesiones autorizadas en Toledo en aquella primavera de 1947: la de Nuestra Señora de la Soledad, el Viernes de Dolores; la de los Caballeros Penitentes de Cristo Redentor, el miércoles o la del Santísimo Cristo de la Expiración el Viernes Santo.

Respecto a la procesión de Cristo Redentor, una nueva orden del Gobernador, encarga al Comisario Jefe del Cuerpo de Policía, que disponga un servicio de vigilancia en el itinerario que ha de seguir la procesión de la Hermandad de Cabaleros Penitentes de Cristo Redentor, que saldría a las once y media de la noche del convento de Religiosas de Santo Domingo el Real, por aquel entonces, 2 de abril de ese año. Por último, los agentes informaron al día siguiente que durante el servicio efectuado esa noche no hubo novedad y la procesión anunciada se celebró sin incidentes: “la población observó tranquilidad, cerrando los establecimientos a la hora reglamentaria”.

Fue esta la primera vez que procesionó el Cristo Redentor, acompañado de su Capítulo de Caballeros Penitentes cuya hermandad estaba recién fundada, de hecho sus estatutos no fueron aprobados hasta un año después, en 1948. La fundación de esta hermandad se debió a Tomás Martín Ruíz y Cruz Loaysa, quienes localizaron en el Monasterio de Santo Domingo el Real, una escultura tallada en madera policromada que representaba a Cristo con la cruz a cuestas, y que había permanecido instalada en una hornacina del coro ocupando un lugar discreto.

La imagen de Cristo es una talla que fue donada al monasterio por el canónigo Antonio López Osorio en 1859, y que era expuesta en la iglesia, en el lado del Evangelio, el Jueves Santo. Esta talla escultórica del siglo XVIII es de autoría anónima, ha sido restaurada desde entonces en dos ocasiones. De ella conservamos algunas fotografías en nuestra colección Rodríguez, en una de ellas, la imagen luce una túnica y en otra aparece al descubierto, lo que no es habitual para quienes sólo la han contemplado en su recorrido procesional.  Desde el año 2013 la imagen fue cedida al Capítulo de Caballeros por las religiosas dominicas. Para ahondar en más conocimientos sobre la imagen, la procesión y la hermandad, su web contiene detallada información histórica que merece ser consultada, basada en la obra de J. J. Peñalosa: Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor. Síntesis histórica. http://cristoredentortoledo.org/

La procesión que realiza su recorrido en vía crucis, queda realzada por el entorno arquitectónico que añaden las calles de Toledo y refuerza su solemnidad. La caracteriza el silencio, no lleva acompañamiento musical alguno, únicamente se entona el canto del “Miserere Mei, Deus”, musicalización del salmo 51 o salmo de David del Antiguo Testamento, que añade recogimiento al que ya es habitual en las procesiones de Semana Santa. Este canto a la piedad divina para que limpie al hombre de pecado, le confiere un marcado ambiente espiritual creado por la entonación del salmo por un coro de voces masculinas. De este modo el capítulo de caballeros conduce a la imagen del Cristo Redentor por las calles, encabezada por la cruz de guía procesional y por los redobles de un único tambor. El hábito de los penitentes de túnica blanca y capucha negra, puede apreciarse en otra de nuestras fotografías de los años 60 del pasado siglo.

El recorrido procesional presenta en la salida de la iglesia del Monasterio de Santo Domingo el Real, momentos de especial intensidad, por el marco en el que está situado con apertura a la plaza del mismo nombre. La imagen asciende y aparece bajo el singular pórtico escalonado,  edificado conforme al lenguaje renacentista de los órdenes clásicos, -composición arquitectónica de formas depuradas y líneas netas-, posiblemente levantado antes que el templo, que data en torno a 1575. El monasterio está habitado por las madres dominicas que viven bajo clausura desde su fundación en 1364. Ubicado en la zona de los cobertizos y rodeado por otros monasterios y conventos de distintas órdenes regulares, es un foco de la vida espiritual de Toledo. Estos remansos de paz que son los monasterios de clausura y que afortunadamente aún perviven en nuestra ciudad, es preciso mantenerlos y valorarlos como esencia del pasado pero con proyección de futuro.

 

 

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