Tradicionalmente, el tiempo de Cuaresma es un tiempo de penitencia y austeridad antes de la Pascua de Resurrección. Por eso, la Iglesia ordenaba, entre otras cosas, abstenerse de comer carne los viernes de esta época del año. Este precepto sigue siendo muy conocido, pero no lo es tanto que, durante mucho tiempo, también se prohibía comer carne los sábados en general. El presbítero José Ortiz Cantero, en su “Directorio catequístico” de 1766 dice que este precepto se introdujo en España nada menos que en tiempos del rey Fruela, pero que había caído en desuso y en 1745 fue derogado ya formalmente para toda Castilla. Diferentes sínodos regionales del siglo XVI y XVII insisten en su cumplimiento, señal de que este era más bien relajado. Pero esto no significa que las autoridades eclesiásticas no lo tomasen en serio, como muestra el documento que presentamos hoy.
Se trata de un expediente que incluye copias auténticas de dos documentos de 1641 con los que se termina un pleito entre el fiscal del Arzobispado y el concejo de San Martín de Pusa sobre que los vecinos de este lugar comen pescuezo de reses en sábado, contraviniendo la norma canónica. Los documentos en cuestión son la carta ejecutoria y la carta librada (es decir, el documento que ordena que se cumpla la sentencia y el que copia la misma sentencia), ambos firmados por el que ejerció de juez en el pleito, el Vicario e Inquisidor General de la diócesis, Andrés Fernández de Hipenza. Por cierto que este Hipenza sería poco después nombrado obispo de Yucatán, en México, cargo que no llegó a ejercer más que unos días en octubre de 1643 antes de morir.
Pero procedamos con orden. Ya en noviembre de 1613 el vicario de Talavera había amonestado a los sanmartileños por este mismo motivo. Pero, como denuncia el fiscal, “sin embargo los susodichos proceden y continúan en comer los pescueços de carneros, bacas y demás reses que se matan para el abasto de la dicha villa”, por lo que pide se haga investigación. El Vicario General comisiona para ello al presbítero Pablo de Castropérez, receptor de la audiencia arzobispal, quien, después de una breve pesquisa, cita a los dos regidores de la villa y al “contador en la carnicería” para que acudan al juicio. Los representantes municipales reconocen entonces abiertamente la situación: en el pueblo se venden y se comen los pescuezos de los animales los sábados “por ser como era lugar muy desacomodado, que no ay qué comer ni alcançan pescados, y esto era de muchos años a esta parte”. La referencia a los pescados se entiende porque este alimento solía ser el sustituto habitual de la carne en los días de abstinencia. El fiscal insiste en el desacato que han cometido respecto de la sentencia de 1613, pero los regidores se defienden alegando que en esos casi treinta años “sin contradiçíón alguna se han comido los dichos pescueços”, e insistiendo en que lo hacen “por ser la villa de más de doscientos vecinos y no haber otro sustento que poderles dar”.
Fernández de Hipenza dictó sentencia el 6 de junio de 1641, absolviendo por completo al concejo de San Martín, en atención a su costumbre inmemorial. Aunque el fiscal protesta de apelar a Roma, en realidad no llegó a hacerlo y, pasados los plazos legales, se expidieron tanto la ejecutoria como la “carta inserta” con la copia literal de la sentencia. Y los vecinos del señorío de Valdepusa pudieron seguir comiendo su carne de pescuezo en santa paz.