Para muchos mexicanos y americanos en general, la Virgen de Guadalupe es parte de su identidad cultural. Se trata de una imagen anónima del siglo XVI, pintada sobre tela, que representa a la Virgen María, glorificada y con evidentes rasgos indígenas. Según la tradición, la imagen apareció de forma milagrosa en el “ayate” —tela para transportar aperos— del indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, después de que la Virgen se le apareciera en varias ocasiones en 1531. Juan Diego murió en olor de santidad, aunque su canonización oficial no llegaría hasta 2002. Las apariciones tuvieron lugar en el cerro del Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México, y allí se construyó un santuario que hoy es uno de los lugares de peregrinación más importantes de la Iglesia Católica, que ha declarado a la imagen patrona de México y de toda América Latina.
Según el relato tradicional, el nombre de “Guadalupe” fue propuesto por la propia Virgen. En todo caso, procede de otro monasterio, el situado en la localidad del mismo nombre en la provincia de Cáceres, en España. Este monasterio y sus priores jugaron un papel decisivo en el impulso y la financiación de los viajes de Colón, motivo por el que el descubridor bautizó como «Guadalupe» a una de las primeras islas que encontró, y el nombre pronto se popularizó entre los primeros conquistadores. Si continuamos atendiendo a las tradiciones, el monasterio cacereño tuvo su origen en una ermita levantada hacia 1330 por un pastor en el lugar donde se le había aparecido la Virgen. El rey Alfonso XI tomó la ermita bajo su protección y la convirtió en un “priorato secular” bajo patronato real lo que, entre otras cosas, implicó la independencia de la puebla asociada al templo. En 1389 se convirtió en monasterio de la orden jerónima. Tras la desamortización del siglo XIX, el monasterio fue suprimido y convertido en simple parroquia hasta que en 1908 se le devolvió su categoría monástica, aunque ahora encomendada a la orden franciscana. En cuanto a la imagen está fechada en los años finales del siglo XII, y ha sido declarada patrona de Extremadura. El maravilloso conjunto monástico es patrimonio de la Humanidad desde 1993.
Bien, pues como muchos de vosotros sabéis, este monasterio extremeño está bajo la autoridad eclesiástica del arzobispo de Toledo. Hay que tener en cuenta que el territorio de este arzobispado se origina durante las conquistas cristianas de la Plena Edad Media y fue muchísimo más amplio que el actual, abarcando la práctica totalidad de las actuales provincias de Madrid y Ciudad Real e importantes enclaves en Jaén, Soria o Badajoz, entre otras. Desde el siglo XIX el actual arzobispado toledano fue perdiendo territorios y ajustándose a los límites de la actual provincia. El caso de Guadalupe queda todavía como resto de la situación anterior, pero su especial situación histórica y simbólica hace que su paso a la diócesis de Coria-Cáceres se haya convertido incluso en una cuestión de debate político.
Aquí os dejamos algunas fotografías de la localidad, procedentes del fondo fotográfico de la casa “Rodriguez”. No tienen fecha, pero pueden datarse en el primer tercio del siglo XX, y quizá se hicieron específicamente con vistas a su venta posterior, a modo de recuerdo para turistas o curiosos.