Para nuestro último post del año no nos hemos resistido a buscar una imagen de Toledo nevado, algo que, desgraciadamente, cada vez es menos frecuente. En este caso se trata de una fotografía de la iglesia de San Lucas y el Jardín de los Doctrinos, que posiblemente haya que fechar en el primer tercio del siglo XX. Antes de hablaros de esta iglesia y de la leyenda que se le asocia, permitidnos algunas palabras sobre la propia fotografía.
La imagen procede del inagotable fondo “Rodríguez”. Se trata de un positivo realizado a mediados de los años 80 del pasado siglo, a partir de un negativo estereoscópico sobre placa de cristal, que también conservamos. Como podéis comprobar, no tiene gran calidad técnica, pero algunos de sus defectos pueden explicarse, quizá, por lo que sabemos de su manipulación. Tras la compra del fondo por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en 1984, y hasta que llegaron al AHPTO diez años después, las fotografías pasaron por múltiples avatares. Entre ellos se incluye la entrega a la Academia de Infantería de un grupo de negativos para que los alumnos hicieran prácticas de revelado. El resultado fueron varios álbumes de positivos que facilitan el uso de las imágenes, pero también el desorden y el deterioro de los negativos originales. Quizá este sea el origen de algunos de los defectos de esta imagen, que no se aprecian en la placa original. Pero es que, además, esta placa estereoscópica ha sido partida por la mitad para dejar solo una de las dos imágenes. No entraremos a valorar estas actuaciones.
Vayamos, pues, con nuestra iglesia. San Lucas es una construcción originaria del siglo XII, aunque hay referencias muy anteriores. De hecho, es una de las parroquias mozárabes de Toledo, es decir, uno de los lugares de culto de las comunidades cristianas toleradas durante el período de dominación musulmana de la ciudad, entre los siglos VIII y XI. Pero, como decimos, la construcción actual es posterior, en estilo mudéjar. No deja de resultar significativa una iglesia utilizada por cristianos bajo dominio musulmán que ha sido reconstruida según la tradición musulmana bajo dominio cristiano. Por cierto, que parece que los últimos obispos mozárabes de la ciudad se enterraron en el pequeño recinto que se aprecia junto al templo, que fue cementerio parroquial y que hoy conocemos como Jardín de los Doctrinos.
La iglesia fue reformada en el siglo XVII para albergar la capilla de la Virgen de la Esperanza, relacionada con una de las más sabrosas leyendas de la ciudad.
Se cuenta que, tras la conquista cristiana, los parroquianos de San Lucas, agradecidos, ofrecieron a la Virgen de la Esperanza una salve cada sábado. La costumbre se mantuvo hasta que, a finales del siglo XV, el encargado de mantenerla pensó que había mejores formas de gastar su tiempo, y abandonó la tradición. Pero pronto corrieron rumores de que todos los sábados, estando el templo cerrado, salían de él voces angelicales cantando la oración que su mantenedor había olvidado. Don Diego, que así se llamaba el impío caballero, se decidió a acabar con estas fantasías y, acompañado de numerosas personas, irrumpió un sábado en el templo. Allí, en lugar de los ladrones que esperaba encontrar, vio a varios ángeles cantando la Salve ante la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. Naturalmente, Don Diego cambió su vida y se dedicó desde entonces a promover esta oración, siendo conocido como Don Diego de la Salve. Claro que las versiones más antiguas de esta historia nos cuentan que el tal Don Diego simplemente fue un piadoso toledano que reanimó el canto sabatino de la Salve, un tanto decaído por el paso del tiempo. Nada nos impide recordar la bonita leyenda sin olvidar la prosaica realidad.
Nos dicen nuestros amigos Alicia Arellano y Adolfo de Mingo que el edificio adosado no es el Jardín de los Doctrinos, sino la casa y el huerto del santero, que se derribó en el siglo pasado. Pues agradecemos esta rectificación, como todas las que nos hagáis.
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