A las siete de la mañana del 4 de septiembre de 1798, el regidor de Talavera Pedro de Alcántara Aceituno Cortés, al acudir “a la reja de gobierno” como era su obligación, “advirtió una moción general en el ánimo de las gentes, que exclamaban que se les diese pan, expresándose resentidos del gobierno”. El regidor, que además era responsable del pósito municipal, preguntó el motivo del alboroto, y “halló ser justa su queja, porque a las cinco y media de la mañana se había concluido lo poco que habían puesto los tahoneros, quedándose las dos partes del pueblo sin bocado para sus familias”. Púsose de inmediato a indagar los motivos del desabastecimiento, y encontró que los tahoneros Antonio Jiménez, Francisco del Río y Nicolás Cebeira eran responsables, “los dos primeros por haber limitado las masas de algunos días a esta parte, que es el medio de que se valen cuando intentan angustiar al pueblo, y el último porque, teniendo trigo y disposición para amasar, no lo ha hecho de algunos días a esta parte por esperar la subida del pan, que es el fin que les anima a todos para ocasionar la falta”. Ni corto ni perezoso, hizo llamar a ocho soldados y dos funcionarios municipales, y arrestó a los tres sospechosos de especulación.
Todo esto se lee en las dos páginas que os ofrecemos de este expediente judicial correspondiente al Corregimiento de Talavera de la Reina. Por cierto, que se pueden apreciar claramente cómo las tintas se traspasan de un lado a otro del papel, por efecto de su composición química; son las llamadas “tintas ferrogálicas”, una auténtica plaga en los archivos.
Pero volvamos a nuestro asunto. En resumen, los abogados de los tahoneros consiguen su puesta en libertad al día siguiente. Entre los argumentos que exponen, se alude a que los molinos no funcionaron por la sequía del río Tajo, a la presencia de mucha población flotante en la ciudad (viajeros de paso para la feria de Guadalupe, labradores que acaban de terminar las tareas de recolección), a que la obligación del abastecimiento es del conjunto de los tahoneros y no solo de sus clientes, e incluso insisten en la presencia entre el pueblo de “ideas pardas y oscuras que les hizo concebir el mal influjo de su enemigo” y que le mueven al alboroto, quizá en referencia a la influencia de la reciente Revolución Francesa.
La revuelta popular fue breve. El propio expediente indica que al día siguiente se había restablecido la calma, y la averiguación de las causas del desabastecimiento pasó a manos de otro juez, diluyéndose en el marasmo judicial de finales del Antiguo Régimen.