Mañana, 18 de mayo, se inaugura en la Biblioteca Nacional una exposición sobre el pintor Juan Carreño de Miranda, en la que participa el AHPTO con el préstamo del contrato para la pintura de la cúpula y linterna de la Capilla del Ochavo de la Catedral de Toledo. El documento ha sido restaurado por la BN, aunque las imágenes que os ofrecemos son anteriores a esta restauración. Así que merece la pena dedicarle este post al gran pintor barroco.
Carreño de Miranda nació en Avilés en 1614 y murió en Madrid en 1685. Con once años se trasladó a Madrid, junto con su padre, y se asentó en la Corte de los Austrias. Su primera obra conocida data de 1646, y en 1669 fue nombrado pintor del rey. Su actividad principal fueron los retratos de personajes cortesanos, desde el mismo Carlos II hasta la reina madre Mariana de Austria, pasando por las representaciones de “La Monstrua” Eugenia Martínez Vallejo. Todos estos cuadros se conservan hoy en el museo del Prado.
Carreño tampoco desdeñó los encargos religiosos ni las decoraciones arquitectónicas, entre ellos varios cuadros hoy conservados en el Museo del Greco y el Museo de Santa Cruz. Pero su obra toledana más conocida es la decoración de la cúpula y la linterna de la Capilla del Ochavo de la Catedral, que realizó junto con su colega Francisco Rizi. El contrato se celebró el ocho de julio de 1665 ante el notario Rodrigo de la Hoz. Como podéis observar, ya en ese momento el notario quiso destacar la importancia del encargo remarcando su objeto: “Encargo de la pintura del Ochabo”. Ambos pintores son nombrados “pintores de Su Magestad y de dicha Santa Yglesia [de Toledo]”. Como era costumbre, se detallan minuciosamente los temas y figuras. Así, frente a la imagen de la Virgen debe pintarse “el santo rey Dabid con su arpa como danzando delante del Arca”. En la linterna “se a de pintar el Espíritu Santo en figura de paloma de tal grandeza y fuerça que se una con las divinas personas del Padre y el Hixo que se verán pintados en la media naranja. El resto del cielo de la lanterna será un profundo caos de seraphines”. De todo ello deberán realizar bocetos previos en cartón. Se especifica que el oro que se utilice deberá ser de 23 quilates y tres granos, y que ambos artistas deberán trabajar sin ayuda de oficiales. El plazo de ejecución es de quince meses, y el precio total es 6.500 ducados de a once reales de vellón, de los que se entregan mil ducados a cuenta. Asímismo, se prevé la posibilidad de nombrar un tasador una vez que la obra esté terminada, si bien la tasación no podrá superar la cantidad estipulada.
A mediados del siglo XVIII las pinturas de Carreño y Rizi se habían deteriorado bastante, y en 1778 el cabildo de la Catedral encargó su restauración al pintor Mariano Maella, quien rehízo casi por completo el cuerpo inferior pero apenas retocó los frescos de la cúpula y la literna. Estas son las pinturas que se pueden admirar hoy día.